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Tic-tac, tic-tac.
Solo se escuchaba el sonido del reloj en la espaciosa habitación que tenía sólo un sofá y una mesa. Ni siquiera podía oír mi respiración, pero ahora hay tres personas aquí: Latban, Aslan y yo.
Latban y Aslan continuaron de pie mirándose el uno al otro, y en medio de los dos me quedé sentada en silencio, incapaz de levantar la cabeza.
«Dame una orden.»
Fue Latban quien habló primero en medio de este terrible silencio. Giré ligeramente mi cabeza y lo miré. Me di cuenta de a qué orden se refería, incluso sin preguntar. Sus nudillos se pusieron blancos mientras agarraba la espada alrededor de su cintura. No pude decir nada al respecto, pero me di cuenta de lo mucho que estaba tratando de su impulso de cortar a Aslan.
Fue Aslan quien habló en mi nombre.
«Creo que el Caballero del Templo necesita educación. Es patético verlo como le ladra a un huésped sin siquiera reconocerlo, y verlo babear, incapaz de ocultar su deseo de sobre su amo».
Aslan fue rudo y atacó sin piedad el dolor del oponente. Efectivamente, Latban, que apenas mantenía la compostura, se movió.
«¡Latban, detente!»
Inmediatamente bloqueé a Latban mientras intentaba atacar a Aslan. Por supuesto, no me olvidé de mirar a Aslan. Pude ver como Aslan giraba su cabeza, mientras chasqueaba su lengua. Entonces me dijo:
«Santa, creo que es mejor que se lo expliques bien. Lo que hiciste con él, no fue porque lo quisieras, sino porque no pudiste evitarlo».
“¡……!”
El rostro de Latban se endureció ante las palabras de Aslan. La mirada que seguía mirando a Aslan por primera vez se volvió hacia mí.
«…¿Qué quieres decir?»
Quería que la dura voz de Latban se detuviera y al mismo tiempo quería darle una patada a Aslan.
‘…Trataré de enviar a Latban de vuelta, de alguna manera’.
En el pasado, cuando me acosté con León y me atraparon con Aslan, Latban no me preguntó nada. Así que me preguntaba si él volvería a actuar de esta manera, pero ahora era la primera vez que me pedía una explicación. Y pude notar que Latban no retrocedería tan silenciosamente como solía hacerlo.
‘¿Qué diablos debería decir y por dónde debería empezar? ¿Y hasta qué punto debo hablar?’
Aslan movió su brazo antes de que me diera cuenta, y lo posicionó alrededor de mi cintura. Uh, mi cuerpo colapsó sobre el suyo en el sofá sin que pudiera hacer ningún ruido. Y antes de que pudiera gritar por lo que estaba haciendo, la mano de Aslan levantó mi pijama de nuevo.
Sus cálidos dedos tocaron mi piel fría. La acción enrojeció mi rostro en un instante. Y el rostro de Latban, al mirarnos a mí y a Aslan, se puso aún más rojo que el mío.
«¡Aslan!»
«¡¿Qué estás haciendo?!»
Aslan nos ignoró a Latban y a mí, que realmente tenía una intención de matar clara, y sus dedos presionaron mis muslos.
«Esto.»
Era una frase corta pero seria. El rostro de Aslan mostraba un leve resentimiento.
«Si lo dejas así, te devorará. Ya me lo imaginaba y esta vez estoy seguro. Esto no sólo va a hacer que pierdas tu Poder Sagrado. También va a tomar el control de tu conciencia, así como lo hizo esta vez».
Mientras Aslan presionaba su dedo sobre la marca, mi espalda se estremeció sin darme cuenta. Sintiendo que iba a gemir de nuevo, empujé a Aslan apresuradamente. No puedo estar gimiendo en esta situación. Sin embargo, la mano que rodeaba mi cintura con fuerza no se aflojó. Así que Aslan continuó abrazándome y le dijo a Latban:
«Tranquilo, Caballero del Templo. Tu maestra sabe qué es esto, y me llamó para que me deshaga de él.»
Aslan, que dijo esto, me susurró al oído en voz baja para que Latban no lo oyera:
«Mantendré nuestro contrato en secreto».
Casi le dije gracias sin darme cuenta. Latban nos estaba mirando, como si no supiera qué decir. No podía imaginar cómo sería su expresión si supiera acerca del contrato de Aslan con Yvelina.
Después de mucho tiempo, Latban bajó la mano que sostenía su espada y luego me preguntó:
«…¿Es cierto?»
Asentí apresuradamente al escuchar lo que me preguntó Latban, el cual se veía un poco débil.
«Sí, le pedí ayuda a Aslan porque el conocimiento del Templo y mi poder no pueden resolverlo por sí solos. Así que…».
Después de hablar rápidamente, me calle. Latban me miraba en silencio. Por la expresión de su rostro, me di cuenta de que la respuesta que él quería escuchar era sobre otro asunto. Lo que él realmente quería saber era que si lo que dijo Aslan era verdad, entonces lo que sucedió anoche cuando estaba tratando de tener intimidad con él se debía a la marca.
«Ohh….»
No pude darle una respuesta rápida. Debería haberle dicho que sí. Tenía que decirle que estaba poseída por un misterioso hechizo, el cual me obligó a hacerlo, y que nunca lo volvería a hacer. Pero las palabras no salieron de mi boca fácilmente.
De alguna manera, pensé que cuando respondiera eso, Latban nunca volvería a verme.
‘…No me gustaría eso’.
Veía a Latban como el primer Caballero del mundo en jurar lealtad a Iris y seguirla. Por lo tanto, me sentía aliviada cada vez que mi relación con él cambiaba poco a poco. Me sentí muy agradecida al verlo parado a mi lado sin decir una palabra en la Reunión de Oración.
Él me ayudó no sólo cuando Sidel me amenazó, sino también cuando me acosté con León y no podía pensar en nada en medio de la confusión. Y accedió a mi petición que de que me enseñara a manejar la espada, y cuando me describió lo que le gustaba y en lo que era bueno, lo recordé explicándome con sus ojos brillando de emoción.
Ese lado de Latban no estaba escrito en ninguna parte del libro.
Además con él es la primera persona con la que me relacioné desde que llegué aquí. Una persona con la que puedo tener una afinidad más cercana que con los demás, al menos sin tener que desconfiar de él en una relación terrible.
Cuando pensé eso, de alguna manera sentí un cosquilleo en la punta de mi dedo.
«Latban, yo…»
Entonces mi cuerpo fue arrastrado hacia atrás. Cuando me di la vuelta con sorpresa, Aslan volvió a doblar mi cintura y me atrajo hacia él.
«¿Por qué estás dudando? Vamos, deshazte de esa cosa. No necesito de su ayuda para resolver tu problema».
La voz de Aslan al decir esto sonaba más tensa que nunca.
«Y a partir de hoy, me voy a quedar en la Santa Sede. Así que si esta marca empieza a afectarte de nuevo, solo tienes que buscarme. Por supuesto, tu llamada siempre es bienvenida».
La hostilidad que había calmado por un tiempo volvió a surgir entre los dos. Aslan, al decir esto, le dijo a Latban en tono de burla:
«Y el hecho de que un hombre con el deber de proteger a la Santa no supiera nada hasta que tuviste esto en tu cuerpo es una prueba de su incompetencia. ¿Es necesario mantener a un hijo de puta que ni siquiera sabe que el enemigo está entrando?»
Se escuchó sonido de dientes rechinando. Pero Latban no pudo refutar los comentarios de Aslan.
‘…Pero no es culpa de Latban’.
Estaba claro que Yvelina accedió a hacerlo. Por eso ella nunca dejaría que Latban interviniera . Pero ahora, ¿cómo puedo hacerlo responsable?
Sin embargo no puedo decirle eso.
Quería aliviar la culpa de Latban, pero no confiaba demasiado en él como para decirle.
‘¿Con quién puedo hablar?’
Si dijera en este momento, ‘No soy Yvelina, soy un alma enferma, muerta, alguien de otro mundo y he estado viviendo en este cuerpo durante meses. Y muy pronto perderé todo mi Poder Sagrado. ¿Cómo reaccionarían los dos?’
De sólo pensarlo, me estremecí y se me puso la piel de gallina.
Latban es el líder de la Orden del Templo. Era un niño cuando se comprometió a dedicar su vida a Dios, la Santa Sede y la Santa. Es un hombre que no puede renunciar a sus votos incluso si renuncia a su propia vida. Cuando Iris apareció en el libro y se confirmó que su Poder Sagrado era real, Latban se había arrodillado ante ella antes que nadie.
Pero si digo que no soy una Santa…
En el libro, Yvelina fue llamada una falsa Santa después de perder su Poder Sagrado. ¿Qué diablos puedo ser yo cuando ni siquiera Yvelina pudo ser considerada una Santa? Una falsa que ni siquiera puede ser llamada falsa.
Ahora tengo la certeza de que el extremo de la espada de Latban no me enfrentará de inmediato, como en el libro, pero eso no significa que él no se arrodillará ante Iris. Él es quien debe estar al servicio de la Santa.
‘Aslan…’
Mientras me mezclaba con él, una vez le dije de pasada para recuperar el aliento: «Incluso ahora siento que voy a morir, pero ¿podré sobrevivir si tengo a tu hijo?» Entonces Aslan me respondió sin dudarlo.
«Eres una Santa, así que no hay problema».
En otras palabras, hay un problema si no soy una Santa.
«Cuando mi poder desaparezca… el maná no podrá quedarse.»
En primer lugar, se dijo que los bebés de magos rara vez se ven en humanos comunes. ¿Entonces la forma más segura y confiable de tener un descendiente era el cuerpo de una Santa que es apoyada por su Poder Sagrado?
Aslan tenía una fuerte obsesión con sus descendientes, algo que iba de acuerdo con el libro que encontré en mi estudio. Durante nuestros encuentros, él eyaculó innumerables veces dentro de mí, e incluso durante un breve descanso, frotó sus manos contra mi entrada. Entonces levantaba mi estómago con sus manos. Y cada vez que lo hacía, me recordaba las preocupaciones que tenía.
Si aparece Iris y mi Poder Sagrado se va…
Se me ocurrió que Aslan podría arrodillarse ante Iris antes que Latban. Y si aparece una nueva Santa, nunca tendría un buen sentimiento si me convierto en alguien inútil después de todo el arduo trabajo que he hecho durante la última hora.
Tenía dolor de cabeza. Demasiadas cosas se precipitaron a la vez. Desde las acciones de Yvelina, las marcas en los muslos, hasta los problemas con Latban y Aslan.
Cosas que son difíciles de tratar una por una vinieron a mí a la vez y me pidieron respuestas. Me pesan los hombros y me empieza a doler la cabeza. ¿Por qué me está pasando esto?
Quiero dormir.
Ahora, quería dormir tranquilamente sin ninguna interferencia y luego pensar lentamente en los problemas. Pero esto era absolutamente imposible mientras tuviera a estos dos hombres frente a mí. ¿Existe alguna forma de mantenerlos callados, aunque sea por un momento? Mientras lo pensaba, escuché un ruido.
Vine al estudio porque no estaba en condiciones de tener una conversación en el dormitorio, y parece que los sacerdotes vinieron hasta aquí.
Se supone que debo decirle a todos que se vayan…
Fue el momento en que toqué mi cabeza pensando de esa manera.
«Lina, ¿puedo pasar?»
Tan pronto como se escuchó la voz brillante de León, Latban y Aslan dejaron de mirarse y se giraron hacia la puerta.
De alguna manera, sentí que había encontrado una respuesta para mantenerlos callados.
Bueno esto se esta poniendo harem y me gusta
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