Traté de decir que no sería tan bueno, no habría razón para rebajarme a un nivel de un remplazo.
-Nunca me arrepiento de mis elecciones.
Era tan bueno. Sentí que lo que había dicho no le afectaba en nada.
-Lo siento, pero no estoy interesado en nada del Sr. Baek Do-ha.
-¿Por qué? ¿Por qué me rechazas si eres un Omega?
-Soy un Omega normal, no un Omega Real como Hyeon-seo, soy menos que un Omega ordinario. Los Omegas ordinarios no pueden soportar las feromonas de un Alfa Real, pero un Omega como Hyeon-seo… Como dije no estoy interesado en nada que tenga que ver son el Sr. Baek Do-ha.
-De nuevo, con lo de las diferencias.
Se levantó y sonrió como si la situación fuera divertida.
-Las presas fáciles no son nada divertidas.
Por cierto, soy tan desafortunado, aunque ya me estoy acostumbrando. Pero aún seguía pensando ¿Cuándo estaremos solos? En ese instante mi celular sonó brevemente. Era un mensaje del guardaespaldas de Hyeon-seo; «lo contacto porque no lo veo».
-Entonces entraré. -Tomé una tarjeta de presentación y la saqué.
A pesar de que yo era una persona desafortunada, definitivamente no darle mi tarjeta era muy descortés de mi parte. Era hora de acercarme e intercambiar tarjetas de presentación.
El hombre de repente agarró y tiro de mi mano hacia él, mi cuerpo se balanceó hacia delante y unas feromonas intensas fluyeron a través de mi mano.
Fue la sensación más aturdidora que jamás haya experimentado. Me sorprendió hasta el punto de que querer que soltara mi mano, pero el hombre nola soltó inmediatamente.
Estaba justo enfrente de mí.
Sus ojos. Unos ojos grandes y ardientes.
Mirándome fijamente de una manera intensa que es excesiva. Pereciera que fuera a ser devorado. Por las feromonas y por esos ojos.
Dum Dum, Dum Dum.
Mi corazón palpitaba casi como si fuese a estallar. Mi cuerpo, mis manos, todo temblaba. Fue espantoso. El miedo, ese miedo desconocido que nunca había sentido, y la fiebre acompañada de un frio inolvidable que golpeaba mis extremidades. Como un látigo espinoso.
Sentí que estaba a punto de caer, solo quería sentarme. Quería rogarle que soltara mi mano, pero la mantuve firme y tome valor para seguir viendo frente a frente sus ojos.
-Sí, sí. Eres un Omega. -Su bajo murmullo sonaba fuerte en mis oídos. Los músculos de mi cara se movieron a voluntad.
Maldición.
Reuní todas las fuerzas que aún me quedaban y con gran trabajo empujé al tipo. El hombre retrocedió suavemente.
-Sr… Joder no veas a las personas para burlarte. -Lo amenace con una voz temblorosa y saque una pistola eléctrica de mi bolsillo para defenderme, pero ese hombre solo se río de mí.
-Si te acercas más, perderás la cabeza, maldito.
El hombre estaba parado frente a mí, con un poco de miedo retrocedí y detrás de la mesa lo amenacé. Era la primera vez en mi vida, estaba asustado y fuera de razón. Estaba loco.
-Me pregunto si debo arrastrarte y violarte. No soy un perro tan terrible, no te haré daño así que no tengas miedo. -Levantó sus manos ligeramente y hubo un breve sonido producido por su risa.
-Nos volveremos a encontrar.
El hombre se dio la vuelta y se despidió con una sonrisa. Mientras que yo aún estaba allí parado sin saber qué hacer.
En el momento en que se dio la vuelta y salió los guardias lo rodearon enseguida como si estuvieran esperándolo. En el vestíbulo se encuentra una ventana delantera por la cual se ve todo. Cuando finalmente salió del edificio y estaba por subirse al auto, giró la cabeza y miró hacía la ventana de cristal del vestíbulo.
Seguía allí parado, estaba muy lejos, pero, aún pude sentir como esos ojos me desnudaban con una mirada.
¿Qué, qué demonios está ocurriendo?
¿Por qué aún puedo sentir eso?
Cuando su mirada me enredó, mi estómago de repente se calentó. No podía entender por qué estaba ocurriendo algo como eso. Sentía como si mi cuerpo no respondiera.
Una sonrisa relajada se extendió por el rostro escultural de ese hombre mirándome desde la distancia. Después de hacer una sonrisa perfecta como si estuviera dibujada, giró la cabeza y subió al auto con elegancia.
El latido de mi corazón no se calmó a pesar de que el automóvil que lo recogió desapareció de mi vista. Mi estómago extrañamente se volvió insoportablemente caliente. Debajo de todo ese calor sentí como mi ropa interior se estaba mojando. Percibí que algo se levantó por debajo de mis pantalones, desabroché y bajé la cremallera, mi ropa interior era un completo desastre, mi pene parecía estar a punto de estallar.
No podría soportarlo, así que tiré de prisa la pistola eléctrica y corrí al baño de inmediato.