CapĂtulo 4 Reencuentro incĂłmodo y amor verdadero
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La mañana después de que los dos regresaron de su luna de miel.
Claudia estaba tomando té después de cenar sola en el comedor.
Cesare, que terminĂł su comida temprano, se reuniĂł por la mañana con sus sĂșbditos y luego se levantĂł para aceptar solicitudes de audiencia de los nobles nacionales y los invitados del extranjero.
Claudia, que estaba perdida en sus pensamientos, dejĂł la taza vacĂa en el posavasos y hablĂł con Lily que estaba esperando a su lado.
«Lily.»
«SĂ, Âżte gustarĂa un poco mĂĄs de tĂ©?»
«No, no es asĂ. Quiero cambiarme rĂĄpidamente y ponerme mi traje de mañana».
Lily abriĂł mucho los ojos.
«¿SĂ? PrincesaâŠReina. ÂżA dĂłnde vas a salir?â
Claudia sonriĂł en silencio.
âEstĂĄ decidido. Voy al salĂłn del trono. Su Majestad el Rey ha recibido esta mañana solicitudes de audiencia con invitados. La reina tambiĂ©n deberĂa asistir, Âżverdad?»
La expresiĂłn de Lily se iluminĂł instantĂĄneamente.
âÂĄOh, lo entiendo! Lo prepararĂ© de inmediato».
Claudia mirĂł la espalda de Lily mientras salĂa del comedor con una expresiĂłn feliz.
DespuĂ©s de casarse con Cesare, no acompañó a Claudia en los asuntos pĂșblicos, tal vez por consideraciĂłn a la incapacidad de Claudia para adaptarse al nuevo entorno.
Claudia, que todavĂa era consciente de las miradas de la gente a pesar de estar parada frente a una gran multitud en la boda, quedĂł desconcertada por la consideraciĂłn de Cesare.
Pero-.
El corazĂłn de Claudia se conmoviĂł mucho durante su luna de miel.
Ella era claramente consciente de sus verdaderos sentimientos por Cesare y deseaba cumplir con sus deberes como esposa y Reina.
âReina, los preparativos estĂĄn completos. Vamos al tocadorâ.
Poco después, Lily regresó y sacó la silla de Claudia.
Claudia enderezĂł la espalda y se puso de pie.
Cuando Claudia se casĂł, Cesare preparĂł con anticipaciĂłn varios vestidos oficiales para la reina. Pero esta era la primera vez que usaba ese vestido.
Mientras llevaba una tĂșnica de color marfil con un cuello alto que cubrĂa su cuello y mangas que cubrĂan sus muñecas, y la faja naranja, el sĂmbolo del Reino Staseen, colocada diagonalmente alrededor de su hombro, su cuerpo se sentĂa tenso por alguna razĂłn. .
El cabello rubio platino estaba trenzado hacia arriba sin un solo mechón fuera de lugar y llevaba una pequeña corona.
En el espejo viĂł a una Reina un poco mĂĄs madura y elegante.
ÂżAlguna vez ha tenido una expresiĂłn tan digna?
«Ahh-. Eres realmente increĂble».
Lily suspirĂł con admiraciĂłn.
Claudia, sosteniendo un abanico, se dirigiĂł a la sala del trono del palacio con sus doncellas a la cabeza.
En la entrada real de la sala del trono, el secretario de Cesare, Eckhart, estaba con sus guardias.
Eckhart pareciĂł sorprendido cuando vio aparecer a Claudia al otro lado del pasillo.
Råpidamente pasó al frente e inclinó cortésmente la cabeza.
«Reina, no sabĂa que vendrĂas aquĂ a propĂłsito».
âÂżEstĂĄ bien si asisto a la audiencia con el invitado de honor?â
«SĂ, claro. Pero esta mañanaâŠÂ».
Eckhart, que suele hablar con calma, murmurĂł.
âSi no te importa, entrarĂ©. Por favor guĂame.»
Cuando hablĂł de manera digna, Eckhart rĂĄpidamente inclinĂł la cabeza y se dirigiĂł hacia la puerta de la sala del trono.
Eckhardt hablĂł en voz alta hacia la puerta.
«La reina Claudia estå entrando».
Desde el interior, la puerta se abriĂł de par en par de lado a lado.
Claudia se tomĂł la barbilla y entrĂł.
Desde esta puerta, puedes caminar directamente al trono ubicado en la plataforma de la sala del trono.
Cesare, que estaba sentado en el trono del rey, saludĂł a Claudia, que apareciĂł de repente, con una expresiĂłn ligeramente sorprendida.
âClaudia-. tĂș.»
MĂĄs tarde se me ocurriĂł que quizĂĄ habĂa actuado con presunciĂłn.
Me pregunto si el estado de ĂĄnimo de Cesare se habrĂa visto afectado por su repentina apariciĂłn.
Sin embargo, Cesare inmediatamente se levantĂł y le tendiĂł la mano a Claudia.
«Bienvenida, Reina».
MirĂł directamente a Claudia.
Su mirada estaba llena de afecto.
Cesare llevĂł a Claudia al trono y le susurrĂł en voz tan baja que sĂłlo ella podĂa oĂrlo.
«Estoy conmovido, Claudia».
Su corazĂłn se llenĂł de alegrĂa y orgullo.
EnderezĂł la espalda y se sentĂł en el trono.
Cesare se sentĂł en el trono junto a ella.
La visiĂłn del joven rey y su esposa sentados uno al lado del otro era como un hermoso cuadro.
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Después de la audiencia con varios invitados, Cesare habló con Eckhart.
«Eckhart, ¿puedes tomarte un descanso de unos 10 minutos hasta que le demos la bienvenida al próximo invitado?»
«Estå bien.»
Eckhart inclinĂł la cabeza y saliĂł por la puerta de la sala del trono.
«-ÂżPor quĂ© estĂĄs haciendo eso? Estoy bien. No estoy cansado⊠⊠. ÂżO faltaba algo en mi respuesta?â
Claudia hablĂł con Cesare, que estaba sentado con la boca bien cerrada.
ââClaudia. Tus acciones fueron perfectas. Incluso si buscas por todo este continente, no encontrarĂĄs una Reina tan hermosa, elegante y digna como tĂș. Todos los que te vean te alabarĂĄn unĂĄnimemente».
Cesare volviĂł la cabeza y hablĂł con voz profunda.
«Estås exagerando.»
Claudia era tĂmida y sus mejillas estaban coloreadas.
Cesare estuvo preocupado por algo por un breve momento y una profunda arruga se formĂł entre sus cejas.
Pronto hablĂł en voz baja.
«Claudia, el próximo invitado es una persona del Reino Godhart».
«Vaya-.»
Tomada por sorpresa, se quedĂł sin palabras.
âSi es un invitado de mi paĂs, debe tener un alto estatus. ÂżVerĂĄs a alguien que conozco?»
La expresiĂłn de Cesare se endureciĂł.
«Bueno. Este es el nuevo Primer Ministro del Reino Godhard, el Duque Simmel y su esposa».
âÂĄ!â
Claudia tragĂł el aliento inconscientemente.
âNuevo primer ministro⊠Entonces, Âżeste es realmente Bruno?»
Cesare asintiĂł.
«Bueno. Duque Bruno Simmel, su ex prometido».
«… …»
Le dolĂa el corazĂłn como si se lo estuvieran apretando.
‘Bruno… ⊠.’
La expresiĂłn llena de desprecio que viĂł la Ășltima vez que lo viĂł volviĂł a ella claramente.
«¿Has sido una mujer que se ha portado tan mal?»
No puede olvidar las voces llenas de burla y disgusto.
â⊠⊠.â
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