“¿Has tomado ya una decisión?”
El sabía que su majestad, el Rey Adrián no estaba hablando acerca de su siguiente movimiento en el tablero de ajedrez, por el contrario se refería al asunto de tomar una decisión acerca de su futura esposa.
Lionel, el comandante de los Caballeros del Dragon Negro, movió una de sus piezas en el tablero.
“Si”
“No quieres casarte con la hija del Conde de Karris; dijiste que querías esperar hasta encontrar otra mujer. Si no puedes encontrar a otra chica simplemente cásate con ella”
“No quiero casarme con alguien con quien no puedo pasar el tiempo o hablar siquiera”
La mujer que el Rey había elegido para él estaba tan asustada de Lionel que nunca le hablaba. A veces incluso se desmayaba cuando él se acercaba. No había dudas de que serían infelices si es que se casaban pero Adrián estaba impaciente.
“Si quieres alguien para hablar simplemente consigue una amante. Cásate pronto y ten un hijo. Yo también estoy atrapado con Eliza y ella suele ser bastante molesta” dijo el Rey mientras se servía otra copa de Brandy.
Adrián solo quería que Lionel se casará pronto para tener a su esposa como nodriza de su primogénito y para que sus hijos fueran hermanos de leche. Este era uno de los deseos del Rey mientras ellos crecían juntos.
Cuando eran unos niños ellos jugaban sin saber la diferencia entre hombres y mujeres pero cuando llegaron a la adolescencia, Adrián se había vuelto un joven hermoso a quien rodeaban las mujeres. El Rey se dedicó a jugar y aprender sobre el amor por un corto tiempo pero nunca se había enamorado de verdad. A pesar de las muchas mujeres que habían calmado su lujuria él nunca había entregado su corazón. El Rey en cambio compartía su corazón con sus amigos más cercanos y Lionel era uno de ellos. Ellos le daban consejos y escuchaban sus problemas además de ayudarlo. Las mujeres en cambio eran propensas a llorar y volverse bastante histéricas.
Para lo único que necesitaba a las mujeres era para satisfacer su lujuria por lo que nunca se sentía apegado a alguien. Para Adrián, las mujeres eran como flores para amar por un tiempo y luego reemplazarlas. El trataba a su Reina Eliza de la misma manera. Por este motivo era que no le importaba forzar una relación que no funcionara con Lionel.
Pero Lionel era distinto; aunque tenía un rostro hermoso al parecer todos lo creían un ser sin expresiones y propenso a los arranques de ira.
Desde niños, las mujeres no se le acercaban y si es que lo hacían, siempre era para preguntarle por qué estaba enojado, además de decirle que tenía una personalidad de pocos amigos y que no era bueno para hablar. En una ocasión una mujer se acercó a hablarle pero era porque estaba buscando acercarse a su majestad. Adrián incluso le comentó lo extraño que era que una mujer se hubiera acercado por voluntad propia hacia él.
De alguna manera él quería conocer a alguien y comprometerse sin que Adrián lo supiera, sin embargo no había forma. Entre los mismos caballeros las mujeres eran muy pocas.
“No se supone que debas entregar tu corazón a las prostitutas con las que has dormido”
“No tengo corazón” respondió Lionel. Aquello era un amargo recuerdo.
El Rey amaba visitar un burdel llamado “La Sala”. Lionel usualmente lo acompañaba. Cada vez que acudían al lugar Adrián elegía una mujer diferente para pasar la noche, pero Lionel solo quería sentir la piel de una mujer a la cual quisiera y de la cual se preocupara. Una mujer distinta cada noche era simplemente incómoda. El quería sentir a una mujer sin tener que pedir permiso cada noche. Una de aquellas noches él decidió no acompañar al Rey al burdel y entonces Adrián eligió a una de aquellas prostitutas para que se acostara con Lionel. Ella accedió debido a la curiosidad. Después de su momento juntos, Melly (la prostituta) le contó al Rey acerca de la noche que había pasado con Lionel:
“A Lionel le gusta abrazar y acariciar. Tal vez debe relajarse un poco. Incluso cuando ya ha terminado y una está cansada y somnolienta el sigue tocando en silencio. Tal vez necesita ser aleccionado un poco más. Yo lo puedo hacer, después de todo usted está pagando por ello”.
Él no tenía intención de sujetarse tan fuerte, simplemente disfrutaba de la sensación de su piel tocando la suya propia y solo quería seguir y seguir abrazándola, pero no sabía cómo expresarlo.
Aunque se decía que Lionel tenía una expresión enojada y ojos malignos, su corazón era muy propenso a salir herido. Cuando se enteró de todo esto él nunca más volvió a acompañar al Rey a aquel burdel.
El Rey Adrián declaró el “Jaque Mate”.
“Deberías tomar una decisión pronto. Si no puedes hacerlo entonces decidiré la fecha de tu boda”.
“De acuerdo” respondió Lionel.
Después de todo, no podía objetar las decisiones del Rey.
***
A pesar de todo él no quería rendirse pero había poca esperanza; todas las mujeres solteras lo miraban con miedo. El quería conocer a alguien que no le tuviera miedo, no importaba como luciera o su edad siempre y cuando pudiera tener sus hijos.
Aunque él hizo todas aquellas concesiones nadie se acercaba a hablarle. El miraba a sus subordinados bajo su alero pero también era complicado hablar con ellos. Volvió a intentar con el burdel pero los resultados fueron los mismos. Lo único que deseaba Lionel era conocer a alguien que le dijera que lo amaba, de preferencia alguien tierna y soltera.
Un día Lionel caminaba hacia el campo de entrenamiento. Era una apacible y soleada mañana, así que caminaba lentamente disfrutando el día cuando escucho a alguien caminando apresuradamente. Por el sonido de sus pasos dedujo que era una mujer, más importante aún; se trataba de una chica que no era una caballero y por supuesto, no se encontraba en aquel lugar para entrenar.
Lionel trató de chocar con ella por “accidente” intentando no hacerle daño. Tenía la esperanza de un encuentro fortuito que hiciera florecer algo en su futuro. Maravillosamente terminó chocando con una tierna sirvienta. Luego que Lionel se estrellara con aquella chica la sujeto firmemente para evitar que cayera al suelo. Observó su rostro atentamente. Su cabello color miel estaba recogido pero algunos cabellos estaban desordenados debido a lo apurada que se encontraba, tenía unos hermosos ojos verdes que parecían amables pero también algo tristes. Sus mejillas eran rosadas y suaves, quería acariciarlas.
Sus ojos se encontraron y ella se asustó por unos momentos para luego disculparse con el. Lionel estaba triste y desolado, ¿Acaso no había nadie que pudiera hablar con él sin tenerle miedo?
A regañadientes levantó su rostro e intentó hablar con la chica pero ella volvió a hacer una reverencia y se disculpó rápidamente esperando poder retirarse, por lo que él la dejó ir.
Dos días después ocurrió una extraña situación y aquella sirvienta estaba en su oficina vistiendo solo una capa.
“Señor Lionel, tengo una petición para usted” le dijo ella. Tal vez solo quería hacer una petición a los caballeros de la orden. Pero no logró suprimir sus esperanzas sobre algún acontecimiento especial. Tal vez ella estaba preocupada por haber chocado con él antes, eso le daba alguna esperanza de que al menos pudieran ser amigos.
Lionel preguntó cuál era la petición pero la respuesta superó sus expectativas.
“Por favor deme su compasión” le dijo mientras se quitaba la capa, revelando que solo vestía un pequeño babydoll.
En ese momento, Lionel perdió la compostura.
“¿Quieres seguir con eso puesto o quieres que te lo quite?” Apenas podía pensar, la chica tenía un cuerpo sensual, exactamente del tipo que Lionel amaba; hermosos pechos y un gran trasero.
Ella intentó resistirse mientras le decía algunas palabras, pero él no podía escucharla. Sello sus labios con un beso. Fue una sensación placentera. Lo único que podía pensar era que deseaba tener a esa mujer pronto.
Cuando dejó de besarla ella tomó las manos de Lionel y comenzó a hablar nuevamente, pero él no era capaz de escucharla y el contenido de sus palabras era algo en lo que no estaba interesado. La miraba fijamente a sus ojos y solo podía pensar en lo hermosa y tierna que era. Se sintió muy feliz.
Ella se desvistió sin dudarlo ya que no quería manchar aquel babydoll. Él también se quitó su ropa. Como una temerosa virgen, ella trató de mantener distancia de Lionel, pero él la empujó hacia su cuerpo. Ella dijo algunas cosas, pero él apenas podía escucharlas, algo sobre “pureza” era lo único que logró retener. Le preguntó si aún era virgen, ella contestó que sí. Ella le explicó que aún era virgen y que deseaba llegar de esa manera al matrimonio, fue en ese momento que él decidió que se casaría con ella.
Esa noche él no la penetró, simplemente disfruto del contacto con su piel repetidas veces y tan solo con eso fue capaz de terminar. Fue una maravillosa velada. Ella era muy sensible hacia él sin guardarse nada. Tampoco le desagrado la forma en que ella lo tocaba. Era delicada y preocupada de complacerlo mientras estaba con él. Le dijo que era hermosa y atractiva, parecía estar feliz con aquellas palabras.
Quería poseerla lo antes posible. Lionel se volvió impaciente y colocó sus dedos dentro de ella pero le dijo que aquello era desagradable y que deseaba irse. Fue un doloroso error; el no quería ser odiado, pero parecía ser que Colette no lo odiaba en lo absoluto por ello, al contrario aunque solo había agua fría para limpiarse en el baño ella le hablaba con naturalidad. Era raro para Lionel conversar con una mujer normalmente. Ella era tan hermosa y tímida; él quería volver a tocarla. Le prestó una camiseta y guardó para sí mismo aquel babydoll.
La siguiente misión sería concertar una segunda visita.
El la acompañó hacia su dormitorio, hablaron largo y tendido mientras caminaban. Lionel estaba muy feliz pero cuando ella se acercaba a sus aposentos el silencio los envolvió. Intentó forzar su cerebro pensando qué decir a continuación pero no podía pensar en nada.
Estaba a punto de retirarse cuando él la agarró del brazo: “¿Cuando nos veremos nuevamente?” le preguntó desesperadamente. Ella se mostró asombrada pero lo rechazó. El supuso entonces que solo sería una aventura de una noche, pero Lionel no la dejaría escapar. El iba a tener a Colette en sus brazos nuevamente; iba a casarse con ella, por lo tanto comenzó a trazar un plan.
***
Primero llamó a Camille, la comandante suplente y a Ethan, quien había guiado a Colette a su cuarto.
“En el futuro, la sirvienta Colette Folk preguntara por mis aposentos; déjenla circular libremente. Ethan, ayer fue un día complicado”.
Con esto todos los habitantes de las barracas estarían al tanto de que Colette estaba con Lionel. Ni siquiera hizo cambiar las sábanas en donde él y Colette se habían acostado aquella noche. También se encargó de dejar el babydoll en su cuarto en distintos lugares, para que los caballeros aprendices que fueran a limpiar lo encontraran. El rumor acerca de Lionel y aquella mujer debía esparcirse rápidamente.
Después de dos días, aún no habían rumores por lo que Lionel llamó a Camille.
“Evitar cualquier fuga de información… La confidencialidad de los Caballeros del Dragon Negro es admirable” dijo Lionel asombrado pero a la vez, algo enojado.
“Lo siento mucho” respondió ella. Él sonrió, después de todo no muchos sabían que Camille en realidad era una buena cantante y una excelente bailarina, el control de la información en sus caballeros era algo sorprendente.
“Quisiera mandar una carta a Colette, pero una caballero mujer sería lo más apropiado” aquello claramente era un abuso de poder pero Camille estaba sonriendo.
“Bueno, le sugiero a Margo para esta tarea, se la enviaré más tarde”
¿Qué clase de persona era Margo? Ella era entusiasta con su trabajo y una muy buena espía. ¿Sería ella del tipo chismoso?
Margo era bastante cooperativa y estaba feliz de llevar cartas entre él y Colette. También estaba contenta de escoltar a Colette hacia las barracas. Durante la segunda visita de Colette ella estaba vistiendo su uniforme. Se veía realmente hermosa. Comenzó a decirle algo pero nuevamente él se perdió en sus pensamientos y sin darse cuenta ya le había arrancado el uniforme, después de todo no quería que se manchara.
“Si valoramos a nuestros respectivos prometidos, estos actos podrían considerarse traición”.
Ella tenía un prometido y se preocupaba por él, pero era diferente con Lionel. Debía encontrar una forma para cancelar aquel compromiso. La fuerza de aquel deseo lo dejó perplejo. Cuando le explicó que ya habían traicionado a sus respectivas parejas ella no le dio ninguna respuesta.
Le quito el resto de sus ropas. Era tan hermosa, pensaba. Tan tierna e inmaculada, pero su cuerpo desbordaba un frenesí de lujuria. Él debía tenerla. Era muy difícil no penetrarla pero se dieron uno al otro montones de placer y se besaron en todas partes. El le dijo que le gustaba y ella respondió con las mismas palabras. El corazón de Lionel se elevó. Ella le había dicho que no le gustaba el agua fría por lo que había pedido de antemano que trajeran ladrillos ardientes para calentar el agua en caso de que quisiera bañarse. Ella estaba tan feliz, eso lo alegró. Ella lo observaba a los ojos y mantenía su mirada, ella no lo odiaba aunque continuaba siendo bastante tímida.
Lionel se volvió obsesivo y la tuvo en sus brazos en varias oportunidades. Continuó entonces sus planes para hacerla totalmente suya. Le pidió a Camille que averiguara acerca del prometido de Colette. Le pregunto a Margo que tipo de regalo debería darle a ella, Margo le sugirió una joya del color de sus propios ojos. Inmediatamente llamó al joyero a su cuarto. El joyero sugirió un anillo o un collar, pero eventualmente Lionel decidió que era mejor un broche. Hizo que el joyero fabricara una de las joyas más finas que había visto nunca.
Mientras tanto la información acerca de Colette, su familia y su prometido llegaron a través de Camille. Encontró algo que ciertamente aceleraría la ruptura de este compromiso y la haría suya aún más rápido. Lionel se emocionó. ¿Acaso estaba comportándose como un demonio?
“¿Cómo conseguiste esta información?” Le pregunto a Camille.
“Con alguno de nuestros agentes, además yo también salí a investigar personalmente”
Era un terrible abuso de poder, pero nadie estaba quejándose y tampoco habían rumores. Incluso así cada uno de sus caballeros estaba al tanto acerca de Colette y Lionel pero nadie lo comentaba a extraños. El joyero se comportaba de la misma forma. Lionel tomó bastantes monedas de oro y se las entregó a Camille.
“Su confidencialidad es maravillosa” le dijo asombrado, aunque desilusionado.
“Lo lamento mucho comandante” le respondió una perpleja Camille.
Ella tomó el oro y se lo entregó a los agentes que la acompañaron.
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