“Has crecido como una mejor mujer de lo que podría haber imaginado”
Cesare movió su cola y río como una serpiente de cascabel anticipando su presa. Por un momento sus verdaderas intenciones fueron reveladas, para luego volver a usar la misma mascara de suavidad e inocencia.
“Lady Damia”
Él se adelantó a su paso, se colocó frente a ella y tomo su mano. Luego mientras sujetaba con firmeza aquella mano, la beso suavemente como se esperaba que hiciera un hombre soltero para cortejar a una dama de alta sociedad.
“Estas tan bella como un sueño esta noche. Por favor diviértete durante su estadía”
Damia sonrió levemente. Cesare acababa de declarar con aquellas acciones que ya no deseaba tratarla como una hermana, sino más bien como una mujer.
En ese caso ella no tenía más opción que protegerse a sí misma con todo su ser. Damia río fingiendo ignorancia en aquella declaración de guerra y deliberadamente mencionó el nombre de Kael frente a él.
“Gracias hermano. Así que, la estrella de hoy es… Existe una ¿Verdad?. Quisiera decirle adiós a Kael antes de que se vaya”
Cesare aun sonreía pero Damia ya no podía verlo. Sus ojos que eran como el agua hace unos momentos, ahora estaban congelados como invernales estalactitas.
Solo había un motivo por el cual ella había obtenido una reacción del indiferente y frio de corazon Cesare, ello era debido a que el odiaba a Kael Roysten, el protagonista de aquella fiesta de despedida.
El motivo era bastante claro: Kael había sido el primer y único amor de Damia.
“…¿Kael? Cierto… Ya no volverás a verlo cuando deba irse mañana. Por supuesto, quieres darle tus felicitaciones” respondió Cesare con una fiera sonrisa que parecía ser sangrienta.
Damia suspiro internamente ante el signo de aquella expresión.
Como se esperaba, Cesare debía estar involucrado en la abrupta partida de Kael ya que no era un hombre que dejaría a Damia sin dar la pelea pero esta vez ella no era el objetivo de sus trucos sucios, de alguna manera había involucrado a Kael en su lugar.
A pesar de que ella sabía todo esto bajo la miraba y le pidió un favor a Cesare con su cabeza agacha.
“Quisiera despedirme de Kael así que por favor dime donde se encuentra… Por favor Cesare… Hermano”
Ella hubiera querido mantenerse firme en frente de su hermano hasta el final, pero su voz temblaba lastimeramente. Aquella solicitud sonaba más bien como una súplica melancólica.
No tenia mas remedio que hacerlo de esa manera, Cesare era demasiado bueno controlando a las personas. Era paciente y meticuloso y por ello es que Kael lo admiraba.
Kael, quien había sido aislado de la familia del Marqués Roysten, era solitario e inocente así que cayó fácilmente por los trucos de Cesare. Su entrada como postulante a paladin así como su viaje al norte eran resultados de las diversas manipulaciones de Cesare, a quien se refería como su “Respetado hermano mayor”. Era por esto que Damia tenía miedo, a Kael no le interesaban estas fiestas y estaba a pocas horas de viajar así que probablemente ni siquiera estaba en aquel lugar.
Cesare tenía libertad absoluta para aplastar a Kael en sus manos si así lo quisiera.
“Por favor, si no puedo verlo no podré darle mi último adiós…”
Damia no tenia mas opción que admitir su derrota, había perdido ante su hermano ya que Kael lo había preferido antes que a ella. Por ello es que Damia hizo aquella reverencia, reconociendo al ganador de aquella contienda, poniendo así fin a su largo amor no correspondido.
“De acuerdo”
Cesare observó a Damia con una mirada indescifrable para luego abrir la boca. Por suerte sus palabras a su hermana fueron más suaves que antes.
“Será mejor que te resignes a este paso… Por ti y por mi”
Damia escuchó con atención aquella amenaza velada y miró hacia la dirección que le indicaba su hermano, para luego dirigirse hacia aquel lugar.
Mientras corría hacia el lugar indicado intentaba ignorar la mirada penetrante que le hacía sentir su cuello apretado. Ella corrió hacia los jardines sin remordimientos acerca de como habria sido vista por los demás.
Usualmente había acudido a aquel lugar a jugar desde que era una niña junto con un joven Kael así que conocía muy bien el lugar, como si fuera la palma de su mano. Damia cruzó un campo lleno de rosas, rodeo una esquina de la mansión y paso por una fuente con la estatua de un ángel.
Comenzó a mirar por los alrededores de la fuente hasta que encontró a un joven hombre con cabellera azul, solo en el balcón del segundo piso mientras observaba el lago en la noche llena de estrellas.
“Kael”
Ella cuidadosamente mencionó el nombre de la persona que había amado durante más de diez años.
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