Ella podía decir que estaba furioso pero no podía entender por qué.
Iris jadeó y Ernest la miró sombríamente antes de caminar hacia ella amenazadoramente.
-Ernesto, hermano, ¿qué ha pasado?- Rosemary preguntó frunciendo el ceño con preocupación. Nunca antes había visto a su hermano con ese aspecto.
La respiración de Iris se aceleró al ver a Ernest acercándose a ella. Había ocurrido algo que no había pensado que fuera posible.
No!
¿Se había dado cuenta de que Iris le había administrado una poción de amor?
Iris se puso pálida y sintió miedo.
Si se hubiera dado cuenta, ella ya debería estar en un calabozo. Ya sea intencionalmente o no, no sería posible dejar ir a alguien que dosificó al Rey del país. Entonces, si se hubiera dado cuenta, debería haber una serie de caballeros que lo acompañaran para arrestarla, dada la posibilidad de que pudiera dañar a la princesa.
Pero no había ningún caballero ni sirviente con él. Sin embargo, era aterrador por sí mismo.
¿Qué ha pasado?
¿Por qué estaba tan enojado con ella?
Ernest entró en la silenciosa habitación y miró a Iris; sin siquiera echar una mirada a su hermana, y agarró la delgada muñeca de Iris con fuerza y tiró de ella.
Ella gritó sorprendida por el dolor. El impulso hizo que golpeara la mesa de té haciendo que las tazas y los platos repiquetearan.
-Lo siento- dijo Ernest de inmediato. Pero su rostro se contrajo de ira y la levantó y la arrojó sobre su hombro.
-¡Oh no! ¡Por favor bájeme…!-
Ella era una humana, no un peluche. A pesar de su lucha, la abrazó con fuerza. No tuvo más remedio que aferrarse a su ropa para salvar su vida.
-Rosemary, me llevaré a Iris-. le anunció a su hermana. Ella estaba atónita por sus acciones.
¿Por qué estaba enojado?
A pesar de su enfado, se había arrepentido cuando su cuerpo golpeó la mesa. Si no se había dado cuenta de que estaba bajo un hechizo de amor, ¿cuál era el problema?
Rosemary intentó detenerlo en nombre de Iris, – ¡Espera, Ernest! ¿Qué vas a hacer con Iris?-
Ella no podía entender lo que estaba pasando. Pero Ernest la ignoró y sacó a Iris de la sala de estar.
Excepto que se detuvo cuando llegó a la puerta y se volvió hacia ella.
-¿Ernest?-
-Quiero asegurarme de que mantengas a tu importante cuñada tal como está-.
-¿Qué quieres decir con mantenerla como está…?-
Ernest le dedicó una sonrisa triste y abandonó la sala de estar privada de Rosemary.
Era como un lobo rodeado por un aura de ira fría.
¿A dónde la estaba llevando?
El silencio entre ellos mientras caminaba por los largos pasillos hizo que su ansiedad aumentara.
-Ernesto, podrías…-
-¿Crees que si te dejan caer desde esta altura no sentirás dolor?-
Ernest la había visto, sabía que quería que la bajaran. Pero la amenazó con su tono frío. Definitivamente estaría herida si la dejaba caer.
Se le heló la espalda pensando que realmente la dejaría caer. Se mordió los labios y se quedó callada. Este no fue un simple incidente.
Llegaron a sus habitaciones donde despidió a las sirvientas.
¿Qué estaba pensando ahora?
No podía imaginar lo que iba a hacer en el dormitorio o por qué estaba enojado con ella. Sus ojos dorados parecían heridos.
Cerró la puerta con un fuerte golpe sin importarle que Iris cargara sobre su hombro. Caminó hasta la gran cama y la arrojó sobre ella.
Ella jadeó por el impacto.
La cama era blanda y su caída no le produjo ningún dolor como si hubiera sido el suelo, pero tal violencia no se parecía en nada a Ernest.
Antes de que pudiera recuperar su ingenio, Ernest estaba encima de ella.
Ella lo miró a los ojos oscurecidos y no pudo evitar preguntar: – ¿Qué pasó?-
¿Qué pasó para que se comporte de esta manera?
Ernest le acarició la mejilla mientras la miraba a los ojos violetas. Su rostro se distorsionó por la ira cuando preguntó:
-¿Es tan doloroso estar a mi lado que le pides ayuda a Matthias para escapar de mí?-
Atrás | Novelas | Menú | Siguiente |