“Así que, ¿Cuál es tu nombre?” preguntó Eugene.
Colette se mantuvo en silencio.
“Aunque no me contestes igual terminaré averiguándolo”.
Iban camino a la habitación de Lionel mientras el capitán de los Caballeros del Águila Blanca la estaba interrogando. Su voz era gentil pero con un resonar frío e indiferente. Esto molestaba a Colette ya que se sentía bastante débil.
“Soy Colette”…
“Bien Colette. Yo soy Eugene”, respondió con una sonrisa aunque sus ojos decían todo lo contrario. Su mirada como de halcón la observaba, haciendo que se sintiera temerosa. Su tono de voz parecía dulce y amigable pero ella podía sentir el veneno bajo su piel.
“Me sorprende que Lionel haya estado frecuentando a una mujer que no era su prometida; la hija del Conde Karriss. ¿Qué crees que pasaría si aquella dama se entera de todo esto? Que su dulce prometido está teniendo una aventura con una simple sirvienta antes de la boda”.
Colette continuaba guardando silencio.
“Lady Karriss se volvería loca de celos y es posible que posponga la ceremonia. ¿Cómo Lionel podría enfrentar al rey si algo así ocurriera? Se volvería algo muy serio, ¿No lo crees así?”.
Eugene se mostraba lleno de júbilo. No había motivo para que él comentara aquellas cosas. Colette se mordió el labio y guardó silencio. Intentó que sus palabras resbalaran en ella pero la basura que salía de la boca de Eugene la alcanzaban y apuñalaban su corazón.
“Así que, ¿Eras su única amante o había otras mujeres?.
Colette intentaba mantenerse callada. A estas alturas ya se estaba acostumbrando a las provocaciones de Eugene así que se mantuvo en silencio. Sabía que había un límite y que ambos tenían prometidos esperándolos, sin embargo las palabras de Eugene continuaban hiriéndola. No sabía cómo continuaron las cosas por lo que lágrimas de ansiedad le nublaban la visión y le complicaba el caminar.
Eugene continuaba con su parloteo feliz: “Si yo pidiera a Colette para mi mismo, ¿Cómo crees que reaccionaría Lionel?”
El ni siquiera esperó una respuesta: “Seguramente lo que Lionel responderá es que ni siquiera te conoce. Jaja, sería triste pero también sería lo mejor que podría responder. Si por el contrario él reconociera su indecorosa relación ¿Qué crees que diría el Conde?, tal traición antes del matrimonio resonará en las vidas de ambos por mucho tiempo.
“Su matrimonio es un decreto de Su Majestad, aunque Colette sea el primer amor y la amante de Lionel esto sería inaceptable de reconocer para la novia. Si por el contrario todo se resolviera y ella se viera obligada a aceptar que su prometido tiene a alguien mucho más importante en su vida, eso también sería terrible”.
Lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Colette. Se resbaló en una piedra y cayó al suelo pero Eugene solo la miró con una amplia sonrisa en su rostro.
“Para mi, que Lionel cancele su compromiso y te elija sería la mejor opción. Él se convertiría en una decepción para todos y también significaria su caída. Sería un bello desarrollo”
Eugene de verdad era un mal hombre, haciendo que una chica llorara a propósito y sintiéndose contento con ello. Las personas no eran usualmente lo que aparentaban ser. Comparado con este horrible hombre, Lionel era una mejor persona. Mientras divagaba en su mente se levanto mecánicamente. Pronto estuvieron en las puertas de las barracas de los Caballeros del Dragon Negro.
En las barracas se encontraron con Ethan.
“¡Alto!, Caballeros del Águila, ¿Cuál es su asunto acá?, ¿Con que derecho se atreven a acercarse?” pregunto violentamente.
“Tengo en mi posesión un broche que “supuestamente” pertenece a Lionel, además de a esta dama. Nuestro motivo es devolver propiedad privada ya que ella se encontraba sola, ¿No es así Colette?”
Ella quería mover su cabeza en negación pero las lágrimas brotaron de sus ojos en su lugar.
“… Traeré a nuestro Comandante, esperen aquí”.
“No hay necesidad, ella nos guiará hasta Lionel” dijo Eugene mientras la empujaba a caminar delante de ellos, “Si nos quedamos más tiempo acá, atraeremos más personas y los rumores solo se harán mayores, ¿No lo crees?”.
Ethan estaba en un impasse. Movió su cabeza asintiendo a los otros caballeros que se habían acercado a ver que ocurría. Colette camino en silencio.
Al poco tiempo llegaron hasta la puerta de la habitación de Lionel, ella tocó la puerta tres veces de forma tímida. Como siempre un “Entra” fue escuchado. Colette abrió la puerta y entró pero antes de que pudiera abrir la boca Eugene comenzó a hablar escandalosamente.
“Querido Lionel, he venido a traer tu encargo”.
Lionel se levantó rápidamente de su silla mientras los demás entraban a su oficina. Miro a Eugene y luego a Colette para finalmente tomarla de la mano y acercarla hacia su persona.
“¿Que le has hecho a Colette?” grito Lionel. Era la primera vez que ella lo veía gritar de esa manera, la primera vez que lo veía enojado. Sintió que su corazón se quebraba debido a que no pudo advertirle acerca de la situación y que ahora todo se complicaba debido a su presencia, pero rendida ante la situación terminó apoyando su cabeza en el pecho de Lionel y comenzó a llorar.
Eugene sonrió satisfactoriamente ante la reacción de Lionel.
“¿Que por qué está llorando? Claramente es por TU culpa que ella está llorando” respondió burlonamente. “Cuando le mencione acerca de tu situación estaba bastante sorprendida. Si alguien me dijera que mi amante se va a casar con otra persona yo también lloraría”.
Aquello no era verdad, ella no lloraba por eso, pero no podía decirle nada a Lionel; su mente y su corazón se encontraban demasiado intranquilos.
“Nada de esto es tu asunto, FUERA DE AQUÍ”.
“Aun no”, respondió Eugene mientras balanceaba el canasto de Colette frente al rostro de Lionel, “Ella estaba caminando tarde en la noche cargando con exclusiva joyería, eso es algo muy tonto de su parte. ¿Cómo pudiste hacer que una dama caminara en la soledad de la noche, incluso si iba a ser abandonada? Es algo muy despreocupado ¿No lo crees así?.
“Como te atreves…” Lionel respondió apretando los dientes, intentando mantener la compostura. Eugene sonrió burlescamente ante la expresión de impotencia de Lionel, lo cual lo hizo volverse más atrevido.
“Esta es la primera vez que te veo tan desesperado… Y por una plebeya ni más ni menos. Ella debe haber sido muy fácil de llevar a tu cama. No te exaltes demasiado, no quisiera ver que sacaras tu espada, Yo y mis molestias nos retiraremos ahora”.
Eugene lentamente colocó el canasto en el suelo mientras salía de la habitación. La puerta fue cerrada, solo Colette y Lionel quedaron en el cuarto.
“Lo siento… Todo esto es mi culpa. De verdad lo siento, no quería que estuvieras en problemas” comenzó a llorar.
Lionel la abrazo con dulzura pero sus lágrimas seguían cayendo. Debido a su falta de juicio sentía que había manchado el honor de Lionel.
Lionel dejó a Colette sentada en el sofá de su oficina para que se calmara. Hizo que ella apoyara su cabeza en su fornido pecho. Con la sensación de seguridad Colette comenzó a llorar nuevamente.
“No llores Colette, por favor no llores. Yo soy el malo en esta historia. Como el dijo, descuide tu travesía hasta aquí pero no quería obligarte a decidir cuándo vendrías. De verdad lo siento”.
Su voz estaba llena de emoción, desesperadamente luchando contra la pasión. Parecía ser que ella era muy importante para él. Solo con eso, Colette era feliz. Era feliz de tener a alguien que pensara de esa manera por ella. Sentía que todo aquello era lo suficientemente bueno.
“Por favor no se disculpe, mis lágrimas no son su culpa, todo es culpa de las crueles cosas que aquel tipo me decía, no podía soportarlas”
“Ese maldito hijo de perra…” maldecía el recuerdo de Eugene mientras la abrazaba aún más cerca. Acaricio su cabeza y murmuró cosas dulces a su oído. Era una sensación relajada y encantadora. Le golpeó suavemente sus mejillas y tocaba su cabello y sus labios. Las lágrimas de Colette finalmente se detuvieron. Cuando finalmente se hubo calmado llegó a la conclusión de que ya era hora de hacer aquello que había venido a hacer.
“Es hora de decir adiós”
“Colette, no”
“Ya no puedo hacer esto nunca más. He escuchado que su matrimonio ha sido decidido por el Rey”
“Eso no tiene nada que ver con nosotros” respondió Lionel, “He trabajado mucho tiempo intentando romper aquel compromiso, incluso desde antes de ir a la guerra”.
Colette movió su cabeza rechazando aquella explicación. No había motivos para que él llegara a tales extremos. Un matrimonio entre casas de nobles no era algo sencillo, con el presentimiento de que si llegaba a cancelar aquel compromiso todos serían infelices… Ella decidió no creerle.
“Eso es inútil, eso es…”
“Colette, por favor escucha mi versión de la historia”. Hasta el momento, cada vez que pasaban el tiempo juntos existía la embargante sensación de tocarse uno al otro y nunca conversar apropiadamente. Ellos nunca habían conversado acerca de sus vidas personales. Ahora que la relación estaba llegando a su fin, era extraño intentar conversar de aquello en lugar de buscar entregar placer uno al otro, por última vez.
“Hace ya ocho años atrás se realizó el compromiso con aquella muchacha que ahora es mi prometida. Yo tenía diecinueve años y ella solo diez. Cuando nos encontramos por primera vez ella me miró y se desmayó en el acto. Al parecer la había asustado sobremanera.”
“Oh no…”
Ciertamente su rostro daba algo de miedo y tenía el aura de aquellos que desenvainan su espada a la más mínima provocación, pero tan solo con conocerlo se daría cuenta que Lionel no era alguien de temer. Ella debería notar que él es una persona muy bondadosa y pensativa.
“Ellos dijeron que cuando nos conociéramos mas uno al otro las cosas mejorarían, pero nunca lo hicieron. Cuando intentaba verla, ella se asustaba tanto que salía corriendo. En realidad no puedo contemplar casarme con alguien que está tan temeroso de mi. Incluso ahora he escuchado que ella ya tiene alguien a quien amar”.
No hay forma de que un matrimonio con esas características fuera feliz desde un principio, pero el compromiso ya había sido decidido desde hace mucho tiempo e intentar disolverlo era algo muy complicado. Lionel había descuidado el compromiso intentando romperlo desde hace mucho tiempo, entonces el Rey se había cansado de esperar y había forzado una fecha para la boda.
“La mejor condición para romper el compromiso es si yo encuentro a otra persona con la cual quiera casarme ya que mi novia es demasiado tímida y sus padres no quieren intentar rechazar el compromiso”.
La tensión era palpable en el aire. Lionel colocó una mano bajo la quijada de Colette e hizo que lo mirara a los ojos; tenía una dulce expresión en su rostro.
“Cásate conmigo Colette. Haré que te olvides de todas las inseguridades y te protegeré con todo mi poder. Apostare todo lo que tengo para hacerte feliz, lo juro por mi honor. Quiero que estemos juntos”
“Eso… Eso es imposible”
“Colette…” respondió Lionel con dolor en sus ojos. Lucia realmente triste. Ella sabía que iba a herirlo, pero era algo imposible. Incluso aunque no era necesario, ella pensó que era mejor si explicaba su visión de las cosas.
“Me encanta estar contigo Lionel y creo que en verdad te amo, pero simplemente no puedo estar contigo. Mi compromiso también ata los negocios de mi familia, ya no es solo un asunto de mi prometido y yo. Es un matrimonio que unirá a nuestra familias y también ha sido decidido desde hace mucho tiempo. De verdad lo siento; no puedo decepcionar a toda mi familia de esa manera”.
El abrazo a Colette fuertemente mientras intentaba no dejarla ir. Se sentía tan solitario. Cuando ella entro al cuarto anteriormente incluso lo había encontrado algo pálido.
“Lo siento mucho” volvió a susurrar una y otra vez mientras lo abrazaba y lo besaba. El la había hecho tan feliz, pero aquella noche era el final. Ella lo besó una última vez y se levantó del sofá.
“Quisiera regresar a mi dormitorio; ¿Seria tan amable de acompañarme por favor?”
“Por supuesto”
Lionel la tomó de la mano y caminó con ella por las barracas en silencio. Ya no había conversación pero Colette estaba feliz de esa manera, en sus últimos momentos juntos. Cuando al fin llegaron a su dormitorio ella lentamente dejó ir su mano. Sentía que estaba lanzando su amor de vuelta a la cara, pero su corazón ya no estaba herido, solo paralizado.
Colette bajo su cabeza y le dijo “Por todo lo que ha pasado hasta ahora, muchas gracias. Nunca lo olvidaré… Por favor sea feliz”
Lionel la observó en silencio. Colette se dio la vuelta y caminó hacia su habitación sin mirar atrás. No podía más con el peso muerto en el cual se había transformado su corazón, sentía que se ahogaba en su tristeza.
Cuando había hablado con Rose aquella mañana estaba tan segura acerca de sus sentimientos, pero ahora… Era extraña la sensación de la separación. Colette se sentía vacía.
***
A la mañana siguiente en el comedor Rose se sentó a su lado como si fuera lo más natural del mundo y le dijo:
“Buenos días Colette… ¿Ha habido algún progreso?”.
“Si…”
“¿Entonces fuiste a verlo anoche?” le pregunto con un suspiro de impresión.
Sorpresivamente Colette le respondió en una clara y tranquila voz.
“Si”
“¿Qué ocurrió entonces?”
“Le regrese su broche y le dije que todo había terminado”
“¿Y eso es todo?, ¿Él simplemente aceptó, así sin más?”
Por algún motivo Colette estaba irritada. No quería pedir disculpas por que simplemente no había motivos para disculparse y si empezaba a hacerlo tanto Rose como ella se enojarían mutuamente.
En lugar de eso decidió cambiar el tema de la conversación.
“Tal vez deje el castillo antes de completar mi contrato”
“Eh… ¿Por qué?”
No quería explicar que el motivo principal era haber roto con Lionel y que pronto ambos tendrían que casarse, “La verdad es que me encontré al Capitán de los Caballeros del Águila Blanca ayer. Como ya deberías saber ellos estaban patrullando el castillo en las noches”.
Si Rose estaba al tanto de ello lo más seguro es que se lo habría contado, pero Colette tampoco había estado escuchando atentamente esa parte de la conversación y a fin de cuentas había salido en la noche sin pensarlo apropiadamente.
“Lo se, ellos se encargan de patrullar en ocasiones. Entonces, ¿Ellos te vieron con el broche y pensaron que lo habías robado? Seguramente querían conocer al dueño… ¿Fue malo verdad?”
Rose dedujo la situación rápidamente y entendió lo que había ocurrido. Colette asintió “Si, fui constantemente abusada y burlada por el Capitan, asi que fui forzada a tomar una decisión debido a mi estupidez”
“…Espera un momento, iré a averiguar algo”
Rose salió disparada del comedor. Colette asumió que reunir información alrededor del castillo la mantendría ocupada por el día. Terminó de comer y se encargó tanto de su platillo como del de Rose.
***
Luego de terminar el aseo de uno de los cuartos del castillo, Colette camino por el corredor hacia su siguiente asignación. Un hombre vestido con una capa blanca apareció frente a ella. Colette mantuvo su cabeza baja, disculpándose e intentando continuar su camino pero nuevamente era bloqueada y una firme mano agarro su mentón y empujó su rostro hacia arriba.
“Hola Colette, tus ojos parecen algo hinchados. Estaba preocupado por todo el llanto que derramaste el día de ayer”
Eugene, el maldito Capitán de los Caballeros de las Águilas Blancas. Ver su seductivo rostro a plena luz del día solo la hizo detestarlo aún más. Ella quitó bruscamente su rostro de aquellas manos.
“Gracias por su preocupación” le dijo con extrema educación. “Me encuentro muy bien, ahora si me disculpa debo continuar con mis labores”.
“Vamos, no lo tomes tan mal, conversemos un poco. Creo que tu sabes algo que me gustaría saber”
“No, yo no sé nada. Gracias” repitió Colette.
Las reglas de la sociedad indican que ella no podía retirarse antes de que él lo hiciera, así que mantuvo su cabeza agachada y se quedó quieta a un lado esperando que Eugene entendiera la indirecta y se retirara. Pero al contrario, el capitán simplemente se agacho forzando su mirada con la suya nuevamente. Colette retrocedió pero se encontró arrinconada contra la pared, su única ruta de escape era por alguno de los lados pero habría tenido que forzar su camino empujando. Los ojos de Eugene brillaban con excitación ante la situación, estaba disfrutándolo. Colette se volvió hacia el lado contrario pero él la tomó de los hombros y la forzó a mirarlo nuevamente. Sintió como las lagrimas volvían a caer por su rostro.
“Eres una mala chica por tratarlo de esa manera. Es como si quisieras ser abusada”
“Lo siento pero esa no es mi intención” le dijo Colette.
“¿Ah, con que si? Tienes una boca muy engreída”
“Lord Eugene, al parecer dispone de mucho tiempo libre entre sus manos como para darse el lujo de molestar a una sirvienta en este lugar”. Una voz femenina se escucho detrás de él. Eugene se retiró lejos de Colette de forma titubeante.
Colette dio un suspiro de alivio.
“Solo estaba investigando la situación” dijo Eugene.
“Yo seré quien continúe la investigación por el momento” dijo la mujer. Ella lucía como de treinta años, con una postura bastante recta. Su pelo estaba tomado en forma de un apretado moño y vestía un simple vestido color azul marino. Era delgada y tenía un hermoso rostro. Parecía ser que aquella mujer estaba en una posición más elevada que Eugene, tal vez era alguien esperando ser ascendida de posición prontamente.
“Colette, ¡esto es serio! Escuche muchos rumores…” Rose lloraba mientras corría hacia ella, quitándole seriedad a aquel duelo de poder.
Colette, la dama y Eugene giraron para observar a Rose. Ella se detuvo rápidamente e hizo una reverencia a aquella misteriosa dama. Al ver aquello, Colette entendió que definitivamente ella estaba en un rango mayor al de Eugene.
“Luce espectacular este día, dama de la Corte Adán”
“Si, en verdad estoy bastante bien. Por favor regrese a sus tareas. Colette Folk, por favor sígame”
¿Que?¿Por que?¿A donde?… ¿Quién era esta dama de la corte? Habían tantas preguntas en su mente pero Rose le susurro con rapidez: “Ve rápido” así que Colette obedientemente fue tras aquella dama.
Una sirvienta menor como Colette estaba siendo guiada por el castillo hacia un área que nunca antes había visto. ¿Dónde me está llevando? se preguntaba Colette.
Llegaron a una lujosa puerta cerrada, pintada de blanco y con adornos dorados. Lady Adan golpeó la puerta.
“Hemos llegado” dijo ella y entonces la puerta se abrió. Colette siguió a la dama mientras veía como aquella puerta dorada se cerraba tras ella. El cuarto era realmente hermoso, extravagantemente decorado pero con estilo. Una hermosa mujer joven se encontraba sentada en un sofá mientras que en la mesa que tenía adelante abundaban las copas de té y algunos dulces. Ella tenia un encantador cabello de color café y su rostro era algo que Colette solo podía describir como efímero.
La dama tenía un aspecto bastante frágil. Sus delgados hombros acompañados de una aún más delgada cintura no necesitaban ningún corsé. Cuando Colette ayudaba en la tienda de sus padres ella veía delgados vestidos siendo fabricados, entonces ella se preguntaba a que tipos de mujer les podrían servir aquellos vestidos, ahora se daba cuenta que una dama como ella podría sentirse bastante confortable en alguno de esos vestidos. Aunque la dama era bastante delgada su contextura era bastante particular.
Esta elegante dama bebió un sorbo de té de forma muy elegante. Debe ser de la más alta nobleza para tener bajo su alero a una ayudante que podría incluso superar al capitán de los Caballeros. Colette comenzaba a preguntarse que se encontraba haciendo ella en aquel lugar, cuando finalmente la dama habló:
“Señorita Colette, por favor tome asiento”
Su voz era clara y dulce como la de una campana. Por supuesto ella debe haber recibido lecciones de elocuencia como una noble, pero su tono de voz era más maduro que el de Rose. Colette observó de reojo a Lady Adan, quien la invitó a sentarse en una silla cercana. Ella tímidamente tomó asiento en una de las sillas intentando parecer lo más elegante que podía aparentar.
“¿Eres tu la amante de Lionel?” le preguntó aquella dama.
Tal vez, ella era la prometida de Lionel. No, a ella se le había indicado claramente que su prometida era solo la hija de un conde, por lo tanto aquella dama de la corte no estaría sirviendo a alguien así en zonas privadas del palacio.
“No, aquello ya terminó” respondió Colette casi con un susurro.
“Pero Lionel está luchando por tu bien, está incluso luchando en contra de los deseos de su majestad para cancelar aquel compromiso” le dijo aquella dama; su expresión estaba llena de angustia. Incluso su mirada triste lucía bella, Colette no sabía que responderle así que quedó perpleja. La mujer continuó.
“Siempre lo he envidiado. Mi esposo prefiere pasar tiempo con el que conmigo. Incluso él se dedica a pensar en que será lo mejor para Lionel antes que en él mismo. Su más confiable guardián, su mejor amigo… No hay espacio que yo sea capaz de llenar sin que termine entre medio de mi marido y aquella persona. Están prácticamente juntos todo el día”.
Colette aun no sabia quien era esta persona, tampoco entendía de qué diablos estaba hablando. ¿Quién es su marido? Colette tenía una expresión de extrañeza en su rostro pero la dama noble continuaba con su retórica.
“Parecerá una locura pero quería conocerte Colette. Quería consultarte cuáles han sido los métodos que has usado para volver a un bloque de madera como aquel hombre loco por ti. Haga lo que haga no puedo mantener a mi esposo para que me elija a mi primero antes que a sus amigos”. Por favor explícame” comenzó a decirle aquella dama mientras lágrimas de tristeza brotaban de su rostro, de forma elegante.
La dama encontró un pañuelo y secó sus lágrimas. Sus delicados dedos lo mantenía apretado en sus manos. Colette sentía lastima por ella, fue entonces cuando recordó algunos rumores que le había contado Rose anteriormente:
“Ya sabes que el Rey y la Reina se han casado hace poco. La reina de verdad quiere pasar tiempo con el Rey, pero él se ha dedicado solo a la cacería o a pasar el tiempo con sus amigos en el cuarto de fumadores…” Rose también había mencionado que Lionel era su mejor amigo. Esto solo podía significar que aquella efímera belleza que estaba llorando frente a Colette no era nada más ni menos que… ¿La reina?
“¿Es usted la Reina?” preguntó Colette casi en shock.
“Así es, puedes llamarme Eliza. Por favor Colette dame tu guía. ¿Cómo puedo ganarme el favor del Rey?”.
Ella no entendía del todo la situación, no sabía qué decirle pero la Reina se encontraba esperando una respuesta por lo cual de pronto se vio rodeada de una gran sensación de pánico…
Esto se ha vuelto algo serio…
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