El gran cuarto de baño estaba tenuemente iluminado. Los pétalos de rosa flotaban sobre el agua en la gran bañera y el aroma de las flores llenaba el espacio.
-Hn ~ – un dulce suspiro fue expulsado de sus labios mientras la besaba.
Iris estaba sentada en los brazos de Ernest en el agua.
-Iris…-
Ernest la llamó por su nombre lleno de amor. Volvió a besarla, entrelazando su lengua con la de ella.
Iris se sintió eufórica.
Después de que la verdad salió a la luz y Ernest le explicó a ella, habían hecho el amor. Iris se había querido limpiar, pero Ernest había insistido en acompañarla.
Ernest siguió besándola; podía oír el sonido obsceno de sus besos. El sonido provocó un dolor de esperanza en Iris. La gran mano de Ernest vagó por el cuerpo de Iris avivando las llamas de su deseo. Ella no pudo evitar gemir.
La erección dura era como una criatura con diferentes intenciones cuando ella tocó su duro y musculoso pecho mientras se aferraba a él, reaccionó. Iris lo encontró extraño, pero extendió la mano y tocó la cuña caliente con curiosidad, lo encontró bastante lindo y extraño.
Ernest la abrazó con mas fuerza para detener sus movimientos.
-A mi princesa le gustan las travesuras-, dijo.
Su aliento estaba caliente contra su oído, ella se sonrojó. Solo se dio cuenta de la audacia de su acción.
-Um, yo no… yo no estaba…- balbuceó sintiendo como si hubiera hecho algo mal. Ernest miró a Iris que obviamente estaba molesta, se rió entre dientes.
-No puedo soportar la audacia; eres demasiado adorable-. Le dijo a ella.
Ella sintió que era vergonzoso, pero su cuerpo palpitaba en respuesta a su voz brillante. Iris cerró los ojos tratando de soportar el creciente calor dentro de ella.
En ese momento, Ernest la levantó y la colocó en el borde de la bañera.
-La semana pasada, fui el único que disfrutó. Así que esta noche te voy a dar placer-.
-¿Eh…?-
Si bien él había sido contundente la semana pasada, Iris había sentido placer. Iris se preguntó por qué él pensaría tal cosa. Tal vez se había sentido culpable cuando Iris le había dicho que no le gustaba estar atada. Sus ojos dorados brillaron cuando prometió priorizar su placer esa noche.
-Ernest…-
-Iris, tienes mi promesa, haré todo lo posible para asegurarme de que no odies este acto-.
Ernest le separó las piernas y se colocó entre ellas.
-Sí, definitivamente necesito hacer mi mejor esfuerzo…- dijo suavemente mientras envolvía su mano alrededor de su modesto pecho y presionó sus labios contra su piel resbaladiza.
-Después de todo, este es el mejor-, suspiró, enamorado, – el tamaño es perfecto, y se sienten suaves y agradables. Ahora sé que son míos, me siento realmente aliviado-.
-Ah~ no hables en contra de ellos… ¡nn!-
Su aliento caliente contra su piel envió una dulce parálisis por su cuerpo. Ella no pudo resistir mientras su brazo sostenía su cuerpo contra él.
Ernest siguió besando y chupando la carne de sus pechos; la besó muchas veces dejando pétalos rojos esparcidos por toda su delicada piel. Iris soltó un leve maullido debido a la estimulación de la luz. El calor entre sus piernas comenzó a hervir a fuego lento y su néctar comenzó a acumularse.
-Tu piel es tan suave y tersa-.
Susurró antes de lamer la punta de un pezón.
-Oh ~ – ella gritó.
-Hmm, tu pezón es duro y dulce-.
Revolvió el duro cogollo con la lengua como para probar la elasticidad y el sabor.
-¿Crees que hay miel ahí?-
-Ah, eso no puede ser… ahn ~ –
Incapaz de soportar las sensaciones que estaba provocando mientras le chupaba el pezón, ella se aferró a su cabello blanco plateado. Ernest esbozó una sonrisa maliciosa. Estaba siendo travieso; No había forma de que un rey inteligente pensara que la miel salía del cuerpo humano. Pero le chupó los pezones como si buscara esa miel. Mientras se burlaba de su areola con los labios, empujó la punta de su pezón con la lengua.
-Oh ~ ah ~ –
Ernest empezó a juguetear con el otro pezón, haciéndolo girar con el pulgar. Se endureció aún más, poniéndose rojo bajo sus cuidados.
Ambos pezones estaban siendo molestados al mismo tiempo, su cuerpo no podía evitarlo, quería frotar sus rodillas juntas. Pero Ernest estaba entre sus piernas.
Sintió el apretón de sus piernas a su alrededor.
Iris no podía frotar sus piernas juntas para mitigar el dolor entre ellas, las lágrimas llenaron sus ojos. Aunque nunca había sido una llorona antes de Ernest, se había convertido en una.
-Ernest…- gritó. Ella estaba avergonzada.
-¿Hmm? ¿Quieres venir?-
Ernest había notado que el estímulo no era suficiente para Iris, pero que él le hiciera esa pregunta era bastante cruel. Iris no respondió, pero Ernest la miró con deleite.
-Realmente no puedo soportarlo; Estoy preocupado porque eres demasiado linda-.
-Incluso si dices esto…-
-Hagamos lo que quieras…- dijo con un brillo malicioso en sus ojos dorados.
El cuerpo de Iris estaba expectante e inundado de miel con anticipación. Ella extendió los brazos para rodearle el cuello, pero él la agarró por las piernas y las puso sobre el borde de la bañera.
-¿Ah?-
-Esta noche, prometí darte placer, ¿no?-
Las llamas de la lujuria en sus ojos se sentían como si la estuvieran abrasando.
-Sí, pero…-
-Iris, por favor déjame amarte totalmente-.
Ernest también estaba siendo inteligente; sabía que Iris no lo rechazaría. Él la miró con amor.
Iris estaba avergonzada, pero le dejó hacer lo que quería.
Ernest sonrió alegremente y enterró el rostro entre sus piernas.
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