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CALOEDDLQE 87

06/02/2024

7. ÂĄEs mejor aceptar la pelea que se te presente! (3)

 

Clarabel también vio a Kenneth y Aelina alimentåndose cariñosamente con bizcocho.

Todos decĂ­an que se veĂ­a bien, que era hermosa y que querĂ­an tener una relaciĂłn asĂ­.

ÂĄChocar!

Clarabel se quedó sin palabras cuando escuchó esas palabras. Apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas redondas y bien cuidadas se clavaron en las palmas.

Los que hablaban animadamente entre ellos dejaron de hablar por un momento. Y la viĂł mirĂĄndola.

Clarabel sonriĂł lastimosamente a todos los que la vieron y no dijo nada mĂĄs. Solo eso hizo que dejaran de mencionar el tema.

“¡Ho, jo, jo, jo! MĂĄs bien, Lady Clarabel, esta es una fiesta de tĂ© verdaderamente maravillosa. Debes haber trabajado duro para prepararte».

«Así es. Esta es la primera vez que asisto a una fiesta de té tan maravillosa. Tan maravillosa como luce Lady Clarabel».

Clarabel sonriĂł levemente ante las palabras del Conde Bedllium, quien moviĂł su gordo vientre y su rechoncha barbilla y se lamiĂł los gruesos labios como salchichas.

«Gracias por el cumplido. Entonces vamos.»

«¥No! AĂșn quedan mĂĄs palabras de elogio para Lady. ÂĄEspere un momento por favor!»

El Conde Bedllium debiĂł sentirse muy decepcionado cuando tomĂł la mano de Clarabel y la masajeĂł.

Se me puso la piel de gallina, pero eso no podĂ­a arruinar su reputaciĂłn como una dama que siempre era amable con todos. Clarabel se obligĂł a levantar las comisuras de la boca y volviĂł a sentarse.

Entonces el conde Bedllium empezĂł a tocar seriamente la mano de Clarabel.

Mis manos, que nunca habĂ­an levantado nada pesado, estaban blancas y suaves. El Conde Bedllium comenzĂł a elogiar seriamente mientras se masajeaba las manos como si estuviera amasando pasteles de arroz.

“Señora, no hay absolutamente nadie tan noble como Dama en este mundo, excepto la familia real. ÂĄEl hermoso cabello rubio de Lady es como un tesoro y sus brillantes ojos verdes son tan hermosos como joyas! ÂĄY quĂ© pasa con ese cuerpo! DĂłnde salir, salir, dĂłnde entrar, entrar. El vestido que usaste hoy resalta bien tu cuerpo y es agradable a la vista. En particular, la prominencia de los senos es muy bonita”.

Clarabel solo pudo sonreĂ­r y escuchar en silencio mientras Ă©l continuaba elogiĂĄndola mientras la acosaba sexualmente de esa manera.

MĂĄs bien, otras personas a su alrededor los miraban en estado de shock.

El conde de Bedllium pareciĂł no darse cuenta de la mirada y contĂł esta historia con entusiasmo.

“Gracias, señor Bedllium. Si terminaste de felicitarme, simplemente me irĂ©. Tengo que pasar por otros lugares tambiĂ©n».

Clarabel, que escuchaba en silencio sin enfadarse, le quitĂł hĂĄbilmente la mano. Le sonriĂł alegremente, que todavĂ­a parecĂ­a tener mĂĄs que decir, y luego se dio la vuelta.

Como anfitriona de la fiesta del té, sabía que tenía que cuidar y prestar atención a los demås, por lo que el Conde Bedllium sació su apetito e hizo una promesa para la próxima vez.

Clarabel abandonó la mesa, se secó las manos sucias con un pañuelo y se dirigió a la mesa de al lado.

Los que se quedaron atrĂĄs internamente aplaudieron al ver que ella nunca mostrĂł enojo. Una dama noble en particular casi dio un paso adelante aunque no era asunto suyo.

Todos fruncieron el ceño ante la actitud del Conde Bedllium, que acosaba sexualmente descaradamente a la gente.

Mientras tanto, Clarabel reaccionĂł resueltamente por temor a disturbios. Estaba llena de admiraciĂłn y elogios por su actitud verdaderamente aristocrĂĄtica.

Clarabel rodeĂł todas las mesas y llegĂł a la Ășltima mesa con su etiqueta con su nombre, apretĂł los dientes y se sentĂł.

“Encantado de conocerlos a todos. Soy Lady Gruffis, la anfitriona de esta reuniĂłn de la fiesta del tĂ©. ÂżEstĂĄs disfrutando la fiesta?»

Clarabel se inclinĂł elegantemente con la mano derecha colocada sobre el corazĂłn y se sentĂł en su asiento.

Kenneth no la mirĂł en absoluto y sĂłlo se centrĂł en Aelina.

Aelina pensĂł en ignorar el saludo, pero sabĂ­a que la tacharĂ­an de arrogante si lo hacĂ­a, asĂ­ que lo aceptĂł.

“Bueno, me estoy divirtiendo. Gracias por invitarme.»

“
 Si es asĂ­, estĂĄs de suerte. Esta es tu primera vez en esta situaciĂłn, asĂ­ que te enseñarĂ© bien».

«No hay necesidad de eso. Mi Ael no es alguien que merezca que le enseñen».

Fue Kenneth quien rechazĂł rotundamente la oferta de Clarabel. Realmente parecĂ­a pensar eso.

Clarabel se sintiĂł momentĂĄneamente avergonzada y cerrĂł la boca.

«Por supuesto que es. DespuĂ©s de todo, mi madre le enseñó y no hay nada mĂĄs que valga la pena aprender”.

Cuando Celeste se uniĂł, se quedĂł aĂșn mĂĄs sin palabras.

Clarabel escuchĂł con la boca cerrada y luego su expresiĂłn se relajĂł.

«Ya veo, cometí un gran error».

AbriĂł la boca con la esperanza de humillarla de alguna manera, pero terminĂł humillĂĄndose a sĂ­ misma.

Clarabel sonrió alegremente por fuera, pero por dentro estaba pensando furiosamente en qué hacer a continuación.

Mientras tanto, lo que le llamĂł la atenciĂłn fue el conde de Bedllium.

Clarabel, que habĂ­a estado observando la conversaciĂłn mientras continuaba la conversaciĂłn sin sentido, se levantĂł de su asiento.

“Espero que hayas disfrutado lo suficiente de la experiencia. Entonces supongo que tendrĂ© que conocer a otras personas».

Aelina se preocupĂł por primera vez cuando vio a Clarabel irse antes de lo esperado.

Si ella fuera la persona que conocĂ­a, no habĂ­a manera de que retrocediera asĂ­.

Sintiéndose ansiosa, Aelina tomó la mano de Kenneth sin siquiera darse cuenta.

Kenneth, que se habĂ­a estremecido ante la calidez de Aelina que de repente le tomĂł la mano, tomĂł la de ella.

“No hay necesidad de estar ansiosa. Te lo dije, te protegeré».

“
 Sí, todavía me preocupa que se retire silenciosamente de esta manera”.

Aelina miró a Clarabel dirigiéndose en otra dirección con expresión preocupada.

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