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MCER- 18 Pequeñas piezas

16/12/2020

Iris se sonrojó sorprendida por el comentario de Rosemary, pero la joven se veía muy seria.

-Lo siento, te sorprendí-.

-…un poco-.

-Pero es verdad-. Sirius me lo dijo.

Rosemary hablaba con frecuencia de Sirius, el primer ministro. Sin embargo, llevaba mucho tiempo con Ernest, era dos años mayor que él. Tendría una buena comprensión de la vida amorosa de Ernest.

Iris se advirtió a sí misma de no pensar en cosas innecesarias, aunque pensó que era bastante extraño.

Rosemary se recostó y suspiró: -No lo he escuchado directamente de él, pero creo que mi hermano no es bueno con las mujeres debido a nuestras hermanas-.

-¿Hmm?-

Rosemary fue la quinta princesa de Berghausen, tenía cuatro hermanas mayores. Las otras hermanas ya estaban casadas con otras familias reales.

-¿Las otras princesas…?-

-Sí, no estamos muy cerca pero…-

-Pero…-

Nuestras hermanas mayores trataban a Ernest como a su cuerpo de perro, creo que por eso.

Al escuchar esto, Iris tuvo un sentimiento un poco complicado en su corazón; si uno es de la familia real o de la familia Reinfeldt, tener problemas con sus hermanos era lo mismo en cualquier hogar.

Iris suspiró.

-¿Es eso así?-

-Sí, pero no conozco los detalles de las mujeres que no puede manejar… pero creo que si eliges abandonarlo, el hermano mayor se convertirá en un cadáver viviente. Eres la única mujer con la que ha elegido estar cerca-. (nefe: ¡¿Qué es este chantaje emocional?!)

Dándole a Iris una cálida sonrisa, volvió a concentrarse en coser diligentemente el pañuelo.

Rosemary, decidió Iris, ha crecido como una mujer de buen corazón que amaba mucho a su hermano mayor.

Había pensado, cuando los vio bailar en el baile, que se llevaban bien.

«Si tan solo fuera real».

Si tan solo el amor de Ernest por ella fuera real. Si el efecto de la poción de amor terminara y se revelara el engaño, ¿Rosemary se sentiría herida?

Un dolor agudo atravesó su pecho. Este dolor fue la evidencia de su culpa. El crimen de manipular la mente de una persona no solo los afectó a ellos, sino a sus personas cercanas. Los ojos violetas de Iris se oscurecieron.

Pero luego Rosemary infló sus mejillas en una expresión de disgusto, (nefe: Oh Japón, las mejillas infladas solo son lindas en los personajes de anime. Aunque, tal vez debería imaginar que son personajes de anime)

-A diferencia de Sirius, que solo duerme teniendo aventuras de una noche-.

-¿Eh?-

-Cuando le regaño, me dice que solo soy una niña-.

Iris se olvidó de sus propios problemas y miró a Rosemary. Parecía como si hubiera estado molesta con Sirius por un tiempo. Sus emociones estaban por todo su rostro; incluso su cara enojada era bastante linda. Su expresión decayó y parecía que estaba a punto de llorar.

-Aun así, lo amo-. Dijo con voz temblorosa.

-Rosemary-

-Aunque sé que no puedo igualarlo en absoluto, todavía me agrada…-

Fue por Sirius, que estaba esforzándose torpemente con su bordado, a pesar de que podía lastimarse los dedos. 

Rosemary le había dicho, la primera vez que visitó a Iris, que quería ser la mujer que capturara el corazón del Primer Ministro y que haría todo lo posible por capturarlo.

-No te preocupes por mí, estoy bien. Definitivamente haré que me ame-

Su estatus era más alto que el de las mujeres del país, tenía una apariencia adorable que hacía que la gente la protegiera y la mimara. Vivió la vida sin inconvenientes. Lo tenía todo pero no dudó en luchar por el corazón de la persona que quería. ¿Por qué la risa de la flor de durazno de Rosemary atravesó la parte débil del corazón de Iris?

-¿Por qué no terminamos primero el pañuelo y lo sorprendemos?- (nefe: sí, vamos a sorprenderlo con algunos puntos de cruz)

-Sí, haré lo mejor que pueda. Pero Iris, he vuelto a equivocarme.-

Dijo ella con los hombros caídos. Iris sintió pena por la niña más joven, dejó a un lado su trabajo y fue a sentarse cerca de Rosemary y la ayudó a desenredar su nudo.

Continuaron trabajando, sin notar que el sol se había puesto.

Hubo un golpe en la puerta,

-Rosemary, voy a entrar-

Ernesto entró sin pedir permiso, pero a Rosemary no le importó.

-Hola hermano- dijo alegremente, -¿Qué ha pasado?-

Iris había comenzado a acostumbrarse a su hermoso rostro por mirarlo todas las noches. Pero a pesar de que estaba acostumbrada a él, se ruborizó al recordar las palabras de Rosemary.

Ernest se acercó a su hermana y levantó un hermoso paquete, -Una entrega de Sirius-.

Rosemary dejó su bordado a un lado y tomó el paquete.

Iris estaba familiarizada con el empaque. Vio como Rosemary abría el paquete y un dulce aroma llenó la habitación.

-¡Es de Florentin!-. Ella exclamó.

-He oído que la panadería es popular en la ciudad. Pasó por la tienda y lo compró. ¿Estás feliz, Rosie?-

-¡Yo soy! ¡Muy feliz! Tengo que agradecerle a Sirius cuando lo vea-. Ella respondió con una sonrisa floreciente.

Mientras Iris sonreía mirándola, recordó que la tienda Florentin tenía muchos clientes haciendo cola para recibir los productos horneados de la tienda. Lo sabía porque el sastre al que le vendió sus encajes estaba situado en la misma calle que Florentin, e Iris solía ver una larga fila de gente afuera.

¿Sirius podría haber esperado allí para comprarle el pastel? Si lo había hecho, era bastante diferente al tipo de persona que Iris había imaginado que era. Entonces, aunque Rosemary estaba al tanto de sus relaciones con las mujeres, él puede pensar en ella de manera diferente. Pero era difícil medir las emociones de una persona de diferente edad y sexo.

-Pensé que olía dulce, me hizo desear algo dulce-

-¿Es eso así? Eso es inusual para ti, hermano. ¿Sirius también te trajo algo de Florentin?-

-No, no lo hizo. Eso es solo para ti-.

-Ah! entonces…-

Tengo esto conmigo. Ernest dijo metiéndose la mano en el bolsillo.

Sus palabras provocaron una premonición ligeramente desagradable. Sacó la bonita botella de dulces del bolsillo de su chaqueta. Tomó un dulce en la palma de su mano mientras Rosemary lo miraba desconcertada.

-Ernest, esos se parecen a los dulces ramune que te gustaba comer todos los días-. Rosemary dijo inocentemente.

 Aunque parecían dulces simples, en realidad eran una poción de amor, pensó Iris.

Justo antes de que Ernest comiera el dulce mientras miraba directamente a Rosemary, Iris se levantó de su asiento y se agarró a la manga de su chaqueta. 

-¿Ernest?-

Se comió el dulce y se volvió para besar a Iris dándole un poco del dulce.

Rosemary dijo algo, pero Ernest sostuvo la esbelta cintura de Iris con una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras Iris se sonrojaba furiosamente.

Siempre que Ernest comía el dulce pensando que solo eran dulces, Iris recordaba su pecado. Todavía no entendía por qué le dolía tanto el pecho. Sin embargo, la razón de esta tristeza no se reveló. En algún lugar profundo de su interior que no quería saber.

Se preguntó, quizás, si el fragmento de dulce que él le había dado tendría algún efecto en ella.

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