Esa noche Colette colocó la camiseta de Lionel en un canasto y dejó el dormitorio de las sirvientas. Esta vez se retiraría del lugar en cuanto hubiera devuelto la prenda de vestir. Si por algún motivo él se insinuaba nuevamente ella le diría que ambos ya tenían prometidos esperándolos y que era tiempo de poner fin a sea lo que fuera esto.
Debido a que el era el comandante de los caballeros del Dragon Negro no podría hacer nada en contra de los deseos de una dama, por lo tanto si ella lo rechazaba tranquilamente el debería dejarla ir en paz.
Mientras caminaba hacia las barracas ella se encontró a un caballero negro custodiando el camino. Era la chica caballero que había acudido a su presencia durante la mañana.
“Yo la escoltaré” dijo ella
Colette estaba sorprendida e hizo una pequeña reverencia:
“No es necesario que te molestes, puedo ir yo sola”
“No” respondió la chica, “Este es el Castillo Real, no creo que una mujer deba caminar sola durante la noche”.
“Pero… Tú también eres una mujer” respondió Colette. La caballero la miró sorprendida.
“Bueno, soy más como un hombre; constantemente estoy entrenando mi cuerpo” respondió ella a modo de protesta.
“No seas ridícula, eres una mujer hermosa”
Aunque la caballera era más alta que otras mujeres, ella tenía gracia y era completamente distinta que un hombre. Seguramente cuando iba al pueblo tenía muchos admiradores detrás suyo.
“Solo lo dices por ser amable, eres una persona muy amable Colette”
“No lo digo solo por eso, en realidad es lo que pienso… De veras”
“Nunca alguien me había dicho algo como eso. Es bastante placentero la verdad” respondió la caballera con timidez.
Colette se preguntaba si la caballera tenía poca confianza en cuanto a cómo lucía. Aunque parecía sonrojada con lo que dijo, también le pareció haber visto una chispa de felicidad en sus ojos. Eso hizo que Colette se alegrará.
Lionel le diría que es hermosa y tierna también… En “esa” situación, pero pensándolo bien, era muy poco probable que la caballera y Lionel estuvieran en “esa” clase de relación.
Ella no creía que Lionel fuera capaz de acosar a una miembro de su propio escuadrón, incluso aunque fuera una mujer. Colette se sintió arrepentida de pensar en esas cosas.
“Siento no haberme presentado antes; mi nombre es Margo”
“Gracias Margo, especialmente por venir a escoltarme”
“En realidad, fue el Comandante el que me pidió que lo hiciera” dijo Margo tímidamente.
“¿Eh?” respondió Colette, a lo cual Margo acotó “Pero yo me ofrecí para ir a buscarte”
Aún era relativamente temprano así que se veía gente en los alrededores, pero ya que estaba caminando con una miembro del escuadrón nadie debería molestarla. De esta manera no habrían rumores extraños.
Apenas fuera capaz de verlo, se aseguraría de indicarle claramente que ya no volvería a verlo nunca más. Ella debía asegurarse de no meterse más a fondo en este engaño, necesitaba hacer esto por el bien de Margo o al menos, así lo había decidido Colette.
“De todos modos, gracias por venir” le dijo Colette para luego buscar en su canasto por un pañuelo, “Si estás de acuerdo, por favor toma este pañuelo de seda; ha sido fabricado por mi familia”.
“¿Wow, de verdad? Muchas gracias. Es la primera vez que alguien me regala algo tan hermoso”
“Estoy encantada de que te guste, espero que no pienses que he sido descortés”
“Por favor no pienses en eso, puedes hablar sin rodeos conmigo. Por favor siéntete libre de llamarme por mi nombre” le dijo Margo.
“¿En verdad esta bien? En realidad solo soy una plebeya…”
“Si, está bien. Aunque soy técnicamente una noble, mi padre es solo un vizconde. Yo soy el tercer hijo de siete, así que somos bastante pobres” dijo Margo con una carcajada.
Ella era bastante amigable, Colette se sintió asombrada pero feliz.
“Gracias, me encanta haber hecho una nueva amiga”.
“A mi también Colette, no hay muchas otras mujeres caballeras con quien compartir”
Ellas hablaron acerca de sus trabajos mientras caminaban hacia su destino, pero terminaron llegando a la puerta del cuarto de Lionel demasiado pronto. Colette no quería ver a Lionel; quería seguir conversando con Margo, sin embargo ella estaba en servicio y su deber era llevar a Colette por lo que finalmente llamó a la puerta.
“Comandante, he traído a su huésped”
“Pasen por favor”
“Si. Bueno Colette, me retirare entonces, espero que podamos conversar nuevamente”
“Por favor entra conmigo, conversemos un poco más” le dijo ella.
“No, tu y el comandante tienen cosas que hacer”
Colette se sentía perdida. Naturalmente Margo pensaba que ella y Lionel estaban en una relación, es por eso que ella se encontraba aquí ahora, pero ese no era el caso en absoluto.
Margo se retiró y Colette solo podía entrar en la habitación de Lionel por sí misma. Apretó el puño y entró a su cuarto.
Lionel se encontraba descansando en su escritorio mientras esperaba por Colette, había pasión en su mirada mientras la observaba.
Colette camino hacia él y le entregó el canasto.
“Esta es la camiseta que le pedí prestada la última vez. Muchas gracias”
Él tomó la camiseta y la lanzó sin cuidado a su escritorio: “No me interesa la camiseta” le contestó.
Colette se preguntó si haberle prestado la camiseta en primer lugar fue solo un pretexto para asegurarse de poder verla nuevamente.
“Por favor no hagamos esto Señor Lionel, ambos tenemos prometidos esperándonos. La última vez fue mi culpa, yo le hice una oferta extraña. Sin embargo, gracias a ello las cosas han estado más tranquilas para mi. Siento que no es necesario que avancemos más en esto. Será mejor que nos alejemos y mantengamos una relación cordial, ¿No sería eso preferible?”
Listo, ella lo había dicho claramente, pero Lionel aun no respondía, solo se dedico a mirar a Colette con su estoica manera usual. Ella se preguntaba qué es lo que ocurría.
“¿Eh, Señor Lionel…?”
“¿No estás vistiendo aquella ropa interior esta noche?” le preguntó.
¡Por supuesto que no!, pensó Colette. Ella no había planeado nada de esto, es por eso que había venido con su uniforme. Ella se preguntaba si él había escuchado lo que estaba tratando de decir. De cualquier manera, será mejor repetirlo.
“Lionel, en cuanto a mi…”
“Está bien incluso si vienes vestida de esta manera. Te ves hermosa también con tu uniforme… Me hace desear cosas obscenas” le respondió mientras se iba acercando.
“¿Que? No Señor Lionel, no hagamos esto otra vez por favor. Espere, deténgase… ¡No me lo quite por favor!”
El comenzó a desabotonar su uniforme sin escucharla. Colette intentó detenerlo sin mucho éxito.
“¿Acaso quieres ensuciarlo?” el preguntó
“Bueno, no precisamente, pero deberíamos pensar en nuestros prometidos y no volver a traicionarlos haciendo esto”
“¿Cómo defines una “traición”? preguntó Lionel
“¿Eh?”, mientras Colette se encontraba sin sentido él comenzó a desvestirla.
“Si así lo quieres, podemos olvidarnos de la penetración tal como hicimos la última vez”
“No, eso es solo una falacia, si lo hacemos de esa manera aún sería considerado traición…”
“En ese caso, ya somos cómplices de traición Colette”
Colette se paralizó y frunció el ceño. En realidad Lionel tenía razón; la última vez ella se dejó llevar y desató toda su pasión junto a él sin pensar en nada más. Lo beso y lo tocó por todas partes, cuando hubieron terminado se bañaron juntos. Se habían comportado como amantes que dedican sus días a estar juntos. Todo era inútil, ella no era capaz de resistirse admitió para sí misma. Incluso ahora ella podía notar el deseo ardiente por ella en los ojos de Lionel. Decidió finalmente dejar que las cosas siguieran su curso, aunque habría deseado saber qué es lo que él pensaba de ella, pero temía que sus visiones se hicieran realidad si es que osaba preguntarle.
Como resultado, no fue necesario mucho convencimiento para que él continuara quitándole su uniforme mientras lo lanzaba al sofá. Sus zapatos, medias y ropa interior pronto se unieron a las demás.
“No querrás dejarlas en el dormitorio, podrían mancharse nuevamente” le dijo con voz profunda.
“Si… Eso es verdad”
Ese era en verdad el motivo por el cual le dijo que se deshiciera del babydoll en primer lugar, sin embargo ella se encontraba desnuda en su estudio, por lo que usó sus manos para cubrir sus senos y entrepierna. Lionel la observó con admiración.
“La avergonzada Colette es muy tierna”
“No, por favor no me mires”
“Eso es imposible” le dijo mientras comenzaba a sacarse la ropa. Él sabía que Colette vendría, por lo que estaba usando ropa muy sencilla. Su cuerpo musculoso y fornido pronto quedó expuesto; era físicamente un hombre muy bello. Incluso aunque aún no se habían tocado su erección era notoria. En realidad su masculinidad lucía grande y dura, Colette estaba de alguna manera aliviada de que no fuera a penetrarla con ella.
Aun así era vergonzoso mirarlo directamente, por lo que volvió su mirada hacia otra dirección. Lionel se acercó hacia ella y comenzó a guiarla hacia su habitación.
Ella imagino que él la empujara a la cama como había hecho la última vez, pero en esta oportunidad el se lanzó primero a la cama y la colocó encima de su cuerpo.
“Oh, pero yo soy pesada” le dijo mientras se afirmaba en el marco de la cama, intentando evitar apoyar todo su peso en él.
“No lo es, para nada” respondió él mientras la empujaba cerca de su rostro para besarla mientras afirmaba el ardiente y lujurioso cuerpo de Colette junto al suyo. Solo con unos pocos besos su fuente de néctar se encontraba derramada. Su cuerpo recordaba los placeres anteriores. Mientras unían sus lenguas, su gran mano comenzó a tocar su cuerpo, su trasero y piernas.
Ella comenzó a gemir “Fuuu… Ahhh…”
El cuerpo de Colette estaba ardiente por la anticipación, pero Lionel no parecía estar apurado. Continuó besándola y tocándola lentamente. sus senos fueron apretados una y otra vez contra su pecho, entonces ella empezó a tocarlo también. Su feminidad estaba aprisionando su pene, su zona se encontraba húmeda sin siquiera haber sido tocada. Ella arremetió entonces haciendo pequeños movimientos con sus caderas; rozando su miembro desde arriba hacia abajo. Lionel hizo un ruido entre un ronroneo y un gemido. Dejó de besarla y la miró a los ojos; sus ojos estaban llenos de ardiente deseo.
“Colette, deseo amarte con mis labios esta noche”
“De acuerdo…” ella respondió sin un ápice de duda.
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