Iris se quedó en silencio, con una expresión más triste de lo que era consciente en su rostro.
Ernest respiró hondo y le entregó los papeles y la pluma a Sirius. Con su mano libre, le acarició la suave mejilla,
-Iris, mi mente, mi corazón no cambiará-.
-Pero…-
Ernesto la silenció con la mirada, -¿Sabías que nunca me ha gustado otra mujer antes que tú?-
-Dices eso ahora pero…-
No era ingenua al pensar que era tan buena como otras mujeres. Iris no creyó ni por un momento que sin la poción de amor tendría a alguien como él.
Pero Ernest pasó la yema de su pulgar por sus labios, mientras Iris estaba hipnotizada por su mirada dorada.
-Iris, eres la única a la que amaría, ahora y en el futuro. Solo te quiero a ti-
Sus dulces palabras sacudieron su membrana timpánica.
De verdad…
En el momento en que se arrepintió de haber fallado ayer, ¿por qué sintió un ligero dolor en el fondo de su corazón?
Pero ella se inclinó hacia adelante, encontrando su mirada dorada con la violeta,
-Incluso si su corazón no cambia, todavía debe haber una posibilidad para permitir una concubina-.
-¿Por qué?-
-Porque los niños son regalos. No hay garantía de que concebiré y daré a luz a un heredero-.
En el fondo, Iris estaba feliz de que él se comprometiera a amarla solo a ella, aunque sabía que todo era inducido por la poción de amor. A pesar de esto, sabía que no era experta en monopolizar este falso amor, no podía decir necesariamente que tendrían una conexión verdadera sobre todas estas posibilidades inciertas.
-Creo que eso también se aplica a mí.-
-¿Qué?-
-La razón por la que no tenemos hijos podría ser yo también-.
Esta reacción, para ser honesta, era inesperada.
Ernest le sonrió amorosamente a Iris. La mente de Iris estaba llena de una mezcla compleja de tranquilidad y ansiedad.
-No te preocupes por eso; incluso si no tenemos hijos, no soy el único miembro de la realeza que existe. Habíamos decidido que el futuro hijo de Rosemary sería el siguiente. Así que Iris, calma tu corazón y acepta ser mi esposa-.
La noche anterior, ella lo había considerado un astuto rey de vientre negro (Yani: hace referencia a personas que son superficiales y amables, pero oscuras y malvadas por dentro), pero su sabiduría era incuestionable.
Mientras Iris pensaba en cómo respondería, Sirius habló: -Como dice Su Majestad, el problema es que la sucesión es importante pero no tan importante como Su Majestad esté casado-.
Se ajustó las gafas y continuó: (nefe: Imagínese el ajuste llamativo de las gafas megane aquí) -Como debe haber oído, Su Majestad no se relaciona bien con las damas. Pero hay asuntos en el funcionamiento del país, relaciones domésticas y diplomáticas que requieren una Reina. La presencia de una reina en estos asuntos puede marcar una gran diferencia. En pocas palabras, lady Iris, será meritorio para Su Majestad si acepta casarse con él-.
-Y- dijo Matthias agregando más clavos a su ataúd, -¿no está Su Majestad de acuerdo en que puede continuar con su trabajo de encaje?-
Debería estar de su lado.
-Aunque creo que estarás muy ocupada como reina, aún quiero que vivas lo más libremente posible-.
-Mira, no hay más problemas. Felicitaciones, Iris-. Matthias dijo con una amplia sonrisa.
Iris estaba cada vez más frustrada con él.
Tal vez, estaba actuando de esta manera porque Iris no había logrado capturar al objetivo real. Así que Matthias solo tenía que estar completamente a bordo. Porque, de no ser así, estaría atada a un hombre que Leticia había elegido. Ese era un destino más horrible.
Pero Iris todavía se sentía presionada por los tres hombres en la habitación. Todavía no sabía cómo responder, cuando Ernest dijo: -Anoche encontré esto en un bolsillo de tu vestido-, mientras sostenía el bonito frasco que contenía las píldoras de poción de amor rosa restantes.
-¿Eh?-
-¿Que hay dentro de ella?- preguntó inclinando la botella de una manera u otra.
Iris palideció. Intentó alcanzar la botella, pero se le escapó de las manos.
-Parecen simplemente dulces-.
-Eso…-
-Pareces un poco asustada-. dijo, mirando la botella con una expresión que ella no pudo entender.
¿Qué debería hacer ella? ¿Por qué se olvidó del vial? ¿Por qué reaccionó tan nerviosamente?
Aun así, tenía que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.
¿Y si examinaba el contenido del frasco y descubría que era una poción de amor? Si eso sucediera, ¡Iris y el marqués de Reinfeldt estaban perdidos! Iris pensó frenéticamente en cómo salir de esto,
-Bien…-
-¿Bien?-
-Estaba avergonzada-.
Ernest enarcó una ceja. ¿Fue su respuesta inesperada? (nefe: ¿Qué? ¿Querías que dijera que es una poción de amor?) La miró de forma extraña.
-¿Te avergüenza tener este frasco?-
-Sí, ha pasado un año desde que asistí al baile real, estaba muy nerviosa por eso, así que para calmar mi corazón traje mis dulces favoritos, pero…-
-Los encontré-.
-Si, bien. Parece bastante infantil, solo que no quería parecer infantil-.
La excusa puede parecer incongruente con su fuerte apariencia, pero esperaba que fuera aceptada.
-Iris está diciendo la verdad, Majestad- dijo Matthias con una sonrisa. -La vi con eso ayer. ¿Quiere una declaración jurada a tal efecto?-
Iris pensó que sería mejor si decía algo lógico, pero su voz estaba atascada en el fondo de su garganta.
Ernest hizo un gesto con la mano con desdén. -No, no tienes que hacer eso. Incluso si solo son dulces, me estaba volviendo loco de celos de que alguien más se lo diera-.
-Awww, parece que Su Majestad es de mente muy estrecha cuando se trata de la mujer que ama-.
-¿Hay algún hombre en este mundo que no lo sea? Espera, recuerdo que durante nuestros días en el internado, siempre estabas en una relación con una mujer u otra…-
-Su Majestad, ¿puede dejar de decir cosas extra ante mi cuñada?-
Ernest y Matthias eran bastante casuales entre ellos, pensó al ver el intercambio. Entonces recordó que tenían la misma edad y debían haber ido a la misma escuela. Matthew era el segundo hijo del ducado de Fairfax, que estaba relacionado con la familia real a través de algunas reinas.
-Solo estaré satisfecho si me la dejas-. Ernest dijo inesperadamente.
-¿Eh?- Iris se quedó boquiabierta de sorpresa cuando Ernest descorchó el frasco y dejó caer un dulce rosado redondo en su mano.
Pero no era Iris en la mirada de Ernest mientras comía el dulce. Fue Matthias.
¡Oh no! Terminaría siendo problemático si terminara de esta manera.
-¡Ernest!- gritó mientras saltaba más cerca de él y presionaba sus labios contra su nariz, bloqueando intencionalmente su vista.
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