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FS -Extra 3*

16/03/2022

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Perspectiva de Latban y Lina

“Quiero que seamos un desastre juntos”.

Latban movió su cintura fuertemente, al recordar sus palabras. Sus genitales, empapados de fluidos corporales que no se sabía de quién eran, se clavaron entre sus piernas.

“¡Ha!”

Cuando el miembro de Latban entró, el cuerpo de ella se sacudió, haciendo que su cabeza se inclinara hacia atrás. Entonces, Latban extendió su mano y agarró con cuidado su larga cabellera, que se desparramaba vertiginosamente sobre su espalda blanca. Luego la agarró por la cintura con su otra mano y la atrajo hacia él.

Sus blancas y redondas caderas se apretaban contra su estómago. Al mismo tiempo, las suyas alcanzaron lo más profundo de su interior. Sin embargo, Latban no se conformó con eso y se introdujo un poco más profundo.

Al darle más fuerza a la mano con la que sujetaba su cintura, sus genitales se introdujeron completamente en el cuerpo de ella hasta la base. Y el cálido interior que lo rodeaba prendió fuego en su cabeza. Latban movió su espalda lentamente. Y a pesar de que había estado innumerables noches dentro de ella, cada vez sentía una nueva sensación. Ahora era lo mismo. Al acariciar con cuidado su estómago con la palma de su mano, como si fuera suyo, su cuerpo se tensó con más fuerza. 

«Ah, ah…»

El esbelto cuerpo de ella temblaba por el placer. No podía creer que ya estuviera tan excitada. Latban la miró por un momento con una mirada lamentable y luego le dio más fuerza a la mano que sostenía su cintura. Lina sacudió la cabeza frenéticamente ante la presión de su mano, y él siguió presionando sin piedad.

“Ah, ah, ahhhh…”

Su cabello se dispersó de nuevo, sin obtener ninguna recompensa por organizarlo. Sus mechones dorados brillaban con fuerza bajo la luz del sol. Con el resplandor, Latban la miró, hipnotizado por un momento. Ella era hermosa, increíblemente hermosa. Hasta el punto que no podía soportarlo y quería devorar todo su ser.

«Era difícil, le costaba demasiado».

Desde que el Gran Templo se derrumbó y había emprendido un viaje con ella, cada día había sido un momento de penitencia para él. Cada paso que daba junto a ella era agradable y feliz. Pero, por la noche, cuando ella se apoyaba en su cuerpo y se dormía. Latban esperaba ansiosamente que llegara la mañana.

Latban no podía entenderse a sí mismo, ¿cómo podían coexistir su deseo de apreciar el mundo y el deseo de arruinarlo en su interior? Lo cierto es que ambos existían en su corazón.

A veces los deseos oscuros lo invadían y no lo dejaban en paz. Realmente era un deseo interminable. Ya fuera al ver su nuca después de lavarse y secarse el pelo, o al comprar fruta en el mercado y verla llevársela a la boca, o al ver su cara sonriente, o cuando se quedaba dormida frente a la hoguera. 

Latban reprimió desesperadamente su deseo. Pero llegó a un punto en donde no podía reprimirlo más. Por lo que cuando su deseo era muy fuerte, en secreto, lograba desatarlo. Pero ¿por qué ella tomaba la iniciativa de despertar mi deseo?

Latban se aferró a su cintura. Entonces, ella se estremeció ¿acaso estaba nerviosa por su toque o lo esperaba con ansias? Latban giró su cuerpo tal y como estaba.

«¡Ah! ¡Oh, Dios!»

El cuerpo de ella giraba en torno al de él, y su pilar, enterrado en lo más profundo de su cuerpo, arañaba su pared interior sin vacilar. Lina respiró como si fuera a desmayarse inmediatamente debido al estímulo que ya había superado el umbral. Normalmente, él habría retrocedido en este punto. Pero ahora no tenía intención de hacerlo.

Por la noche, la oscuridad la cubría hasta cierto punto de su mirada. Pero ahora que no había oscuridad, todo era tan claro como el infierno.

Su cabello brillante bajo la luz del sol, sus pestañas temblorosas y sus labios rojos que exhalan continuamente. Y los ojos que lo miran con lágrimas. Si alguien lo viera en este momento, notaría su mirada espeluznante. No podía apartar sus ojos de ella ni por un segundo.

Latban extendió su mano y le quitó el cabello mojado, y le secó el sudor de la frente. Un toque muy diferente al de la parte inferior de su cuerpo, que seguía moviéndose violentamente desde que comenzó el acto. Era como si los pensamientos conflictivos en su mente actuaran de manera distinta.

«… ¿por qué hiciste eso?»

«Hacer qué…»

«¿Por qué me provocaste?»

La expresión de Lina parecía borrosa, y su mirada contenía resentimiento.

«Ha, todo el tiempo… ¡Uh! Sólo tú… Estás bien… ¡Ahhh!»

«No te entiendo».

«Es porque te sigues moviendo… ¡Ah! ¡Ah!”

Ella no pudo seguir hablando cuando él comenzó a embestir contra ella hasta el punto que sólo podía escuchar los sonidos de sus cuerpos chocando. Él le había preguntado pero ¿acaso no quería escuchar su respuesta? E incluso en este momento, él estaba muy bien. Por lo que finalmente su resentimiento se convirtió en lágrimas.

«Parece que soy la única que está cambiando» dijo entre sollozos.

«¿……?»

Y sólo entonces Latban dejó de moverse. Lina no perdió la oportunidad y habló rápidamente:

«Quiero más y me siento muy molesta… Por qué estás igual que la primera vez… Parece que nada ha cambiado en ti…»

Ante mis palabras, Latban dio un suspiro profundo y preguntó de nuevo:

«Entonces… ¿Me estás diciendo que estás nerviosa porque mi amor hacia ti no parece aumentar?»

«…….»

Lina no pudo responderle a Latban, quien había cuestionado directamente sus palabras.

«Si quieres eso, sólo puedes rendirte».

«Por qué…»

Él le respondió con firmeza, como si lo que ella le hubiera pedido fuera inapropiado.

Lina se quedó despistada ante su respuesta. ¿Qué había dicho? A diferencia de ella, que se había quedado rígida, Latban sonrió.

«Mi amor por ti no puede ser más grande».

Su voz era dulce a pesar de sus frías palabras. Latban abrazó su cuerpo y la levantó. Una mano grande con callos abrazó su hombro. Su abundante pecho fue presionado por el de él. Lina retorció su cuerpo e intentó zafarse de sus brazos.

La respuesta que le había dado Latban hace un rato no la había convencido en absoluto. A ella le gustaba cada vez más, pero ese no era su caso. Estaba ahogada por el resentimiento.

«Suéltame…»

En este momento sentía más tristeza que resentimiento. Su cuerpo, que se había desplomado hace un rato, no se movió en absoluto incluso ahora que lo apartó con todas sus fuerzas. Latban me abrazó con más fuerza, como una persona que quería sentirme con todo su cuerpo.

«¿Me odias?»

«…….»

No hubo respuesta. Eso significaba que sí. Latban tomó cuidadosamente su barbilla, que estaba inclinada por su mano e hizo que Lina lo viera. Ella realmente lo odiaba y sus lágrimas estaban a punto de fluir. Latban le besó los ojos, por lo que las lágrimas que se habían formado en sus ojos desaparecieron en sus labios. 

«Te odio».

«Por qué…»

«El hecho de que continúe creciendo significa que aún queda mucho espacio en tu mente. Para mí… No había tal cosa desde el principio».

Desde el momento en que ella lo había salvado en el Gran Templo y confirmaron sus sentimientos mutuos, Latban supo que no quedaba margen en su corazón. Ella era el sol y la luna en el mundo. Un ser que sólo con su existencia le daba color a su mundo.

Desde el principio estaba luchando con su presencia, y se decía a sí mismo que estaba sentado tranquilamente junto a un  lago mientras calmaba su mente. Pero al mismo tiempo, se sentía atraído por sus palabras:

“Quiero que seamos un desastre juntos”.

«Haré lo que quieras. ¿Quieres que seamos un desastre juntos? Pues eso haremos».

«Latban…»

Latban cayó en la cama abrazándola.

Los días siguientes, Latban ocupó el resto de mis pensamientos.

***

«Ten cuidado».

«¡……!»

Lina volvió en sí cuando Latban la sostuvo de repente. Miró hacia adelante y encontró que había una roca del tamaño de una casa ‘¿Cuán profundos eran sus pensamientos que siguió caminando sin ver esto?’

«No puedes hacer nada al respecto. Dame tu bolsa».

Latban tomó la bolsa de Lina, mientras miraba la roca y sonreía torpemente. Lina, a la que le quitaron su bolsa en un abrir y cerrar de ojos, desistió de intentar decir algo y dio un paso.

«¿En qué estabas pensando?»

«¿Mmm?»

«Me preguntaba en qué estabas pensando y qué tenía sonriendo así”.

“¿Cuándo me estaba riendo? Ah, vamos a la montaña rápidamente”.

Latban siguió a Lina con una sonrisa mientras ella tartamudeaba lo suficiente como para que él supiera lo que estaba pensando, sin preguntar. Además no quería preguntarle directamente. Porque la bestia que había sido liberada atacaría de nuevo.

***

Después de avanzar durante mucho tiempo, pudieron sentir ruidos y la presencia de gente a lo lejos.

«Es extraño… Según el dueño de la panadería, nadie ha pasado por este lugar desde que apareció la bestia mágica».

«Espérame aquí. Iré a comprobarlo… Mejor vayamos juntos”.

Latban miró hacia atrás y admitió suavemente su error ante Lina al verla sostener su espada con una expresión que decía que no entendía él de que estaba hablando, y luego ella se hizo a su lado.

Al acercarse, el sonido era más claro.

«¡Así que confíen en mí y síganme que yo les mostraré el Poder de Dios».

Un hombre de mediana edad gritaba esto frente a una multitud. Lina frunció el ceño al escucharlo. Gritar así en un lugar donde vivía una bestia mágica era equivalente a atraerlo «¡La gente frente a ustedes ha visto que cualquier bestia mágica puede ser derrotada con este collar! Si mantienen su promesa, ¡traeré de vuelta la aldea con este poder!»

Al escuchar estas palabras, Lina pudo entender lo que sucedió. Después de la caída del Gran Templo, muchos objetos del Gran Templo se encontraban dispersos aquí y allá. Lo mismo ocurrió con muchas obras de arte y joyas, así como artefactos con un poder asombroso. Los artefactos del Gran Templo fueron obtenidos del cuerpo de las bestias mágicas derrotadas, y la mayoría de ellos mostraban poder contra las bestias mágicas.

Parecía que la persona que estaba gritando ahora usaría ese poder para recuperar la aldea que pertenecía originalmente a la gente que vivía en esta montaña.

«¿Sería capaz de recuperar la aldea?»

«Pues… De ninguna forma».

«Pero la petición del maestro es demasiado. ¿Qué debería comer nuestra aldea después de darle todo el dinero que nos pide?. Además, el hecho de que siga coqueteando con las chicas jóvenes, no nos parece bien”.

En la parte de atrás, Latban y Lina intercambiaron miradas ante las palabras de la gente. Como era de esperar, parecía que estas personas no utilizaban los artefactos con buenas intenciones.

«¿Qué vamos a hacer?»

«Primero vamos a observar la situación y cuando hagan su primer movimiento, vamos a recuperar los artefactos”.

Los artefactos obtenidos a partir del cuerpo de las bestias mágicas eran seguros cuando se almacenaban bajo el control del Gran Templo, pero eran peligrosos cuando las personas del común los utilizaban. Ya que de vez en cuando, se podían encontrar bestias mágicas de la misma especie, y esto hacía que esta bestia se exaltara aún más y aumentara su poder de ataque. Además, entre más escuchaban a los aldeanos, más consideraban que no era persona que le diera buen uso a los artefactos.

«Pero de alguna manera, esta voz…»

Parecía que lo había oído en alguna parte. ‘¿Quién era? ¿Lo conocía de alguna parte?’ En ese momento, el dueño del artefacto volvió a hablar en voz alta.

«Yo Nacarus, fiel servidor de la Santa Iris. Derrotaré a la bestia mágica bajo el nombre del Gran Templo. Y todo el dinero que ustedes me prometieron será de gran ayuda para la Santa en su travesía para traer de vuelta al Gran Templo».

«Carus…»

Recordé quién era. Hace mucho tiempo, cuando entré en el cuerpo de Yvelina, Carus iba a dedicarle un hombre y le pidió que le prometiera la posición como Sumo Sacerdote.

«Latban, el dueño del artefacto… Haz lo que quieras con él».

Lina, que intentaba conseguir el artefacto de inmediato, no dijo más cuando vio que Latban ya sacaba su espada. Aunque no dijera nada, estaba claro que Latban lo recuperaría. Lina murmuró un nombre mientras meditaba las palabras de Carus.

«Iris».

Ahora que lo pienso, no la he visitado durante un tiempo.

«Tendré que ir a verla».

Lina se levantó de su asiento sonriendo mientras sacaba su espada con una sonrisa.

Podía escuchar el grito de la bestia mágica desde lejos. Seguro que estaba corriendo en su camino después de escuchar la voz de Carus y notar que había gente aquí. Lina sacó su espada. Primero tenía que quitarle los artefactos a Carus y dominarlo para proteger a los aldeanos y por último derribar a la bestia mágica.

Pensé que sería una tarde muy ocupada.

 

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