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Perspectiva de Carl
«¡Sumo Sacerdote Carl!»
Cuando entré, los sacerdotes, que hablaban en grupos, me dieron la bienvenida. Los saludé con una sonrisa. Les mostré una sonrisa más sincera en comparación a cuando llegué al Templo y los saludé brevemente. O de cuando me fui y todos trataron de agregar una palabra por mí.
‘No queda mucho tiempo’.
Si este es el caso, es solo cuestión de tiempo antes de que pueda obtener el puesto de Sumo Sacerdote. Las semillas que había sembrado hace mucho tiempo brotaron de manera brillante incluso mientras estaba fuera. Confianza y amor absolutos.
Y lo mismo sucedió con la semilla a la que más esfuerzo le puse al sembrar, la semilla de la Santa que sembré hace mucho tiempo.
Por supuesto, ésta también brotó de manera brillante. En el momento en que el brote, que había crecido más rápido y más duro que cualquier otro, hacía ramas y daba frutos, no dudé en recogerlos y comérmelos.
El placer de ese momento no se podía comparar con nada porque había sido cultivado ocultando mi naturaleza todos los días desde que era joven. Las ramas no se rompieron incluso después de recoger la fruta con brusquedad porque fueron levantadas con mucho cuidado. Así que para mí fue aún más agradable. Yo solo conocería la diversión de romper y cavar lo que había levantado para secarlo.
Y después de eso no morí.
Recordé la imagen de la Santa justo antes de partir hacia un Templo en las afueras.
Ella era una Santa que se estaba rompiendo sola porque no confiaba en nadie. Después de darse cuenta plenamente de lo que le había pasado, la Santa, que se había estado secando sola, me pateó sin matarme. Esto era inevitable, ya que como Santa, ella no podía matar a otros. Y ante ese hecho, le oré sinceramente a Dios.
«Gracias Dios. Pude lograr mucho significado con tu misericordia».
(maldito blasfemo, espero te lo corten)
¿Sabe Dios en qué tipo de grilletes se había convertido la bendición de Dios de no poder matar y morir sobre la Santa? No lo sabría. Si lo supiera, no había forma de que alguien como yo siguiera vivo. Le gradecí una vez más a Dios por estar presente pero indiferente.
Mientras saludaba a los sacerdotes, encontré a un sacerdote que se dio la vuelta sin acercarse a donde yo estaba. Era un joven de aspecto andrajoso con cabello castaño corto. La ropa que usaba era una túnica que utilizaban los peor pagados entre los sacerdotes.
Después de excusarme con los sacerdotes que me rodeaban por un tiempo, me le acerqué.
«Ha pasado un tiempo desde la última vez que te vi, Alik».
«Ha pasado un tiempo, Carl».
El joven, llamado Alik, me miró fijamente cuando lo llamé. No pude ver una expresión una buena expresión por ningún lado. Además, Alik, que es sacerdote común, solamente inclinó su cabeza ante mí, pero no me hizo ninguna reverencia ni me llamó Sumo sacerdote.
No puedo culparlo. Mi posición aún no había sido restablecida oficialmente. Así que Alik y yo teníamos el mismo rango y él no tenía ninguna razón para referirse a mí como alguien superior. Pero yo sabía que Alik no me estaba tratando así sólo por esa razón.
Alik era una persona realmente común, a excepción de que era un poco alto. Incluso si se referían a él por su nombre, las personas se preguntarían de quién estaban hablando. Y luego de que pensaran un rato, tendrías que decirles: «me refiero a ese sacerdote alto», y después de mucho tiempo responderían: «¡Ah! ahora lo sé». Él era así, un sacerdote sin tal presencia.
Así que yo no podía entender por qué a la Santa le gustaba un hombre así.
La Santa pensó en mí como un padre, maestro y amigo, pero nunca me consideró un amante.
En algún momento, la Santa comenzó a cepillarse el cabello de manera inusualmente fuerte el día en que todos asistieron a una Reunión de Oración. Ella memorizó la oración, que fue un poco aburrida, y se quedó hasta el final para bendecir a todos los sacerdores.
No había forma de que yo no notara tal cambio.
Era muy fácil notar que los interminables saludos de bendición para un sacerdote común llamado Alik. Al darme cuenta de que la Santa no podía apartar los ojos de Alik, Cerré mis labios una vez. Y a partir del día siguiente, fue nombrado miembro de la iglesia. Cuando entré con Alik, la Santa dejó caer la pluma que sostenía. La apariencia de la Santa, que estaba perdida todo el tiempo mientras estaba de pie, fue un comienzo torpe para su primer amor, sin importar quién lo mirara.
Al recordar los viejos momentos, agarré a Alik por el hombro. Y ante mí toque, Alik se quedó quieto donde estaba.
«Me alegra que te veas saludable. ¿Cómo has estado?»
“…….”
«Estaba preocupado por ti incluso cuando estaba lejos. Antes de irme, no pude evitar sentirme débil. Qué tipo de gran preocupación…»
¡Manotazo!
Ante mis palabras, Alik golpeó violentamente mi mano. Alik tembló y me miró.
Luego movió sus labios durante mucho tiempo y pronto dejó su asiento como si estuviera huyendo. Yo todavía sonreía mientras lo miraba. Ese día, Alik también se comportó así.
«¿Sumo Sacerdote? Ese sacerdote…»
«Oh, es una persona con la que he estado cerca antes. Entonces, entremos a la sala de conferencias».
Quizás Alik era el único, a excepción de la Santa, que notó mi verdadero yo en este Gran Templo. Pero yo no le hice nada. De todos modos, él no era una persona que tuviera un gran conocimiento de otros sacerdotes, y era más útil para mí permanecer en ese estado.
‘Es mejor prestarle atención a la reunión de hoy que a Alik’.
La reunión de hoy era para que la elección del Sumo Sacerdote, que ahora estaba suspendida, procediera lo antes posible.
‘No es fácil encontrar la fuente de maná’.
Y yo no podía esperar mucho. Desde que volví a encontrarme con la Santa desde lejos, no podía esperar para volver a su lado. Quería enfrentarme de nuevo a lo que levanté y pisotearlo de nuevo.
Ser amado por Dios, diferente a uno mismo.
‘No hay nada de malo en el resto’.
Mientras me dirigía al interior, había una persona que se acercaba a mí, desde la dirección opuesta, levantando su mano como si estuviera complacido de verme. Y esa persona era el Príncipe León.
«Buenos días, Sacerdote Carl».
El Príncipe León tenía una cara sonriente a diferencia de la última vez.
***
Cuando abrí la puerta con los sacerdotes, vi que el Príncipe León me miraba. Él se encontraba solo en la habitación y su aspecto se veía desaliñeado. Y cuando yo lo miré no supe lo que sucedió. Definitivamente, la Santa y Latban no se encontraban presentes. En cambio, León, quien tenía una mirada fría por un tiempo, le hizo señas a los sacerdotes que se encontraban detrás de mí para que cerraran la puerta y me dijo cuando nos quedamos solos:
«¿Qué está pasando? Estoy seguro de que usted dijo que creó un espacio para que yo pudiera ver a la Santa. ¡Qué diablos! Además ¿por qué los sacerdotes lo arrastraron? Casi me veo mal frente a ellos».
Mientras miraba a León, mi rostro se endureció. Aunque el olor se desvaneció gracias a la ventana abierta de par en par, todavía pude percibir un leve rastro de lo sucedido. Luego, como si hubiera notado mis pensamientos, el Príncipe Heredero se quejó y dijo avergonzado:
«No vino, así que me consolé».
“…….”
(le esta diciendo que se masturbo)
Rara vez encontraba algo que decir cuando me enfrentaba a un Príncipe Heredero así. Y pocas personas me habían dejado sin palabras.
«Tenía prisa por recoger mi ropa porque escuché el sonido… ¿Dónde está la Santa? ¿Por qué no vino?»
Eso era lo que yo quería preguntar. Yo había confirmado que la Santa y Latban entraron. ¿Entonces qué sucedió? Entonces, vi la ventana abierta. Y recordé la extraña energía que sentí antes de entrar.
Mi mente estaba trabajando rápidamente. Primero, tenía que averiguar sobre León. ¿El Príncipe Heredero me estaba mintiendo? Entonces, ¿en qué lugar del mundo se escondieron la Santa y Latban?
Antes de que pudiera entender la situación, el Príncipe Heredero me agarró por el hombro y luego me susurró al oído.
«Sacerdote Carl, realmente quiero estar con la Santa. No tengo tiempo para bromas como esta».
Su voz baja mezclada con ira era claramente sincera. Cuando no respondí nada, El Príncipe Heredero tocó suavemente mi hombro, como para indicar que era solo una broma, y se dirigió hacia la puerta.
«Espero verte la próxima vez con un humor más agradable».
El Príncipe Heredero que dijo esto salió de la habitación. Cuando me quedé solo, miré cada centímetro de la sala de recepción. Sin embargo, la Santa y Latban no estaban a la vista.
***
«¿Sacerdote Carl?»
«Oh lo siento».
«¿No es demasiado pensar en otra cosa mientras una persona le está hablando?»
Sonreí por costumbre ante la sutil actitud sarcástica del Príncipe.
«Bueno, estoy seguro de que usted también tiene muchas cosas en la cabeza. Tuvo este problema justo antes de convertirme en Sumo Sacerdote».
«Sigo siendo candidato, pero no me han confirmado como el próximo Sumo Sacedote».
Estoy seguro de que será pronto. Carl se tragó las palabras que tenía.
«Bueno, creo que eso es lo que es. En primer lugar, la última vez me decepcionó un poco, así que ni siquiera pude saludar correctamente, así que vine esta vez. En el futuro, el Imperio y el Gran Templo deberían seguir teniendo una relación sólida, y no deberían fracasar por tener una mente estrecha. Por favor, cuídame bien».
Miré la mano del Príncipe Heredero. El Príncipe Heredero todavía quiere a la Santa. Si es así, sería mejor para mí atraerlo a mi lado y mantener una amistad. Este era mi mundo, pero ¿acaso el Imperio no estaba afuera? Y no se podía ignorar al Imperio para solidificar la posición del Templo en el Continente.
Pensando de esta manera, traté de estrechar la mano del Príncipe Heredero.
«¡Sacerdote Carl!»
Vi a un sacerdote corriendo desde lejos.
«¿Qué es lo que pasa?»
Le pregunté, cuando el sacerdote jadeante se detuvo frente a mí. La expresión del sacerdote que habló era inusual.
«Oh, no. Estamos en problemas. En este momento, los Caballeros del Templo… el alojamiento del Sacerdote Carl…»
«¿Qué pasó con mi dormitorio?»
Cuando pregunté de nuevo por frustración, el sacerdote que llegó corriendo gritó.
«¡Esta hecho un lío!»
Nefe: Necesito una buena imagen para Carl, si alguien ve algo bueno me la manda.
Naval: Y unas buenas imágenes para Latban.
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