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Al día siguiente, abrí el pasaje secreto.
‘¿No hay problema, eh?’
En mis brazos llevaba un uniforme de oficial finamente doblado. Después de mucho tiempo, sentí el aire fresco de la noche cuando salí a caminar por el pasillo. Empujé aún más la capucha de la túnica conmemorativa y seguí adelante. A partir de mañana, ya no tendría que usarla.
‘No hay mas oportunidades después de hoy’.
No podría ir donde Latban de día, ya que llamaría la atención de que la Santa fue a la casa del Comandante de los Caballeros. Así que hoy era la última oportunidad, ya que todos vestíamos la misma ropa y usábamos capucha.
No fue difícil encontrar en qué dirección estaba la residencia de Latban. Sin embargo, el problema era que estaba un poco más lejos de lo que recordaba.
Caminé rápido porque tenía que apresurarme en ir, pero pronto me quedé sin aliento.
‘Está dentro del bosque…’
Fue bueno ver una geografía familiar, pero suspiré cuando descubrí que aún me quedaba un largo camino por recorrer.
‘Más que eso… ¿Latban estará en casa?’
Me había dicho que pasaba la mayor parte del tiempo con los caballeros. Así que probablemente no había nadie en casa ahora.
«¿Dónde debo dejar esto? ¿Debería dejarlo en la puerta?»
Fui tan apresurada ese día, que no recordaba otra cosa más que la cama y el sofá de la sala de estar. Mientras pensaba en eso, pude ver la casa de Latban a lo lejos.
Cuando se trata de la residencia del Comandante de los Caballeros, la seguridad parece ser estricta, pero este era el lugar menos seguro del Templo.
‘Bueno, ¿quién le robaría a la casa del Comandante de los Caballeros del Templo?’
Es un área donde la gente común no puede entrar. Por supuesto, no es posible evitar cualquier acontecimiento desagradable que pudiera ocurrir en el Templo, pero si eres una persona cuerda, no robarás la casa del Comandante de los Caballeros del Templo.
‘Aunque si se trata de la casa de Latban, realmente no hay nada que robar’.
Recordé el lugar vacío y los muebles viejos.
‘Está tranquilo’.
Cuando llegué a la casa de Latban, solo pude ver a dos o tres personas caminando a lo lejos, pero pocas personas pasaban por la calle. Además, dado que esta área estaba ubicada en un bosque antiguo, los árboles crecían entre las casas y las tapaban una de otra.
‘Su privacidad estará completamente protegida’.
Cuando me paré frente a la casa de Latban, pensé eso. Su casa tenía una ubicación que le permitía estar cubierta por los árboles, lo que dificulta ver las casas circundantes.
‘Por eso me trajiste aquí ese día’.
Un lugar como este sin duda era bueno para evitar la mirada de la gente. Además, no podía llevarme al Edificio de los Caballeros cuando todo era un lío ahí.
Primero, miré frente a su casa. Pero pronto tuve que bajar los hombros por la decepción.
‘Como esperaba…’
No había ningún lugar donde poner algo. Al menos las otras casas que había visto en su camino hacia acá, tenían pequeñas decoraciones y organizadores, pero en la casa de Latban no había nada.
‘Tendré que ponerlo en el suelo’.
Afortunadamente, el frente de la entrada está hecho de piedra, por lo que no es muy difícil dejarlo, pero creo que es de mala educación dejar la ropa lavada en el suelo.
‘Debería haber traído algo mas’.
Ni siquiera pensé en eso porque tenía prisa. Pensé en qué hacer, pero al final preferí dejarlo pasar.
«Entonces, tendré que desempolvar un poco la suciedad del suelo de piedra».
Sentí que tenía que limpiar un poco el piso y dejarlo encima. Me agaché pensando eso.
¡Trr!
«¿Quién está ahí?»
Alguien me agarró del hombro y preguntó. Un sudor frío me recorrió al escuchar esa voz. No era la voz de Latban.
«¿Es un guardia de los caballeros?»
Mientras pensaba eso y no sabía qué hacer, la mano que agarró mi hombro me giró bruscamente. Frente a mí había un caballero vestido con la ropa de los Caballeros del Templo.
«¡…!»
Era un rostro que mantuve en mi memoria.
‘¡Sidel!’
Era el caballero que conocí cuando fui a ver al Sumo Sacerdote la última vez. Un joven caballero que mostró una fuerte hostilidad hacia mí, quien fue bloqueado por los caballeros que lo rodeaban.
‘¡¿Por qué de todas las personas este hombre tenía que ser el que esté aquí?!’
Si hubiese sido otro caballero, no hubiese importado que estuviera aquí. Pero parecía que solo esta persona no debería haberme atrapado.
«Quítate la capucha».
Ordenó con voz fría. Agarró la espada de su cintura con su otra mano, como si fuera a cortarme si no le obedecía. Cogí la capucha vacilante.
‘¿Qué debería hacer?’
De repente, mientras dudaba en si debería quitarme o no la capucha, Sidel extendió su mano.
«¡No!»
Agarró mi capucha y no pude resistirme contra su fuerza. Entonces me quitó la capucha y mi cabello atado toscamente fluyó hacia abajo.
«¿Santa… ?»
Dejé caer la cabeza ante el murmullo de la voz de Sidel.
‘Estoy jodida’.
Ahora, ¿cómo le explico por qué estoy aquí? Sidel se me quedó mirando mientras pensaba y se echó a reír.
«Oye, ¿qué está haciendo la Santa aquí?»
«…»
Me miró con desprecio. Luego apartó su mano de mi hombro y la sacudió como si hubiera tocado algo sucio.
«La ropa…»
Dije eso y luego me callé.
‘No puedo decirte la verdad’.
De hecho, no importa por qué razón vine aquí. Aunque solo haya venido para devolver la ropa que pedí prestada.
‘Porque… Si me pregunta por qué me prestó esto, no podría contestarle’.
No puedo decir qué pasó ese día. Me acosté con el Príncipe Heredero y después hui, pero como no podía regresar a mi habitación, me lavé en casa de Latban, me prestó su ropa y finalmente me dormí… No puedo decirle eso. Por supuesto, no pretendía decirle la verdad, pero en ese momento no se me ocurrió ninguna excusa.
Continué pensando cuando de repente Sidel estiró el brazo y me agarró del cuello.
«¡Oh, Dios mío!»
Lo miré con asombro por su comportamiento repentino.
«Es obvio».
«Que… ¿Puedes dejarme ir ahora?»
«¡Sé que estás haciendo un movimiento con nuestro Comandante!»
«… ¿Qué?»
No sé de qué está hablando Sidel. ¿Cree que estoy jugando con Latban?
«Me preguntaba si no lo habían hecho. Necesito saber qué diablos ha estado haciendo y qué pretende hacer con nuestro Comandante».
La ira brilló en los ojos de Sidel cuando lo dijo. Lo había presentido la última vez que lo vi, pero los sentimientos de esta persona hacia Latban son más que solo admiración. Él actuaba como si Latban fuera su propio Dios.
«Eres un maldito ser humano. ¿No fue suficiente con insultar a nuestro Comandante?»
Me sacudió con fuerza, sujetándome del cuello. Era un Caballero de la Orden del Templo y en sus manos me estremecí como una muñeca de algodón flácida.
Mi cuello comenzó a adormecerse y mi cabeza temblaba. Además, sentí ganas de vomitar al tener mis ojos dando vueltas. Mientras forcejeaba así, el traje de Latban cayó de mis brazos al suelo .
«¡Ah!»
Miró la ropa en el suelo y la agarró, todavía sosteniéndome. Luego confirmó que era la ropa de alguien y se vio aún más enojado.
«¿Por qué te esconderías en la casa del Comandante con esto?»
Sidel miró la ropa con curiosidad y luego la tiró al suelo.
«¡No..!»
¡Lo acababa de lavar! Sin que se diera cuenta, alcancé el traje, pero esta vez Sidel tomó mi cuello con ambas manos y me levantó. Cuando mis pies no tocaron el suelo, me tambaleé.
«Lo sabía».
«Que…»
«Eres ruidosa. ¡Sabía que eras una perra que estaba coqueteando con nuestro líder para meterlo en tu cama! ¿Por qué si no vendrías hasta aquí?»
Un sudor frío estalló ante las palabras de Sidel. Tal parece, este hombre ya había hecho toda una historia en su cabeza. Sus ojos parecían haber terminado de juzgarme. Sé que las conversaciones no funcionan para estas personas.
Levanté el pie lo más fuerte que pude y le di una patada a Sidel en el estómago.
«¡Ackk!»
Liberó un poco el agarre de sus manos por el repentino ataque. Así que no perdí el tiempo y me escapé.
«¡Urhgg!»
La garganta me dolía, pero afortunadamente, no parecía que estuviera gravemente herida. En el momento en que me di la vuelta y traté de correr, la mano de Sidel me agarró del cabello.
«¡Ahhh…! ¡Eup!»
El grito no duró mucho. Fue porque la mano de Sidel se acercó por detrás y cerró mi boca.
‘¡Tengo que irme!’
Por la fuerza con la que cerraba mi boca, me di cuenta de que si permanecía aquí, sería realmente peligroso. Quizás fue porque logré escaparme antes, pero ahora sin importar cuanto luché, la mano de Sidel no se movió.
‘Solo hay una forma’.
Inmediatamente liberé mi poder. Normalmente, intentaba controlar mi Poder Sagrado. Pero ahora no tenía tiempo para pensar en eso. Mientras tanto, la mano de Sidel agarró mi cuello notando que algo había cambiado.
«¡Suéltame!»
En el momento en que su mano estuvo a punto de estrangularme, grité tan fuerte como pude.
¡Puck!
Entonces su cuerpo rebotó con un sonido sordo, voló a una velocidad aterradora y se estrelló contra un árbol junto a él.
«Déjala ir…»
Los ojos de Sidel se nublaron cuando chocó contra el árbol. Luego, apoyado contra el árbol, cayó lentamente al suelo. Miré la figura sin comprender. Del árbol con el que chocó cayó un líquido que era reconocible incluso en la oscuridad. Cerré la boca ante la vista.
«Espera, no me digas…»
Miré mi cuerpo. Una tenue luz azul brillaba a mi alrededor.
‘No debía pasar esto’.
Leí mucho sobre las barreras de protección en los libros. Sin embargo, solo decían que podían evitar que los ataquen toquen mi cuerpo, no que podrían empujar a alguien tan fuerte.
«Tú, no puedes estar muerto…»
Tenía que acercarme y comprobar, pero mis piernas no se movían. Las lágrimas brotaron tan pronto como recordé el rostro de Sidel, derrumbándose.
‘¿Y ahora qué se supone que haga? ¿Maté a un hombre?’
«¿Quién está ahí?»
Entonces escuché una voz fuerte. Me volví hacia el lugar donde se escuchó la voz, como si acabase de encontrar a mi salvador.
«¿Quién está… Santa?»
«… Latban».
Grité su nombre sin comprender.
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Mientras estaba sentada en el sofá, una manta gruesa cubría mi cuerpo. Sin embargo, el temblor de mi cuerpo no se detuvo. La taza de té en mi mano seguía chocando contra el soporte y haciendo un ruido. Después de un rato, Latban se acercó y me quitó la taza de té de la mano.
«¿Están bien tus manos?»
«Ah…»
Solo entonces vi mi mano. El té se había desbordado y mojado toda mi mano. Me quedé mirando mi mano sin comprender y recordé lo que había sucedido hace un rato. Había hecho una barrera protectora y de repente Sidel fue arrojado con fuerza al árbol.
«… ¿Está muerto?»
Miré mi mano temblorosa y lo pregunté con dificultad.
«No te preocupes, no está muerto. Solo ha tenido una conmoción».
Latban, quien dijo eso, continuó diciendo como si no pudiera entender.
«En primer lugar, ¿no sabes mejor que nadie que los humanos no mueren por el Poder de la Santa?»
«Pero…»
«Ya no tienes que preocuparte por eso. Tan pronto como se despierte, se decidirá el castigo y, al mismo tiempo, será expulsado de los Caballeros».
«Ya veo».
Aunque se comporte así, no soy tan tonta como para no darme cuenta que también pueden acusarme por esto. Probablemente sea la primera vez en la historia que un Caballero del Templo sea atacado por la Santa.
«… Espero que lo manejes en silencio».
Esto significaba que todos los Caballeros del Templo no estarían sujetos a castigo. Ante mis palabras, Latban inclinó la cabeza.
«… Gracias».
Hubo un momento de silencio. Levanté la cabeza. En la mesa frente a mí estaba el traje de Latban desordenado. Pude ver algunas de las pisadas cubiertas de tierra y la ropa rasgada, quizás porque fueron pisoteados por los pies de Sidel.
‘Qué tengo que hacer’.
Las lágrimas brotaron en el momento en que lo vi.
«Lo siento, Latban».
«…»
«Lo siento. Solo planeaba dejarlo y regresar, pero no pensé que esto pasaría…»
Entonces, la mano de Latban tomó la mía.
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