Aunque ella le consultara a Colette, esta no sabía cómo responder. No tenía las respuestas que la Reina buscaba.
“No sabría que decirle, además… Además nosotros ya no estamos juntos. Su majestad y Lionel son muy diferentes… Comparar mi situación con la de usted y su majestad…”
“¿Por qué crees que Lionel y su majestad son diferentes? Preguntó la Reina.
Las siguientes preguntas fueron incómodas. Ella no quería criticar a alguien cuyo estatus era tan superior sin autorización. Estaba nerviosa ya que pensaba que podría ser acusada de algún crimen.
“No conozco a su majestad, ni siquiera un poco, pero pienso que cuando me cruce con el señor Lionel él se sentía muy solitario. ¿Tal vez su majestad se vaya acostumbrando a usted con el paso del tiempo…?”
Colette continuo intentando explicar sus pensamientos:
“Tal vez debería ser más sincera acerca de sus sentimientos. De alguna manera tal vez todo se resuelva de esa manera.”
“¿Tú también fuiste sincera? ¿No son acaso tus sentimientos por Lionel superficiales?” respondió la Reina.
“Um… Me gusta el señor Lionel, pero estoy muy al tanto de nuestras diferencias de estatus social”.
Al escuchar las palabras de Colette, Eliza suspiró profundamente.
“Una persona que ama de esa manera en realidad es muy altruista”
Tal vez eso sea cierto, pensó Colette, sin embargo sus preocupaciones también tenían que ver con el miedo. Una persona podría querer huir de la fuerza y profundidad del amor de otros, pero eso era algo que no podía decirle a la Reina.
“De acuerdo” dijo Eliza luego de un contemplativo silencio.
Colette se sintió aliviada; al parecer Eliza estaba satisfecha con lo que había dicho. Se encontraba esperanzada en poder salir pronto del lugar, pero enseguida sintió una aguda mirada desde los ojos de la Reina.
“Pero hay un problema; el verdadero motivo por el cual te mande a llamar…”
“Um… ¿De qué se trata?” respondió Colette tentativamente. Tenía un mal presentimiento sobre lo que iba a escuchar a continuación.
“El Rey está muy interesado en la mujer que ha vuelto loco a Lionel, por lo tanto quiero que tu seas una de mis sirvientas personales”
Colette entendió el mensaje entre líneas. El era el Rey después de todo, él podría estar curioso acerca de la mujer que había fascinado tanto a Lionel y podría quererla para sí mismo.
Colette se dio cuenta que la Reina era una mujer con un corazón lleno de pasión atrapado en un frágil cuerpo. Ella podía sentirlo, en realidad era una situación complicada.
“No es necesario. Estaba pensando en renunciar a mi puesto antes de que terminara mi periodo de contrato. Volveré a casa de mis padres y me prepararé para mi boda. Tengo un prometido, el hijo de uno de los socios de mi padre, lo conozco desde que éramos pequeños”.
“Ya veo, pero ¿En realidad estás enamorada de este prometido?”
En realidad, Colette nunca había pensado acerca del amor.
“Lo conozco bastante y nos llevamos bien. Ambos queremos ayudar en los negocios familiares. Incluso para nosotros los plebeyos un casamiento entre familias es algo común”
“¿Con que así es entonces?, ¿Abandonaras el amor en el Castillo y te casaras solo por tu familia?”
Parecía ser que la mente de la Reina estaba llena de asuntos románticos; cada cosa que decía o pensaba parecía estar asociada hacia el amor.
Pensando en lo que decía la Reina, Colette comenzó a pensar que ella tenía ideas bastante fijas en lo que debería ser el amor. Eliza prosiguió su relato:
“Yo estaba tan feliz cuando se decidió que su majestad sería mi prometido. Incluso cuando fue una decisión de nuestras familias y pueblo, amaba a su majestad desde el fondo de mi corazón. Cuando volví a mi hogar conversé con algunos ancianos cuyos matrimonios habían sido arreglados de la misma forma y ellos no estaban muy felices que digamos. Para mi en cambio, cuando vi una foto de su majestad me sentí muy contenta de haber encontrado un marido como el. Soñaba con una vida feliz juntos, pero en la realidad, él no se preocupa de mi”
Eliza parecía marchitarse mientras terminaba de relatar su historia; Colette sentía su corazón gemir por dentro mientras intentaba calmarla.
“Amar a alguien y ser amada es algo duro, pero ser capaz de amar a alguien… Creo que en ese aspecto soy feliz. Para decirle la verdad me pregunto si solo el amor es suficiente para mantener una relación. Por ahora no piense demasiado en ello, solo relájese y tómese un tiempo para sí misma. El amor no es algo transitorio, el verdadero amor es duradero y llega con el paso del tiempo”.
“Oh… Me pregunto…”
“Su Majestad y Eliza son ambas muy lindas personas y se complementan muy bien. Es mejor ser paciente y tener una mente calmada. Salga más a menudo, disfrute de sí misma a su propio ritmo. He escuchado que no es bueno encerrarse demasiado”.
“Bueno…”
Algo en las palabras de Colette parecía haber cautivado a Eliza por lo que mantuvo silencio para luego levantarse rápidamente. Lady Adan rápidamente tocó una campanilla para llamar a una de las sirvientas en jefe. Tanto ella como Eliza se fueron de la habitación y la jefa de sirvientas llevó a Collete de vuelta a sus actividades.
Colette no pudo entender bien qué había pasado, pero en realidad ya estaba exhausta. Además aún no cumplía con el trabajo asignado del día por lo que tuvo que apresurarse. En su camino fue acorralada por Rose.
“Colette… ¿Paso algo grave?, ¿Qué querían las damas de la corte contigo?”
“Bueno… pasaron varias cosas… fue más como un cuestionario…”
“Como lo pensaba, estaba segura que ocurriría”
“Eh… Rose, ¿Acaso sabes qué es lo que ocurre?”
Ella no debería estar al tanto de que su majestad la estaba buscando, ¿Verdad?… ¿No se supone que aquello era un secreto?.
Pero cuando Rose comenzó a hablar alguien la llamó.
“¡Colette Folk, ven acá!”
Era la supervisora de las sirvientas, quien estaba acompañada por otra sirvienta de rango menor.
Colette miró a Rose y le dijo “Hasta más tarde” mientras era guiada por la supervisora. Cuando llegaron a una oficina la supervisora le entregó un documento y le pidió que lo firmara.
“¿Qué es esto?” pregunto Colette.
“Colette, has tenido un trabajo muy duro por lo tanto se te libera de tus obligaciones en el palacio”.
¡Un despido repentino!, se preguntó si la Reina había tenido algo que ver ya que no quería que su majestad el y ella se encontraran. No estaba segura de pero rechazar aquel documento no era una opción, por lo tanto ella firmó y fue libre para retirarse.
“Tus pertenencias le serán enviadas más tarde. Le pagaremos todo lo trabajado hasta el día de hoy”.
Colette estaba petrificada, todo parecía tan fácil de improviso. Ella no era alguien a quien le gustara darle vuelta mucho tiempo a sus pensamientos pero había sido una sirvienta por dos años y aún le quedaban algunos meses para terminar. Su mente aún no podía procesar una despedida tan repentina. Aún confundida, ella comenzó a caminar hacia su hogar.
“Colette, espera”.
Ella ni siquiera miró que la sujetaba en aquel momento. Sentía que su alma había abandonado su cuerpo por algunos minutos. Fue llevada a los establos en donde un caballo y un caballero estaban a su lado. Cuando volvió en sus sentidos se dio cuenta de que aquel caballero era Lionel quien estaba parado junto a su caballo, vestido con su armadura ceremonial.
“Eh… ¿Qué ocurre…?”
No estaba solo; el otro caballero del Dragon Negro también estaba vestido con la misma armadura ceremonial. El cerebro de Colette se congeló. Lionel se acerco a ella, su expresión estaba llena de dulzura.
“Vine a recogerte”.
“¿De qué hablas?”
“He recibido el permiso de su majestad… El permiso para casarme contigo”.
“¿Qué…?”
La mente de Colette estaba agotada… ¿Acaso no había rechazado su proposición anoche?. Lionel se acercó a ella.
“Por eso… Ahora nos dirigimos hacia tu pueblo natal”.
“¿Y qué piensas hacer cuando lleguemos ahí…?”
“Pedir tu mano ante tus padres por supuesto” respondió Lionel.
Colette comenzó a sentir que perdía el conocimiento. Su boca se abrió y cerró sin producir sonido alguno por algunos momentos. A los pocos segundos recobro el sentido del habla y se sintió feliz cuando una frase muy sensible salió de su boca:
“Si vienes conmigo tan repentinamente, eso podría ser un problema para mis padres…”
“No te preocupes, eso no será un problema” le dijo lleno de confianza.
El líder de los caballeros y sus subordinados comenzaron a preparar todo mientras Lionel y Colette salían afuera del establo. Rose y las otras sirvientas llegaron al lugar para observar la escena y gritaban excitadamente ¡Esto es tan genial!…
No, esto no es para nada genial. Colette quería pensar largo y tendido sobre su futuro pero ahora no era capaz de pensar en nada. En esta situación ella no tenía el poder mental para decir “No voy a casarme contigo Lionel, es imposible”.
Rose se acercó a su lado y le dijo:
“Esto es lo que he intentado decirte todo el día Colette: Lionel oficialmente canceló su compromiso y ahora les está permitido contraer matrimonio”.
¡Deberías haberlo dicho antes!, pensó Colette.
Lionel levantó a Colette y la sentó sobre su caballo para que estuviera de lado mientras él subía a la montura detrás de ella. Luego saludó a sus hombres y ellos los saludaron de vuelta.
“Ahora nos vamos”.
Al momento de decir aquello el caballo comenzó a galopar como el viento.
¿En realidad esto era de verdad?, no era posible. ¿Se le permitió terminar su compromiso para casarse con una plebeya? Y ahora iban de camino a comunicárselo a sus padres…
¿Acaso ella era capaz de ser su esposa de la forma en que era?, no… Aquello era imposible.
No era posible que ella fuera la esposa del comandante de los caballeros, un noble de alta alcurnia y además un amigo cercano del Rey. Ella sabía muy bien que no tenía tanto talento o espíritu.
Mientras Lionel cabalgaba y la acercaba cada vez más a su cuerpo y el caballo tomaba mayor velocidad hacia su destino, ella pensaba que en realidad… Esto se volvió algo muy serio.
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