El hombre, que una vez había sido un Príncipe regio, ahora estaba cautivo en este palacio, y cada vez que la Princesa lo llamaba era arrastrado a su cama y forzado a despojarse de su ropa. Este era el único deber que se le permitía realizar en su estadía en este lugar.
Me dijeron que en esta última temporada se había resistido con especial vehemencia a sus órdenes y ahora me fue fácil a adivinar el porqué. Tiene una mujer a la que ama.
Hay que reconocer que se trata de un excelente argumento para el protagonista de un juego. En un inicio solo pude pensar de él como un personaje de un juego, pero al verlo moverse vívidamente y conocer el melodrama que fue su vida por mi culpa… Todo esto me parecía una terrible tragedia.
«Tú… ¿por qué te quedas a mi lado?», pregunté.
Mientras me cuestionaba si Nadrika no encontraba a esta mujer detestable.
«¿Perdón, Su Alteza?»
Nadrika había pasado las últimas horas explicándome mi vida, la situación del país y, en general, mis recuerdos perdidos, con el pretexto de refrescar mi memoria. Varias veces se había detenido a mitad de la frase, claramente reacio a explicar todos los detalles. La Princesa era demasiado horrible como para que se limitara a exponer los hechos sin más. Había utilizado demasiadas veces mi título, prácticamente la mitad de su narración podríamos decir que estaba ocupada por las palabras: «Su Alteza».
«Soy… Soy el concubino de Su Alteza«.
«…»
Fue una respuesta inesperada, pero pensándolo bien era natural que una Princesa así tuviera concubinos. Cuando fruncí los labios, Nadrika volvió a estudiarme con ansiedad, pero no lo tomé de la mano para tranquilizarlo. Supuse que esto no era algo que haría esta Princesa.
Por eso sentía un sabor amargo en la boca. Sería demasiado peligroso actuar como alguien totalmente diferente, aunque pudiera afirmar que había perdido la memoria. Por ahora, tendría que tener cuidado. La gente, incluso en los juegos, no cambiaba tan rápido.
En ese momento, Nadrika añadió: «Acogiste a un humilde e insignificante ser como yo, Su Alteza me ha tenido aquí y no me ha abandonado».
Me quedé sin palabras, él me mostraba esas palabras de agradecimiento, como justificando todo el abuso que había recibido. Sin embargo, un acto de bondad no podía justificar todos los demás errores que había cometido. Las cicatrices que cubrían casi cada centímetro de su cuerpo parecía hacer eco de mis pensamientos.
Ver su lamentable estado me rompió el corazón, pero él parecía estar hablando muy en serio. Estaba realmente agradecido. Eso me enfureció. Cuando Nadrika bajó su cabeza servilmente, lo vi bajo una nueva luz.
‘¿Ese es su verdadero comportamiento? ¿Es esta realmente su personalidad’.
Lo observé, allí de pie a mi lado, con la cabeza inclinada mostrando total sumisión.
‘Ya no tienes que preocuparte por nada, ya que yo no te haría esas cosas. Ni ahora ni nunca’.
Me habría gustado decirle… Pero no podía, al menos por ahora.
Después de eso me contó varias historias más, y me enteré de que la Princesa tenía menos concubinos de los que yo pensaba. Eran tres en total.
Nadrika enfatizó:
«Uno se fue muy lejos, y ahora solo quedan dos en el palacio, yo soy uno de ellos».
Tiré de la cuerda de la campana que estaba situada al lado de la cama para llamar a un sirviente, y en cuanto entró una dama del servicio despedí a Nadrika.
Era el momento de actuar antes de que terminara el día.
***
La mujer que veía en el espejo era demasiado seductora y abrumadoramente hermosa, su cabello rojo y brillante caía en ondas cubriendo sus hombros hasta su cintura. Era bastante alta, con un cuerpo delgado pero curvilíneo. Su vestido interior era excesivamente escotado e intencionadamente revelador.
Mientras me quedaba anodada ante el espejo, admirando el aspecto de la Princesa. Una doncella llamó a la puerta y cuando entró vi que venía con un hombre a sus espaldas, Etsen Velode.
El hombre que había salido furioso esta mañana.
«¿Qué quieres?», preguntó poniéndose rígido y sin hacer ningún esfuerzo por ocultar su desprecio. Y a diferencia de su aspecto desaliñado de esta mañana, ahora que vestía inmaculadamente de uniforme, era aún más impresionante, aunque algo austero. Me sentí mal al instante, después de días de abstinencia y ahora me ofrecen una comida exquisita. ‘¡Mierda! No podía permitirme babear sobre otras personas como si fueran pasteles de arroz’.
«Siéntate», dije.
«Esta será la última vez que responda a tu llamado», respondió a cambio.
«¿Quieres decir que no vendrás la próxima vez que te llame?»
‘Parecía muy confiado. ¿Era esta su arrogancia?’. Al parecer, la Princesa no se oponía a esta actitud suya. Lo observé por un momento, ya que me parecía raro que actuara de esa forma tan agresiva, como si estuviera en medio de una batalla, como si estuviera siendo empujado y arrinconado, siendo las palabras su única arma.
«¿No has hecho ya suficiente? ¿Eh? ¿No se cansa una mujer como tú de actuar así?»
Quizás la Princesa disfrutaba viéndolo así. Imaginaba que ella debía provocarlo constantemente, riéndose cuando se erizaba de ira y luego lo llevaba a la cama para aplastar su espíritu de nuevo. Un círculo viciosos interminable.
«Está bien, de acuerdo», dije con satisfacción.
«¿Qué?»
«Haz lo que quieras», dije con ligereza.
Esta era la razón por la que lo había convocado en primer lugar. No quería arrastrarlo a la cama de nuevo y provocar mi propia muerte antes de lo que el destino había programado.
«¿Qué, estás decepcionado de que te deje ir tan repentinamente?»
«Es una locura», dijo.
Yo también lo creo, considerando lo guapo que es… Tener un pastel frente a mí, pero no poder comerlo, realmente es un desperdicio. Mis pensamientos me hicieron reír y eso causó que su rostro se arrugara.
«¿Cuál es tu título actual?» le pregunté.
«Ya te lo dije antes. No tengo, ni quiero, ningún título que venga de ti» exclamó.
Pero él lo necesitaría en el futuro. Porque pensaba hacerle una propuesta que la antigua Princesa nunca habría sugerido. Y fue cuando en ese momento que sonó una notificación y una pantalla apareció delante de mí.
¡Ding!
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Etsen se ha ido de tu lado por un tiempo y nadie sabe cuándo podría volver. ¿Cuál es tu próximo movimiento?
A. Esperar.
B. Buscar a la Princesa Elvia.
C. Ir a ver a Robért, que está esperando en tu habitación.
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Esperaba que el jugador seleccionara la opción B, de esta forma tendría la oportunidad de ver su rostro, pero el cursor se movió a la tercera opción, la C y la pantalla desapareció.
«¿Robért…?» pregunté en voz alta.
«¿Por qué buscas a tu concubino?»
Mi concubino. Ah, por eso me sonaba el nombre. Ese es el nombre que me pareció escuchar una vez de Nadrika.
Estoy segura de que estoy poniendo una cara indefinible en este momento, por qué no sé si debo reír o llorar. Esta simulación de romance era extrañamente realista. Pensar que robar el hombre de otra persona era una opción…
«Mañana te concederé algunas tierras», dije.
«¿Qu… Qué?»
«Sal de este palacio lo antes posible».
«¿Qué estas-?»
«No hay ningún motivo oculto», dije cortando su discurso. «Oh, sí y si hay alguien en mi palacio que desees llevarte, siéntete libre de hacerlo».
«¡¿Qué?!»
«Por ejemplo, una pareja».
Etsen se abalanzó de repente hacia delante y me agarró por el cuello. No podía respirar.
«¡TÚ…!», siseó.
«¿De qué te va a servir hacer esto?» exclamé.
«¡¡¡CÁLLATE!!!», rugió aflojando un poco su agarre pero comenzando a sacudirme violentamente. Cuando mi dama de compañía salió corriendo sorprendida, le hice un gesto para que se detuviera.
«Una condición: no puedes volver a tu propio reino. Debes olvidar todo y comenzar una nueva vida con ella. Esto es lo máximo que puedo hacer por ti en este momento».
Probablemente era imposible que él iniciara una rebelión, sin embargo, no podía dejar que ese fuera un riesgo potencial que flotara en el ambiente.
Etsen escupió las palabras que había reprimido, y entre dientes apretados dijo:
«No te atrevas a tocarla».
Puse una sonrisa cínica en mi rostro, ‘¿en serio pensaba que la Princesa no conocía la relación entre ellos dos?’
«Deberías conocerme bien, ¿no? ¿Estoy en lo cierto?»
«…»
«Entonces dime, ¿soy alguien que dice palabras vacías?»
Viendo que no podía refutarme, imaginé que yo tenía razón.
«La mujer… Si quisiera matarla… Simplemente lo haría. Mandaría traerla aquí y la estrangularía delante de ti. Lo sabes, ¿verdad?» Hablé en un tono tan indiferente como pude y finalmente su agarre en mi cuello fue críticamente tenso.
«¡Te mataré!», gritó.
«Si lo dijeras en serio, ya lo habrías hecho».
‘Pobre’, pensé ante de detenerme.
«Tú no lo entenderías…», dijo.
«…»
«¡Ella no es como tú! Le hice una promesa». Etsen finalmente soltó su agarre. Resollé en silencio mientras me masajeaba el cuello. Fijando sus ojos en los míos, Etsen se puso lentamente de rodillas.
«Perdónale la vida» me suplicó. «Mientras dejes vivir a Arielle, entonces…»
¡Ding!
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Robért intenta besarte. Está resentido por haberlo descuidado durante mucho tiempo. Si no lo apaciguas, su amor por ti puede debilitarse. Pero si tardas demasiado, Etsen podría volver. ¡Elige sabiamente!
A. Acepta su beso.
B. Rechazar su beso.
C. Tener sexo con él.
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«… No me importa si me matas», terminó Etsen.
El cursor se movió hacia la C y, después de la selección, la notificación desapareció y fue reemplazada por la cara de Etsen, él cual estaba apretando los dientes con miedo.
Parpadeé totalmente sorprendida.
‘¡¿Qué demonios?!’
¡Perdonar la tardanza! He tenido unos días un poco complicadillos y el rato que tenía lo dediqué a LMEEÚFPLV.
Aquí tenéis nuevo capítulo, recién levantada me he puesto a escribir y con 3 cafés lo he acabado, jajajaja. No voy a quejarme, yo estoy más que feliz de estar aquí, jijiji.
Ya me callo, ojalá hayáis disfrutado de la lectura, ¡cualquier cosita me la escribís!
Miri
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