-Hace 1 año.
Fue una semana después de la fiesta de compromiso con Bruno.
«Princesa, ha llegado una carta del duque Simmel».
Estaba leyendo en su habitaciĂłn cuando Lily entrĂł con un sobre en una bandeja de plata.
âÂżBruno enviĂł una carta? ÂżQuĂ© pasĂł?»
Los preparativos para la boda van sobre ruedas.
Claudia rompiĂł el sello y sacĂł la carta y la leyĂł.
âA ti, mi querida prometida,
Esta noche, un grupo de amigos cercanos decidiĂł organizar una fiesta secreta de pĂłquer. Me gustarĂa aprovechar esta oportunidad para presentarles a mis amigos. El lugar es una posada llamada ăRooster Weathercockă, un edificio con un techo azul fuera de la ciudad. Espero que te acerques sigilosamente a la gente. EsperarĂ©.
Bruno»
Sin saberlo, frunció el ceño.
‘Un juego de pĂłquer es una apuesta. No es un entretenimiento muy encomiable. âPero podrĂa ser una buena oportunidad para conocer a los amigos de mi prometido. Brillemos nuestras caras por un rato, digamos hola y regresemos.’
Claudia hablĂł con Lily.
âEsta noche, Bruno llamarĂĄ y se escabullirĂĄ, preparara el carro y tĂș tambiĂ©n puedes ir.â
«Estå bien.»
Esa noche, Claudia, con el rostro cubierto por un velo, tomó un pequeño carruaje con Lily hacia las afueras de la calle.
ăRooster Weathercockă estaba ubicado en las afueras del distrito de entretenimiento de la calle. Ese solo hecho la hizo sentir intimidada e incĂłmoda con Bruno jugando en un lugar como este.
Cuando se bajĂł del carruaje frente a la tienda, Lily llamĂł a la puerta.
Una pequeña niña abriĂł la puerta. Nunca habĂa visto una cara como la de un adorable ciervo bebĂ©.
ÂżEres… Berta?
Berta sonriĂł inocentemente.
âSĂ, Su Alteza la Princesa. TambiĂ©n fui invitada por Bruno. Adelante. Bruno estĂĄ en el segundo piso.â
Si viniera una mujer soltera como Berta, serĂa una fiesta mĂĄs apropiada de lo que pensaba. Un poco aliviada, Claudia se puso el velo y siguiĂł a Berta por las estrechas escaleras.
En el momento en que subió las escaleras, frunció el ceño ante el humo del cigarrillo y el fuerte olor a alcohol que llenaba la habitación.
Alrededor de una mesa redonda en medio de la sala, varios jĂłvenes nobles jugaban al pĂłquer.
Todos estĂĄn vestidos cĂłmodamente con camisas sueltas y mangas arremangadas. TenĂa mucho alcohol y su cara estaba roja.
«Bienvenida, Su Alteza».
Los jĂłvenes nobles se tropezaron y la saludaron.
âSigue jugando a las cartasâ.
Cuando respondiĂł rĂĄpidamente, cansado del olor a alcohol, los jĂłvenes nobles se sentaron en las sillas y comenzaron a jugar a las cartas de nuevo.
âOh, Dios mĂo, princesa. Esa gente se emborrachaba muchoâ.
Lily se parĂł al frente como si estuviera protegiendo a Claudia.
Claudia mirĂł alrededor de la habitaciĂłn y se dio cuenta de que Bruno no estaba.
âÂżQuĂ© pasa con Bruno? ÂżDĂłnde estĂĄ?»
âSaliĂł porque tenĂa un negocio por un tiempo. VolverĂĄ enseguida, asĂ que espera aquĂ».
Berta me llevĂł a un sofĂĄ en la esquina.
No tuvo mĂĄs remedio que sentarse en el sofĂĄ.
En el lado de la mesa, cada vez que se ganaba un juego estallaban fuertes maldiciones y vĂtores.
Claudia frunció el ceño y le habló a Berta.
«¿Estå bien que vengas y vayas a un lugar como este sola?»
Berta, que estaba sirviendo una bebida en un vaso junto al lanzador que tenĂa varias botellas de alcohol, mirĂł hacia atrĂĄs por encima del hombro y sonriĂł inocentemente.
«Mi familia son aristĂłcratas de bajo estatus, por lo que no somos diferentes de la gente comĂșn».
Se sentĂł y esperĂł un rato, pero Bruno no volviĂł.
Claudia se puso de pie, incapaz de soportar la incomodidad del asiento.
âSimplemente regresarĂ©. Por favor, dile a Bruno que no vuelva a llamarme a un lugar como esteâ.
Cuando se lo dije a Berta, ella se apresurĂł a decir:
âNo puede serâ. Me voy a enojar con Bruno. Por favor, espere un poco mĂĄs. Bebe esto y espera. Esto no es alcoholâ.
Le tendiĂł un vaso de lo que parecĂa ser jugo de frutas. De mala gana, Claudia levantĂł el extremo de su velo y tomĂł un sorbo de su bebida.
âÂż?â
Un sabor amargo se extendiĂł por mi boca. De repente, mi vista temblĂł.
«¿Qué⊠es⊠⊠? Esto⊠⊠.â
TratĂł de levantarse del sofĂĄ, pero sus piernas fallaron.
Claudia se desplomĂł en el suelo.
âÂĄAy, princesa!â
Mientras Lily intentaba saltar apresuradamente, los jĂłvenes que estaban jugando al pĂłquer en pleno apogeo de repente se levantaron de sus asientos.
Varios hombres atacaron a Lily, reprimiendo su alboroto y encerrĂĄndola en el armario de su habitaciĂłn.
Los gritos ahogados de Lily se filtraron desde el armario.
«⊠Lily… ⊠.â
Claudia alcanzĂł desesperadamente el armario.
Al momento siguiente, Claudia perdiĂł el conocimiento.
â¿⊠oh⊠⊠?â
Cuando se despertĂł, el sol ya estaba alto, por lo que la habitaciĂłn estaba iluminada.
Claudia estaba acostada en la cama destartalada.
«¿Donde estĂĄ esto⊠⊠?â
En la habitaciĂłn frente a la puerta abierta de par en par, vi una mesa redonda, cartas y botellas esparcidas por el suelo. Esta es la sala de ăContabilidad Gallo Barloventoă, guiada por Berta anoche.
Su cabeza palpitaba de dolor. No podĂa recordar nada desde que se desmayĂł.
Inmediatamente pensĂł en Lily, que estaba encerrada en un armario.
«Lily⊠⊠.â
Claudia, que intentaba levantar su cuerpo lĂĄnguido, se sorprendiĂł al darse cuenta de que se habĂa quitado el velo y desatado la parte delantera de su vestido.
Alguien estĂĄ durmiendo a tu lado.
Es uno de los jĂłvenes aristĂłcratas que juegan al pĂłquer en esta sala.
Estaba medio desnudo.
Mirando de cerca, los jĂłvenes nobles dormĂan en varios lugares de la habitaciĂłn.
Claudia temblaba de miedo.
¿Qué pasó mientras estaba inconsciente?
Su corazĂłn latiĂł con fuerza.
Asustada, revisĂł su cuerpo aquĂ y allĂĄ. Afortunadamente, no hubo heridas ni molestias. No hay señales de que se haya cometido ningĂșn error.
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