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MCER- 33 El corazón de la dama

30/01/2021

-¡Ahn!-

Su cuerpo saltó por la conmoción y el repentino aumento de placer.

Ernest continuó empujando sin esperar a que Iris recuperara el aliento mientras su espalda se arqueaba. Su acto sexual fue feroz y enojado, lo que le dio a Iris una terrible sensación de opresión similar a la primera vez. Pero su cuerpo desvergonzado le respondió.

-Ah~ no~ ah~ ah~ –

Aunque quería decirle que se detuviera, los únicos sonidos que salían de su boca eran dulces gemidos.

La cama chirrió obscenamente cuando Ernest se movió dentro de ella. Iris se sintió asaltada por el dulce placer que acompañaba al dolor. Ella negó con la cabeza de un lado a otro para que se detuviera.

-No, ahn ~ –

-Soy el malo-. Ernest dijo mientras pasaba su mano por su cabello sedoso y desordenado, y besaba sus párpados húmedos. (nefe: Bueno, en última instancia, es culpa tuya y de Matthias)

Se preguntó cuándo había comenzado a llorar.

Ella lo miró con ojos llorosos y perpleja.

-Pero no importa cuánto te disguste, no puedo dejarte ir-. Dijo antes de tomar su beso, robándole el aliento y haciendo que su pecho se contrajera.

Pero ella realmente no podía quedarse.

Iris intentó abrazarlo, pero recordó que tenía las muñecas atadas.

-Ernest, por favor… quítamelo… ah-

-Si te lo quito, me alejarás-.

-Eso… – Iris dudaba en responder, pero él tomó su vacilación como una afirmación de sus palabras.

Ernest continuó empujándose dentro de ella, moviéndose indecentemente. Él mordió su cuello, ella agarró las sábanas sobre su cabeza tratando de mitigar el miedo que brotó en su corazón.

-¡Ay! Oh ~ –

Ernest lamió el área que había mordido, Iris se sintió mal por sentir un placer que superó su dolor. Ella no podía entenderse a sí misma. Quería huir de estas emociones. Usó sus tacones para levantar el cuerpo de la cama, pero Ernest la agarró por la cintura estrecha y la atrajo hacia él con fuerza.

-Ahh ~ – ella gritó, atrapada en una fuerte ola de placer cuando él la penetró más profundamente con su masculinidad. Ella sufrió un espasmo profundo a su alrededor.

-Ah, no ~ no más ~ –

Ya no era consciente de lo que decía, pero entre sus gemidos de placer surgieron palabras de rechazo.

Cada vez que empujaba contra ella, su pecho se frotaba contra sus endurecidos pezones carmesí. Su pelvis empujó dolorosamente contra el capullo hinchado que había emergido de su capucha.

Ella estaba en un estado de placer-dolor. Pero era imposible evitar que sus caderas se balancearan lascivamente contra Ernest.

-Iris, no me rechaces-.

El ritmo de su piel chocando llenó la habitación. Trajo dulces placeres más allá del dolor.

-Por favor, Iris-. Su voz temblaba contra el tímpano de Iris, haciéndola sentir extraña. Su aliento caliente acarició su piel sensibilizada mientras decía: – Por favor, no intentes apartarte de mi lado-. (nefe: Tal vez decirle la verdad para que salga de su mal humor podría ayudar. ¿No crees?)

Ernest persiguió a Iris con profundo placer. Tenía calor y sentía que iba a perder la cabeza, pero tenía ganas de llorar.

-Ernest… – gritó ella, pero no sabía qué hacer. ¿Qué podía hacer o decir para evitar que le doliera el corazón?

-Iris, te lo ruego, todo lo que necesito eres tú-.

Si no estuviera bajo los efectos de la poción de amor, ¿qué tan feliz estaría Iris al escuchar esto?

Pero ella se había arrepentido durante mucho tiempo. ¿Por qué había usado la poción de amor? Lo lamentaba cada vez que Ernest mostraba su afecto. Sintió que había cometido un error tonto, permitiendo que Matthias la convenciera de usar la poción. Había hecho una elección patética.

-Ernest… Ernest… —gritó su nombre. Aunque pensó que llorar no resolvería nada, no pudo evitar que las lágrimas se desbordaran. Ernest le secó las lágrimas con un beso y la besó. Ella probó las lágrimas saladas en sus labios.

Sus muslos comenzaron a convulsionar a su alrededor, y sus piernas comenzaron a patear el aire una y otra vez. Ernest la abrazó con fuerza mientras su espalda se inclinaba. Su esbelta cintura tembló cuando alcanzó el clímax, su tarro de miel se estremeció furiosamente alrededor de su carne buscando desesperadamente algo.

-Iris…- gritó con voz ronca mientras eyaculaba su caliente sustancia blanca profundamente dentro de ella.

Se sintió como mucho tiempo, Iris sintió que la cantidad de espíritu que quedaba dentro de él se derramaría de su unión. Su cuerpo temblaba mientras gemía débilmente. Pero su pene, enterrada profundamente dentro de ella, no redujo su tumescencia. Todavía estaba duro.

-Aún no…-

-¿Hmm?- respondió ella adormilada mientras parpadeaba suavemente hacia él.

Ernest tiró de ella para que estuviera sentada a horcajadas sobre él como esa noche en la habitación secreta.

-Oh ~ ah ~ – gimió mientras él la perforaba profundamente. Ella se meció contra él de placer e incomodidad. Ernest le rodeó el cuello con los brazos atados y la sujetó por la cintura.

-Me aseguro de que se quede en tu útero.-

¿Qué está diciendo Ernest? Iris arrugó las cejas con confusión.

Sus grandes manos calientes se aferraron a su cintura cuando dijo: – Nunca te dejaré ir-.

Estaba empapado de sudor mientras besaba los labios rojos e hinchados de Iris. Al mismo tiempo, levantó a Iris y tiró de ella sobre su bulto de carne hasta la base. Podía sentirlo en lo profundo de su interior.

-Oh ~ ah ~ – gritó mientras él continuaba saqueándola. Cada vez que el fluido blanco se empujaba hacia su interior, producía un sonido obsceno audible.

Aunque su cerebro no le creyó, su corazón estaba lleno de alegría. Atrapada en un sentimiento de triste inferioridad, todavía estaba feliz en su corazón. Se sintió desgarrada por estos sentimientos encontrados.

Entonces, por ese momento, Iris dejó que su cuerpo se balanceara. Cerró los ojos olvidando la realidad y escapándose al mar del dulce placer.

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