Episodio 01 – Una aventura justa
“La comida… Se nos ha acabado…”
La sirvienta Giera lloraba como si hubiera sido su culpa. Ella tenía una personalidad brillante y fuerte pero en aquel momento perdió la compostura, no podía soportar traer una bandeja solo con pan rancio, sopa y agua.
“¿Has comido algo?” pregunto Roxyna. Giera afirmó con un gesto.
“Si, ya he comido”
“¿De verdad?”
“¡Por supuesto!, usted sabe que yo no puedo saltarme ninguna comida”
Un gruñido muy fuerte, proveniente del estómago de Giera interrumpió la conversación. Rápidamente ella cubrió su estómago pero Roxyna se levantó de su asiento e hizo que ella se sentara en su lugar.
“Pero Duquesa”
“No, quiero que comas tu. Yo no tengo hambre”
“Pero ayer usted tenía mucha hambre”
“Estoy a dieta, mi talla ha aumentado últimamente”
“Dijo lo mismo el dia de ayer”
Giera miró a Roxyna a los ojos. Ella había estado sin comer desde el día anterior y su rostro parecía pálido, casi al borde de la muerte. Debido a la solicitud de divorcio por parte del Duque todos los fondos para el palacio fueron cortados hasta que no se firmaran los documentos. Debido a esto, actualmente sólo Giera estaba trabajando en la mansión, las otras cincuenta sirvientas y mayordomos se habían retirado. Es por esto que también ya no era posible servir una comida decente. Roxyna tenía la confianza de que no necesitaba nada para sobrevivir más que su propia voluntad, pero ver a Giera pasar necesidades la hacía sentir mal.
“Giera… Creo que deberias buscar un mejor trabajo”
“Pero no puedo dejarla ¿Quien se hará cargo de sus cuidados?”
“Yo también puedo valerme por mi misma”
“No se preocupe, por favor coma algo Duquesa”
“No tengo apetito, por favor sírvete mientras yo voy a mis habitaciones”
Roxyna se retiró mientras mordía sus labios. Tal como Giera le había indicado, después de sólo dos días de pasar hambre ya no tenía energía, el hambre le impedía pensar con claridad, lo que a fin de cuentas provocaba que estuviera en un estado de somnolencia que la mantenia tranquila sin preocuparse.
Tan pronto entró en la habitación se sentó en su cama y miró hacia la ventana. El cielo estaba oscuro, tal como su vida.
Un suspiro salió de su boca. Al tomar el sobre sobre su mesita de noche un nuevo suspiro volvió a escucharse mientras miraba el acuerdo de divorcio en sus manos. Hace ya medio año, su esposo el Duque Arthur Percy se presentó en la mansión con un acuerdo de divorcio en sus manos y le informo que, si ella no lo firmaba a la brevedad él cortaría todo suministro de dinero para sus gastos.
Ella habría estado resentida si él la hubiera amenazado o gritado pero su explicación acerca del motivo por el cual debían separarse en realidad le parecía razonable. El no quería vivir con una mujer a la cual no amaba.
Pero había otro motivo por el cual no quería estar junto a ella: El padre de Roxyna y sus dos hermanos.
Después del matrimonio su padre, llamado Thierry Baradan y sus dos medios hermanos Kerger y Don se metieron en muchos problemas tanto económicos como de faldas.
Tanto el hijo menor del rey de un país cercano como miembros del Ducado Percy tomaron ventaja de estos hechos y se dedicaron a dañar el honor de su esposo: Arthur Percy. Incluso con pruebas y testigos del acoso hacia mujeres nobles, la familia de Roxyna no fue juzgada por estar relacionada con la familia real. Arthur tenía un carácter moral intachable y odiaba a cualquiera que intentara herir su reputación. Dijo que no podía aceptar su comportamiento o perdonar a su familia debido a que no amaba tanto a Roxyna en primer lugar como para no ser capaz de vivir sin ella. La única forma que tenía de escapar de esta mala relación familiar era divorciarse de ella.
Ella no tenía nada más que discutir, lo entendía a la perfección. Incluso aunque quisiera negarse, ella también pensaba que su padre y hermanastros eran verdaderas basuras. Ella tenía una pequeña hermana y temblaba de temor al pensar que ella podría ser entregada como compensación, por lo tanto tenía claro que lo más conveniente en esta ocasión sería el divorcio.
Todo lo que tenía que hacer era entregar los papeles de divorcio firmados lo antes posible, pero en cuanto Arthur se retiró del castillo luego de notificarle, todos los fondos fueron cortados sin previo aviso y la situación empeoró rápidamente.
Roxyna miro el documento y sacó un sello del cajón de su mesita de noche. Ni siquiera era capaz de mirar a Giera en aquel estado: no quería que siguiera sufriendo por su culpa. Ya no había ninguna esperanza y no valía la pena seguir alargando lo inevitable.
En realidad el único motivo por el cual había pospuesto tanto tiempo aquel trámite era su deseo de alargar la situación el mayor tiempo posible, pero eso terminaría ahora. Sin dudarlo más ella estampó su sello en el acuerdo de divorcio. No hubo lágrimas o dolor en su corazón. Tomó su anillo de compromiso y lo miró con desdicha.
Este es el fin de nuestro matrimonio, pensaba. Enrollo el documento y lo sujeto con el anillo y comenzó a prepararse.
“¿Va a salir Duquesa?”
Giera la observó cuando la Duquesa se prestaba a salir del castillo. Una expresión triste podía verse en el rostro de Roxyna.
“¿Pero a dónde se dirige?, si usted sale fuera… Yo debería conducir el carruaje ya que no tenemos cochero”
“No te preocupes, iré al palacio Gillen”
El palacio Gillen era el lugar en donde vivía Arthur. La residencia del Duque era el palacio Winne, pero Arthur se mudo el día que pidió el divorcio. El palacio Gillen estaba a solo treinta minutos a pie.
“Pero eso es…”
Giera observó el acuerdo de divorcio en las manos de Roxyna.
“No cambiará nada si sigo esperando. No voy a permitir que mueras de hambre”
Giera solo pudo hacer una mueca con sus labios. Las circunstancias de Roxyna eran peores que pasar hambre así que le era difícil decir algo.
“Volveré pronto”
Roxyna sonreía mientras salía del palacio. Tenía un sombrero puesto que la hacía lucir como una niña, parecía que su delgado cuerpo podría salir volando con la más leve brisa si no tenía cuidado al caminar. Eso no quería decir que se sintiera enferma, todo lo contrario: iba caminando con fuerza y decisión mientras miraba hacia adelante y seguía su camino.
El acuerdo de divorcio no pesaba en sus manos pero si en su corazón, mientras caminaba suspiró melancólicamente. Tomaría meses el confirmar el divorcio pero al menos su vida como la Duquesa Percy terminaría hoy mismo. Aunque deseaba pensar que esto solo sería un nuevo comienzo para su vida, la realidad la hizo caer a tierra rápidamente mientras caminaba por un bosque repleto de árboles, lo que otorgaba un ambiente lúgubre al camino.
“Lanzala”
Mientras entraba al palacio Gillen, escuchó unos gritos por los alrededores. Al caminar hacia el origen de aquel sonido observó el estadio y la gente apiñada en sus alrededores.
El gran estadio del palacio podía acomodar a cientos de personas, muchos juegos se llevaban a cabo en aquel lugar, como la justa, football o polo. Al parecer algunos juegos se estaban llevando a cabo aquel día; habían muchas barracas con la bandera de las Alas Azules, la guardia personal del Duque y los patrones del Leon Blanco, la guardia del castillo.
Los participantes estaban divididos en equipos según su procedencia. Cada vez que los guardias querían aumentar su disciplina y su fuerza se llevaban a cabo estos juegos. Entre más se acercaba al estadio más parecía ser como un festival, al parecer los juegos habían empezado hace varios días. Roxyna estaba asombrada con la cantidad de mujeres entre el público, observando con ojos lascivos a los jugadores.
“No importa si alguien como yo pasa hambre ¿Verdad?”
Roxyna afirmó su sombrero para que nadie pudiera reconocerla. Había cientos de espectadores en aquel estadio y todos eran nobles o familias de caballeros. Todos estaban tan distraídos por el juego de pelota que nadie se percató de su presencia.
“¡Vamos!”
El público comenzó a gritar nuevamente debido a la presencia de Arthur en el juego, quien rivalizaba con su oponente audazmente mientras colocaba la bola en la red del equipo contrario. El esposo de Roxyna y Duque de Percy era muy entusiasta y lleno de vitalidad. El juego de pelota era muy popular con las damas a pesar de estar jugando en el barro. También era un factor popular que los jugadores usaban unos pequeños shorts y medias apretadas para revelar sus musculosos cuerpos sin misericordia. No había otro entretenimiento similar debido a que las mujeres podían admirar los cuerpos de los bien entrenados caballeros, aunque algunas se avergonzaban e intentaban mirar hacia otro lado.
Roxyna fijó su mirada en Arthur. El joven de veintiséis años era el joven más atractivo del Reino de Capreon y el miembro más joven desde la muerte del Rey Keifram. Su verdadero nombre era Arthur Osburn Capreon, hijo del príncipe más joven y segundo en la línea de sucesión del reino, pero cuando contrajo nupcias con Roxyna se convirtió en el Duque de Percy. En el reino de Capreon, cuando un miembro de la familia real se casaba con una duquesa, ambos pasaban a tener el mismo título familiar.
Arthur era rico en todos los aspectos y era el hijo más joven, aquel que siempre había estado al lado de su padre. Estaba lleno de confianza, así como de arrogancia, la cual emanaba por todo su cuerpo. Su carisma desbordaba y la fuerza de su cabello le hacían tener una mirada profunda, produciendo confianza sin necesidad de mencionar palabra alguna. El joven maestro, nacido en una tan única posición y con un temperamento muy peculiar era excelente en apariencia.
Heredó la belleza de su madre, la Reina Amosa y era un hombre tan bello que podría dejar a cualquiera ciego si era observado sin cuidado. A sus veintiséis años había alcanzado el tope de su belleza, con la apariencia de un hombre lleno de energía, no importaba lo que ocurriera.
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