< 11 >
Desenmascarado, el hombre que se quito la mascara tiro su dignidad sin arrepentimiento
Aflojándose el pulcro kravat, se dejó caer en el sofá más cercano y cruzó las piernas.
Dahlia se palmeó la rodilla donde habían tocado los labios de Jürgen y luego estiró la espalda con rigidez.
—Me lo tomaré como un agradecimiento, así que ¿por qué no me cuentas qué te ha traído a mi habitación?
No quería hacerlo.
Intentó no evitar su mirada, pero cada vez que sus ojos se encontraban, Dahlia recordaba lo que había sucedido en el bosque, y eso la incomodaba.
Para ella, guiar fue un acto extremadamente sagrado y piadoso. Poniendo tu piel junta cuidadosamente, mirando a la oscuridad del oponente. Llevaba tiempo, pero era un acto constante y cálido.
A veces, cuando le daba su poder a su padre, el Conde Howell, su oscuridad se transfiere a ella. Pero la fuente de guía es la luz. En un mundo lleno de luz, la oscuridad tiende a desaparecer sin dejar sombra.
Pero cuando siente la ansiedad, el miedo, la depresión y la fatiga de la otra persona, también se lleva su parte de daño.
Así que cuando terminaba de guiar, el Conde Howell la recogía y la llevaba a dar un paseo por la mansión. Le vendaba las heridas con ternura, la consolaba y le daba las gracias.
Pero, ¿y ese hombre?
La estrechaba entre sus brazos, la besaba sin permiso y se aferraba a ella como un animal una vez terminado el paseo.
“Como un hombre que ha probado la dulzura por primera vez, se insultó a sí mismo, borracho de miel. ¿Y luego se arrodilla?”
¿Pensó que ella caería como una tonta si él actuaba como un Caballero, como si estuviera enamorado?
—Joven Gran Duque.
—¿Tienes dos poderes? —preguntó, mirándola fijamente con una mirada inescrutable. Dahlia asintió brevemente.
—Sí.
—¿Desde cuándo?
—No lo sé.
—El sello habría sido grabado por Rodrigo Brandel… ¿Por qué?
Los ojos de Dahlia se entrecerraron ante el tono interrogativo de la pregunta.
—En primer lugar, porque no quería que se me atribuyera al Templo, y en segundo lugar…. Nadie ha sobrevivido nunca con ambos poderes, ¿verdad?
Jürgen sacudió la cabeza, con expresión grave. Dahlia apretó los dedos contra el sigilo aún intacto, no quería volver a sentir el dolor de su activación. Por suerte, por ahora estaba en silencio, pero no se sabía cuándo volvería a activarse.
Se levantó y se apoyó en la ventana, con el rostro lleno de pensamientos. Necesitado de aire, abrió la ventana de par en par y miró hacia la oscuridad.
—Si has terminado de hacer preguntas, me gustaría que te fueras ya, no quiero entrar en malentendidos raros.
—¿Malentendido? Lo que hemos hecho difícilmente puede llamarse malentendido.
—No toleraré más faltas de respeto.
—Puedo mostrarte una manera de no salirse de control.
Las yemas de los dedos de Dahlia temblaron mientras cogía el libro con expresión indiferente. Sus ojos se abrieron de par en par, asombrados.
Jürgen se acercó tranquilamente a ella y le quitó el libro.
Lo colocó en el regazo de Dahlia y le susurró al alcance de la mano.
—Si quieres ser mi Guía.
Los labios de Dahlia se entreabrieron ligeramente. Parpadeó con energía, y él le pareció extrañamente bonito.
Además, sus labios estaban marcados por su propia mordedura, y la sangre roja que rezumaba de la brecha la estimularon mucho.
—Prefiero vivir así el resto de mi vida, así que no escucharé tu oferta.
Dahlia se levantó, dejó su libro y se dirigió hacia la puerta. Parecía decidida a abrirla ella misma y dejarlo salir.
—Parece que disfrutas con el dolor, jovencita.
Tras un momento de vacilación, Dahlia se paró en la puerta, con la mano ligeramente sobre la cerradura, y miró a Jürgen.
—En persona, por favor salga.
—Cada vez que te encuentres cara a cara con un Centinela de alto rango, va a ser doloroso.
—Es mejor que recibir un beso de bajo nivel.
—Aclaremos esto. Tú me besaste, y fue mi primer beso.
Con un clic, la cerradura se descorrió.
Dahlia advirtió, agarrando el pomo de la puerta, con la cara roja.
—¡Fuera!
Jürgen empezó a arrastrar los pies en su dirección. Cuanto más se acercaba, más rígida se ponía Dahlia. Los latidos de su corazón se agitaron sin motivo y se le secaron los labios. Deseó poder abrir la puerta y hacer desaparecer a ese hombre.
—Pero, Dahlia. No, señorita, Dahlia.
Sí, en el momento en que dijo su nombre tan cariñosamente, unos ojos tan rojos como el sol poniente aparecieron ante ella.
—¿Sabes lo que es el guiado inverso?
La mano grande y firme del hombre se superpuso a la suya mientras ella agarraba el pomo de la puerta. Jürgen apretó con más fuerza su pequeña mano, rodeó la nuca de Dahlia con la otra y tiró.
—¿Qué estás…? ¡Eup!
En el instante en que sus labios se encontraron, el poder dentro de ella fue absorbido por Jürgen. Aspirando una bocanada de aire horrorizada, Dahlia torció la cabeza todo lo que pudo.
Él no la forzó. Sus labios se habían tocado durante menos de un segundo como mucho, pero la sensación de poder que le estaba siendo drenado parecía de segundos.
—Ja, ja.
Le acarició el cuerpo cariñosamente mientras ella jadeaba, y de repente le agarró la barbilla con fuerza, obligándola a levantar la cabeza.
La sonrisa desapareció, sustituida por una mirada fría.
—Esto es lo que yo llamo guiar a la inversa. Si alguien te hace esto alguna vez… no le importaría matarte, Dahlia.
Soltándola, Jürgen abrió la puerta, sonriendo como si siempre lo hubiera hecho, y volvió a ponerse la máscara de un noble decente, lo cual fue escandaloso.
—La próxima vez te veré en la capital, querida. Lo espero con impaciencia.
Se marchó y la puerta se cerró tras él.
Las piernas de Dahlia finalmente cedieron al peso que había estado sosteniendo.
—Esto es…. ¿Guiado inverso?
Lágrimas transparentes se agolparon en sus ojos desplomados. Pero no cayó ninguna lágrima.
Poniéndose en pie y secándose las lágrimas, Dahlia miró por la ventana abierta, donde un grupo de personas se había reunido para despedir al Gran Duque.
Pronto, Jürgen, que había salido del edificio, se unió a ellos. Estrechó la mano con elegancia a los Caballeros de Blenheim, con su kravat bien colocado.
Ella estalló en carcajadas, y justo cuando estaba a punto de cerrar la ventana, él levantó la vista mientras empezó a caminar hacia el lago del bosque.
La había localizado con precisión milimétrica. Ella no apartó la mirada.
—¡Vete a la mierda!
Jürgen se acarició sus labios en silencio. Luego hizo una mueca, una pequeña sonrisa y se pasó el pulgar por los labios. El simple gesto hizo que sus mejillas se sonrojaran de nuevo.
Nerviosa, cerró la ventana, se apoyó en la pared y cerró los ojos largo rato.
Era ajena al calor del sello.
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—Bienvenido, mi señor y maestro.
Delis, Diosa del Cielo. Bajo la estatua de Delis, con las alas desplegadas y las manos entrelazadas sobre su pecho, se dibujó un gran círculo de magia, y de él salieron caminando el Gran Duque de Leicester y Jürgen.
En un acantilado escarpado, junto al templo que consiste de cientos de pilares, techos y pisos de piedra, estaban aquellos que fueron a encontrarse con el Gran Duque y su séquito, inclinaron sus cabezas con respeto.
—Me alegro de que haya vuelto sano y salvo, mi señor.
El Gran Duque Leicester sonrió ante las palabras de su mayordomo, Lorenz.
—Te preocupé por nada.
—Cuando te haces mayor, te preocupas más.
Jürgen siguió caminando, enfrentándose a otro futuro alterado. En su última vida, el Gran Duque Leicester cayó en la locura debido al pesado poder. Las calles estaban invadidas de gente de la corte imperial y del templo, y el poder abrumador del Centinela destruyó los dos edificios.
Pero esta vez era diferente. Era como si viviera una vida completamente nueva.
Descendiendo por la elevada escalera, Jürgen contempló el castillo Etna, sede del Gran Ducado. Ethelred, con su riqueza y poderío militar podía rivalizar con la familia imperial.
Pero sólo le quedaban cinco años para ver este hermoso espectáculo. No, el futuro había cambiado, y él no sabía lo que pasaría, pero estaba destinado a morir en cinco años.
Cuando su Guía impresa muere, el Centinela se vuelve loco. En el pasado, imprimió a su prometida, la Princesa Julia. Incluso sin amor, la impronta no era difícil.
Olenka: Cuando se hace la impronta, impresión o grabado se crea un lazo entre ambos. Este es irrompible y unirá en un vínculo a los dos miembros de la pareja hasta la muerte del otro.
Su tasa de emparejamiento con Julia era bastante estable, y haría cualquier cosa para vengar a su padre que se había vuelto loco por el poder desbordante.
Fue durante esa época cuando conoció la Piedra Mágica.
Sin embargo, todo terminó cuando Julia, que lo había acompañado en su supresión, fue asesinada. Esa fue su primera muerte.
En su segunda vida, estaba comprometido con Julia, y la imprimió. Pensó que podría salvarla. Pero Julia murió en el mismo lugar y al mismo tiempo.
Así que en su tercera vida, sin imprimir a Julia, fue guiado. Pero esta vez, el perro rabioso, el Príncipe Raynan, mató a su hermana.
Jürgen reveló la verdad en su cuarta vida. Aún no había detenido la locura de su padre, pero había recorrido un largo camino para descubrir la identidad de Plum.
Curiosamente, no recordaba su última muerte. No sabía si lo había matado un demonio, si se había desbocado o si lo habían asesinado.
Era como si lo hubieran dormido a la fuerza y, al abrir los ojos, hubiera empezado su quinta vida.
No quería morir.
—Dahlia Von Klose.
“¿Qué eres realmente? ¿Qué eres tú, cambiando mi futuro?”
Volviendo a su habitación a través de uno de los muchos portales en todo el castillo, Jürgen miró a su alrededor con incredulidad. Era familiar y a la vez desconocido.
Extrañamente, no tenía ni idea de lo que le depararía el mañana.
Jürgen se paseó por la habitación lentamente, luego tomó el retrato en su escritorio.
< Julia von Leonard >
Una mujer de larga y abundante cabellera dorada sonreía alegremente en el retrato. Contemplando el rostro de Julia, no dudó en partir el retrato por la mitad. Le prendió fuego y lo arrojó a la chimenea.
Se quedó sin decir palabra mientras el retrato ardía por las esquinas hasta quedar reducido a cenizas negras.
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Nota: Con respecto a la impronta, impresión o grabado, esto se da en el mundo Omegaverse, donde es un mundo habitado por Alfas, Omegas y Betas.
Los Alfas son los que suelen grabar o imprimir a su Omega mordiéndole la nuca, y depende el autor de la historia, el vínculo que se crea es irrompible o no.
Esto varía según la historia. Hay historias donde sí es posible romper el vínculo, pero es muy doloroso para ambas partes y muchas veces los lleva a la locura.