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EL JARDIN DE LAS ROSAS JDR

26/01/2024
Pasado y presente
Un hombre vaga por el fondo.
La ropa desgarrada y mojada era una sopa amarilla y negra que goteaba de ellos. Su cabello, con mechones dispersos y brillantes visibles, estaba amontonado en algunos lugares como si no hubiera sido peinado.
Las piernas, tan secas como un trozo de madera en pleno invierno, sobresalĂ­an
de debajo de la tela deshilachada delgadas.
Deteniéndose de vez en cuando para tomar un respiro, siguió adelante. El lugar al que se dirigía el hombre era el fondo de la ciudad.
Un rincĂłn de ese callejĂłn seco donde hasta el carterista escupe y se da la vuelta porque nadie tiene nada. Su asiento estaba bajo la sombra oscura donde no podĂ­a entrar la luz.
No comí nada hoy. Yo tampoco comí nada ayer. Mi estómago, encogido hasta el punto de no poder digerir ni un sorbo de agua, ya no llora. Se arrodilló en el camino de piedra sin poder hacer nada. Como si me desvaneciera, lentamente dejé mi cuerpo en el suelo. Incluso cerró los pårpados.
No habĂ­a nadie en el callejĂłn aislado. No habĂ­a nadie que lo odiara, nadie que lo golpeara, nadie que lo violara, nadie que lo abandonara. La sombra negra de la pared gris se convirtiĂł en una manta y bloqueĂł el mundo rojo que giraba incluso debajo de los pĂĄrpados.
«Ey, despierta.»
Una patada ĂĄspera despertĂł al hombre. Mi mente, que acababa de ser engullida por la
oscuridad y perturbada, volviĂł un poco. Los apestosos tacones de las botas chocando entre sĂ­ hasta el punto de doler los huesos, piso las piernas sucias unas cuantas veces mĂĄs sin una pizca de piedad. No fue hasta que hubo un estallido y un crujido que el hombre abriĂł sus ojos empañados y luchĂł con sus brazos como las patas de un Ășltimo insecto convulsivo.
El hombre que se despertĂł pateando su flaco cuerpo con fuerza arrojĂł la bolsa de papel que
sostenĂ­a en su mano. CayĂł en mi cara y olĂ­a muy ligero y muy fragante. El hombre apenas estirĂł su delgada mano y agarrĂł la bolsa de papel.
“Hoy, traje uno especial con pasas”.
Saqué el sobre, logré rasgar el papel muy duro y dentro había una hogaza de pan caliente y recién horneada. El olor a pan se filtró en sus fosas nasales mientras aspiraba el aire. De repente, la saliva se elevó de la boca seca como un desierto. El hombre tiró del pan con ambas manos y abrió la boca.
Mientras le daba un mordisco al sabroso plato, el hombre se riĂł y agarrĂł el tobillo del hombre. BajĂł los pantalones sucios del hombre y separĂł sus piernas. Incluso mientras tanto, el hombre estaba ocupado enterrando la nariz en el pan y arrancĂĄndolo lo suficientemente grande como para evitar que la articulaciĂłn de la mandĂ­bula se cerrara.
El hombre lo obligĂł a acostarse de costado y volviĂł a abrirle las piernas. Mi culo flaco se abriĂł.
La carne roja anidada en su interior era antiestética y estaba cubierta de baba blanca.
Te ves peor que la mayorĂ­a de las prostitutas.
Poco después, el hombre se bajó los pantalones y sacó su pene oscuro y curvo. Con sus dedos, los empujó violentamente en las grietas de la carne
roja que habĂ­a sido desgarrada y atascada innumerables veces. El hombre que acababa de
tragar el pan jadeĂł y tosiĂł.
“No comas sucio y trabaja duro para aflojar el agujero”.
El hombre agitĂł su mano como un lĂĄtigo y golpeĂł su flaco trasero. Temblando por la
conmociĂłn, el hombre perdiĂł su pan. Se arrastrĂł
sobre sus rodillas y fue a recoger el pan. Tan pronto como extendiĂł la mano y agarrĂł el pan
enrollado, el hombre agarrĂł al hombre por la cintura y tirĂł de Ă©l hacia atrĂĄs.
«Tienes que pagar la comida, ¿a dónde vas?»
Después de golpear el trasero un par de veces mås, el hombre inmediatamente escupió sobre la carne roja. Luego empujó mås profundo con el dedo unas cuantas veces mås. El hombre hizo una mueca y dejó escapar un pequeño gemido, ahora llevåndose el pan a la boca.
«Loco, ¿estås bien?»
El hombre que hizo agujeros hasta el contenido de su corazón inmediatamente aplastó su pene monstruosamente erecto hasta la raíz. El hombre parecía estar gritando con la boca llena de pan, pero el horror era tan débil que ni siquiera los oídos del hombre podían oírlo.
Los genitales llenos del cuerpo crujiente se movieron violentamente como si estuvieran a punto de desgarrar los intestinos.
Incapaz de superar el impacto, el hombre abrazĂł el pan y cayĂł boca abajo, levantando sĂłlo
las caderas. La saliva que fluĂ­a de entre sus labios resecos goteaba sobre la fruta negra seca incrustada en el sabroso pan.
* * *
Una vez el hombre fue un Conde brillante. Hay veces que hasta los hombres olvidan porque nadie los llama, pero hubo un nombre. QuizĂĄs tambiĂ©n hubo un castillo aristocrĂĄtico. Pero ahora se llaman ‘Ya’, por lo que incluso si tienen un nombre largo, solo se reirĂĄn de ellos.
Después de que el hombre se hubo ido, el hombre se subió la ropa sin siquiera limpiarse los
muslos que goteaban con semen. Si otros vieran que se recolectaba el semen de Alpha, Ă©l comerĂ­a hasta que su estĂłmago explotara con semen que ni siquiera podrĂ­a convertir en calorĂ­as hoy.
No quería sufrir tanto. Tuve que esconderme en otro lugar råpidamente. Agarró el pan a medio comer. La cosa empapada en saliva se desmoronó incluso en mis dedos escasos y goteó al suelo. Miré las migajas con pasas negras. La superficie particularmente brillante era
muy tentadora. Entonces el hombre se arrodilló, lo levanto y se lo metió en la boca.
Después de eso, el hombre del pan de pasas aparecía de vez en cuando sin previo aviso. A veces incluso traía a un colega con el. Recibir ambos genitales al mismo tiempo era terriblemente doloroso, pero mås tolerable que el hambre.
Después de que se fueron, el hombre se escondió y comió el pan. Me atraganté y tosí varias veces, pero empujé dulces bultos por mi garganta. El hombre lamió cada miga que tenía en la mano y apartó la mirada.
Las luces de las låmparas de gas de la ciudad tiñeron de carmesí el cielo nocturno hundido. El  color, que se convirtió en un encaje reluciente y revoloteó como la extrema dispersión de la luz del sol, era como las capas de pétalos que florecían en el jardín de la familia del Conde, una vez el mås espléndido de la ciudad.
MirĂĄndolo sin comprender, el hombre distorsionĂł su rostro. Sus labios caĂ­dos, su cola hinchada levantada, y sonriĂł suavemente, haciendo finas arrugas alrededor de sus ojos.
Arok Taywind.
Un noble entre nobles con un linaje mĂĄs antiguo que la familia real actual.
Cuando acababa de convertirse en adulto, heredĂł el tĂ­tulo despuĂ©s de que su padre falleciera repentinamente. El joven Conde, con una hermosa cabellera rubia como el leĂłn dorado sĂ­mbolo de la familia y ojos azules como el cielo, era famoso por no perder en ningĂșn momento su dignidad aristocrĂĄtica y nobleza. Pero Ă©l no fue asĂ­ desde el principio.
“Arok. ¿Jugaste bien hoy?
«Madre.»
Un leve olor a medicina emanaba de la Condesa, quien dio la bienvenida a su pequeño hijo. Su madre, un omega masculino, originalmente no era saludable, pero siempre estaba acostado en la cama porque tenía una enfermedad crónica porque se obligó a dar a luz a un niño. El joven hijo, de apenas siete años, se subió a la cama agarrado a los brazos huesudos de su madre, ahora hundió la cara en su pecho huesudo y asintió en silencio.
“¿Has visto el jardĂ­n de rosas? ÂżPuedes decirle a tu madre de quĂ© color florecen las rosas hoy?
La ventana de la cama daba directamente a la rosaleda, pero siempre le preguntaba eso a su hijo. Entonces Arok dio una larga explicaciĂłn, usando cada palabra de color y exclamaciĂłn que conocĂ­a.
Mientras tanto, mi madre acariciaba el cabello redondo que tocaba mi barbilla con una mano
como una ramita seca. Cuando tenía siete años, mi madre falleció. En ese momento, Arok lloró hasta que sus ojos se derritieron. En el funeral, el padre que estaba de pie junto a su hijo se quedó sin habla con una expresión perdida en su rostro.
RecogiĂł todas las rosas de todos los colores del jardĂ­n favorito de su esposa y las arrojĂł al ataĂșd pulido. El padre, que no querĂ­a dañar el prestigio de la familia, criĂł a su hijo alfa con extrema severidad. Especialmente despuĂ©s de perder a su madre, no podĂ­a tolerar que su hijo llorara constantemente por cosas pequeñas.
«¥Dónde los nobles muestran lågrimas!»
De vez en cuando, el padre de Arok lo sorprendĂ­a saliendo llorando de la habitaciĂłn de
su madre, lo llevaba al estudio y lo golpeaba brutalmente. Arok ni siquiera podĂ­a frotarse las
piernas hinchadas y tuvo que contener las lĂĄgrimas.
Cuando extrañaba a su madre, se escondía de su padre y lloraba a la sombra de la esquina de la rosaleda. Sacudiendo los hombros y conteniendo la respiración, hasta que el mayordomo, que tenía la misma expresión severa que su padre pero le sostenía la mano amablemente, se acercó y lo abrazó cariñosamente. Sus ojos estaban rojos e hinchados, enterrados en el aroma de las rosas y no podía contener las lågrimas fåcilmente, entristecida por el olor de su madre que se desvanecía en su memoria.
Después de un tiempo, la lluvia y el viento hicieron que todas las rosas cayeran al suelo.
Mientras tanto, a pesar de las reprimendas de su padre, enderezó los hombros y mantuvo la cabeza erguida. Pase lo que pase, caminando con gracia sin correr, el niño de siete años había olvidado cómo llorar y había aprendido a reír.
Mi padre, un aristócrata hasta la médula, lo entregó todo a sus deberes como aristócrata. No
simplemente afirmĂł su autoridad y se jactĂł, sino que dio todo lo que pudo para la sociedad con la enorme riqueza que reuniĂł de su vasta propiedad.
Por supuesto, el mĂ©todo era extremadamente ‘aristocrĂĄtico’. Mientras donaba una cantidad
significativa a la caridad para los niños hambrientos en los barrios marginales, nunca se
involucrĂł directamente en el ‘fondo’. MĂĄs bien, odiaba el fondo. Parece que le disgustĂł el hecho de que existiera en la capital un espacio tan inmundo y humilde al alcance de la autoridad del conde. AsĂ­ que mi padre decidiĂł tomar prestada la mano de otra persona.
Entre los plebeyos, la nobleza con altos estudios o los clanes colaterales que no heredaron el tĂ­tulo entre los nobles fueron patrocinados y los hicieron tratar con cosas sucias en su lugar. Se convirtiĂł en un gran evento con una influencia considerable en conjunciĂłn con otra tradiciĂłn de la familia del Conde, ‘Fiesta de te en el jardin de las rosas’. Su padre, que originalmente estaba nervioso y no gozaba de buena salud, a menudo se enfermaba, por lo que desde los 19 años, Arok asumiĂł el cargo de propietario de la fiesta del tĂ©.
El joven, que no era lo suficientemente joven para ser joven, saludaba y charlaba con los clientes con una sonrisa sutil, vestía un traje azul oscuro con ojos azules y cabello rubio oscuro típico de una familia de condes. Contrariamente a lo que otros ven, no fue tan difícil para mí. No importa lo que dijo la otra persona, todo lo que tenías que hacer era decir «Ya veo». Todos los jóvenes que buscaban patrocinadores estaban ansiosos por llamar su atención.
A pesar de ser unos años mayor que Arok, todos estaban ocupados pronunciando palabras que bordeaban la adulación. Idiotas sin respeto por sí mismos. Arok se rió de ellos por dentro.
Hay muchas cosas mås importantes que el dinero en el mundo. Aquellos que han aprendido melodías conmovedoras, frases conmovedoras, hermosas obras maestras que te lavarån la mente y clåsicos infinitamente profundos no tendrån prisa por venderse tan barato. Arok no estaba interesado en ellos, pero sonrió con gracia ya que no podía deshacerse del testamento de su padre, que había muerto el año anterior.
El vulgar mercado laboral disfrazado de «Fiesta de Tea» tuvo poco interés desde el principio, y el sentido aristocråtico del deber de liderarlo pronto se agotó. Usando a su primo inexistente como excusa para derrotar a la gente, Arok escapó del jardín lleno del espeso aroma de las rosas. Se dirigió a su camino favorito de cedros por un atajo conocido solo por aquellos que se han quedado en la gran mansión durante mucho tiempo.
Los ĂĄrboles en fila a un lado del camino bien pavimentado se extendĂ­an hacia el cielo. El
enorme ĂĄrbol fue plantado por el primer Conde que primero construyĂł esta mansiĂłn. Puede que no haya sido tan grande al principio, pero siguiendo la historia de la familia de condes, que comenzĂł con una familia Hanmihan y ahora estĂĄ al lado de la familia real, ahora se han convertido en ĂĄrboles gigantes a los que admirar.
Una brisa fresca soplaba a través de los altísimos årboles, provocando el susurro de las
hojas. La irritabilidad que se había disparado hace un momento se borró en un instante. Caminé lentamente e inhalé el olor amargo de la madera.
A Arok le encantaba pasear por este camino y odiaba que lo molestaran. AsĂ­, los sirvientes de la mansiĂłn nunca entraban por este camino, y solo Arok podĂ­a disfrutarlo, ya que el mayordomo se encargaba de que los invitados no perturbaran ‘sin querer’ el descanso privado del Conde. No, tenĂ­a que hacerlo. Pero, ÂżquiĂ©n es el que estĂĄ parado lejos y mirando en esta direcciĂłn?.
Como propietario de la mansiĂłn, era absolutamente imposible volver a la carretera
para evitar a los forasteros. MĂĄs bien, era correcto dejar que el invitado que ingresaba al espacio no lo permitiera. Por supuesto, un poco de humillaciĂłn a cambio de una desagradable intrusiĂłn estarĂ­a bien. Arok sonriĂł y se acercĂł a Ă©l. Cuando estuvo lo
suficientemente cerca para hablar con Ă©l, estaba seguro de gritar un nombre que obviamente no querĂ­a recordar y salivar sobre cuĂĄnto valĂ­a la pena invertir en Ă©l. Arok cerrĂł la distancia y observĂł al oponente, pensando en que tipo de humillaciĂłn que podrĂ­a infligir al odioso intruso.
Mås alto que el promedio, enderezó los hombros y miró de esta manera. Cabello castaño
oscuro y piel sana ligeramente bronceada. Frente, nariz y pĂłmulos muy fuertes. La boca
apretada encajaba perfectamente con la mandĂ­bula afilada, como si hubiera sido esculpida.
Contrariamente a la expresiĂłn severa y la postura firme, que parecĂ­a muy orgullosa, los ojos
profundos eran puros y rectos, a diferencia de los jĂłvenes humildes que pululaban por el jardĂ­n.
Cuanto mås se acercaba, mås llenaba su visión, como un señor de la guerra con un enorme cedro a la espalda. El deseo de avergonzarla se había ido. Incluso cuando la distancia se acercaba a cierta distancia, Arok no dijo nada y miró fijamente a los oscuros ojos castaños.
Estaba un poco desconcertado por el aire incĂłmodo, pero afortunadamente la estricta
disciplina de mi padre brillĂł.
«Debes haberte perdido».
«exactamente.»
Incluso cuando se le preguntó cortésmente, solo dio una respuesta contundente sin ninguna otra retórica. Al escuchar solo una sílaba, Arok encontró la voz muy dulce. Su voz baja, resonante y seria combinaba muy bien con su apariencia.
«Te mostraré el camino».
«Estoy buscando un jardín de rosas, pero no puedo encontrarlo porque el jardín es muy
grande».
Una respuesta ligeramente suavizada volvió a esta propuesta. Parece que también fue invitado a la fiesta del té. Sin embargo, la atmósfera era diferente del enjambre de hormigas comunes. No hizo un escåndalo por Arok, no lo miró con una mirada interesada. Mås bien, simplemente se inclinó en una actitud que mostraba su moderación y cortesía como si fuera indiferente.
Ni siquiera dio su nombre, y ni siquiera preguntó. Esta fue la primera vez. Incluso extraños
completamente desconocidos se comportaron íntimamente como si hubieran encontrado a un hermano perdido cuando vieron al joven vestido con ropa fina, cabello rubio brillante, ojos azules, modales refinados y una sonrisa sutil. Arok pensó que había conocido a alguien que le interesaba después de mucho tiempo.
No tardó mucho en dar la vuelta al atajo y llegar al lugar donde se puede ver la rosaleda. Mientras tanto, el hombre mantuvo un poco de distancia sin decir nada y solo me acompañó. Tenía curiosidad sobre el nombre de este hombre, así que me presenté primero a pesar de mi cara.
«Mi nombre es Arok Taywind».
Antes de que fuera demasiado tarde, Arok se volviĂł y preguntĂł justo en frente de la pared de
cedro, fuera de la vista de los demĂĄs. El hombre alto bajĂł los ojos en lugar de la cabeza y mirĂł la mano extendida frente a Ă©l. Sostuvo su mano a una velocidad que no era ni rĂĄpida ni lenta, dejando un poco de vacilaciĂłn para decirlo, y respondiĂł de manera demasiado concisa, como antes.
Klopp Bendike. Aparte de eso, era un nombre inimaginablemente apropiado. si. Para este
hombre, la expresiĂłn de designaciĂłn era mĂĄs apropiada que la expresiĂłn de nombre. La
combinaciĂłn de sonido, eco y armonĂ­a de significado estuvo cerca de la perfecciĂłn. La mano
flaca era tan grande que podĂ­a cubrir la mano suave y blanca del noble, y aunque la sostenĂ­a ligeramente sin fuerza, podĂ­a sentir la fuerza de la mano que sostenĂ­a en ella.
LevantĂł la vista y mirĂł a los ojos de Klopp. En esos ojos oscuros que no temblaban en absoluto, vi a una persona. Arok se riĂł. Ni siquiera tuvo que ser inventado a propĂłsito. Estaba rebosante de alegrĂ­a y emociĂłn incomprensibles, trayendo una sonrisa
brillante a toda la cara.
* * *
Ganar monedas trabajando y vendiendo era un privilegio otorgado solo a unos pocos. Incluso las pocas ventas de mano de obra estaban reservadas para aquellos que publicitaban sus habilidades y se vendĂ­an a sĂ­ mismos. Hubo mĂĄs dĂ­as de hambre
que dĂ­as de comer. Un simple recado para ganar dos monedas no se le dio correctamente a una persona que se quedĂł solo con huesos y piel con cicatrices. Aun asĂ­, pudieron vivir sin pasar hambre porque habĂ­a gente de mente abierta que les comprarĂ­a hasta sus cuerpos podridos.
Me escondí en una sombra mås profunda y oscura para no quitarme el pan a medio comer. En el momento en que crucé las piernas y me agaché en un rincón para masticar el pan recién horneado, sentí un dolor insoportable como si me estuvieran
desgarrando los intestinos. Me arrodillé en el suelo, tratando de no perder de visto, con la vista ennegrecida. y enrollado Ya era el tercero.
La primera vez fue tan dolorosa que luchĂ© y rasquĂ© el piso hasta que se me cayeron las uñas y me desmayĂ©. Era algo comĂșn cuando se vendĂ­a el cuerpo en la calle. Simplemente duele terriblemente.
Me arrastré hacia un callejón mås profundo y cerrado con un dolor agudo que se sentía como un cuchillo atravesåndome los intestinos. Un líquido amarillo maloliente fluyó por la entrepierna de los pantalones ya sucios, junto con el fluido corporal rojo que gobierna la vida. Con manos temblorosas, se bajó los pantalones y colocó su flaco trasero en
el frĂ­o suelo de piedra. Con el pan en la boca, hizo una mueca y gritĂł.
Después de un tiempo, un bulto de carne roja se hinchó y se escurrió por la grieta, y salió un bulto de sangre negra. Era una persona del tamaño de la palma de mi mano, amontonada en una película pegajosa y brillante.
ParecĂ­a que habĂ­a perdido la cabeza en algĂșn momento. LevantĂ© mi cabeza mareado y vi el cielo coloreado de rosas. LevantĂł la parte superior de su cuerpo con sus brazos tambaleantes. Otra vez.
El pan endurecido, difícil de discernir por lo mucho que había sido mordido, rodó. Me acosté en el suelo de piedra fría y junté mis piernas rígidas. Con mi mano entumecida, tiré de la mås pequeña. Por muchas veces que lo atravesé, algo cayó entre mis piernas con una terrible sensación de cuerpo extraño. Sin saberlo, grité. La garganta reventada resopló como una flauta rota.
Apenas controlando sus piernas temblorosas, se subió la ropa y caminó con el cadåver de un hombre que sabía llorar. Hacia el lugar donde las lågrimas del cielo se juntan y caen. La próxima vez, no nazcas en un lugar así. Movió su boca, que no soportaba irse, para decir «Adiós» y arrojó esos pétalos de rosas rojas al río.
Todo el camino de regreso fue un caleidoscopio. El cielo florido, la sombra fresca, el camino de piedra oscuro y el rĂ­o que fluye tranquilamente. Todo estaba mezclado y girado. Los ojos secos estaban rĂ­gidos. Por eso no podĂ­a seguir el ritmo del mundo del baile.
No podía pensar en nada acerca de adónde me dirigía o si era correcto ir por este camino. El murmullo en mis oídos estaba lleno de blasfemias incomprensibles. No podía decir si era una voz humana real o una ilusión que había dibujado. No quedó nada del cuerpo que creó a una persona, por lo que fue empujado incluso por el viento que no podía mover una sola hoja. Después de evaporar todos los fluidos corporales, el cuerpo, como hojas secas, rodó y rodó hasta llegar a cierta esquina.
Junto con el sonido de los cascos de los caballos pisando vigorosamente en el camino de piedra, escuché el sonido de las ruedas rodando råpidamente. Cuando levanté la vista, pasaron varios carruajes negros. El lugar donde no pude volver a mis sentidos fue el final del laberinto que continuaba desde el fondo, un cuadrado enorme.
La plaza que conducía directamente a la orilla cercana del río también servía de cruce de
caminos para numerosos carruajes. Normalmente habĂ­a mucho movimiento, pero
hoy ha sido especialmente complicado. Me quedé sin comprender y miré sin comprender las cosas con sellos de colores. Había bastantes familias entre ellos. Barones, Vizcondes, Duques, Condes y a veces, incluso los de la realeza eran todos iguales.
El largo tiempo en que una existencia que alguna vez fue noble ahora se ha convertido en un montĂłn de inmundicia que es menos que basura no es ni siquiera un momento fugaz para aquellas familias con una larga historia. No habĂ­a nada que cambiar. Lo Ășnico que ha cambiado eres tĂș mismo. Lo Ășnico que falta es una familia que terminĂł por su estupidez.
Para otros, hoy es solo un dĂ­a inmutable. Incluso si sigues buscando, ya ni siquiera
puedes alcanzar ese mundo de luz. Si intenta tocarlo, solo los extremos secos se triturarĂĄn a una velocidad aterradora. Tuve que dar la vuelta. La razĂłn por la que no pude cambiarlo de inmediato no fue porque tuviera remordimientos persistentes. Fue solo por el cuerpo que no
escuchĂł.
Apenas levantĂł los pies antes de girar la espalda encorvada, luego girĂł lentamente los
hombros encogidos y finalmente tratĂł de girar la cabeza aturdida. En ese momento, un carruaje negro vino corriendo de lejos. Los cuatro caballos con crines brillantes y el
carruaje robusto y de aspecto solemne no eran diferentes de los demås, entonces, ¿por qué
parecĂ­an brillar? La cabeza que acababa de girar volvĂ­a a la normalidad. El carro al galope atravesĂł el viento y pasĂł por poco. Entonces lo vi. Una silueta clara entre seres borrosos.
Dentro de la ventana translĂșcida de un carruaje sin una sola huella de mano, habĂ­a una persona que nunca podrĂ­a olvidar. Con su cabello castaño oscuro tirado hacia atrĂĄs, acunaba a un niño rubio que sonreĂ­a felizmente en su regazo. La mirada azul del niño chocĂł con la de una baba mirĂĄndome.
«Oh»
Conozco a ese niño, ese ångel encantador y al hombre que sostuvo al niño con mucho cariño. conocia a esas dos hermosas personas que se arrastraban por el fondo y no podían alcanzarlo sin importar lo que hiciera.
* * *
Arok estaba de muy mal humor. El salón de la mansión del Conde, donde se llevó a cabo el gran banquete, estaba lleno de gente riéndose jaja, pero ninguna de las caras de aspecto feliz tenía lo que Arok quería. La persona que estaba buscando era alguien con arrugas entre las cejas y una mirada en blanco sin una sonrisa, un poco enojado.
«Arok, te ves particularmente hermoso hoy».
«disculpa.»
Un hombre cuyo rostro parecĂ­a ser reconocible a primera vista se acercĂł, fingiendo ser amistoso. Incluso a unos pocos pasos de distancia, despedĂ­a un olor tan fuerte que su nariz se pudrĂ­a, y coqueteaba descaradamente con Arok con una sonrisa sospechosa. No les importaba que fueran el mismo alfa, o que fueran el mismo macho, a pesar de que ya no tenĂ­an ningĂșn significado y una vez fueron tabĂș dado por los dioses.
MĂĄs bien, era un hombre de muy bajo nivel que seguĂ­a la tendencia vulgar de reunirse
casualmente con el mismo alfa u omega sin asumir la responsabilidad. El oponente no hiriĂł su orgullo en absoluto a pesar de que Arok lo empujĂł con una frĂ­a sonrisa. MĂĄs bien, se acercĂł al omega con los ojos vulgares que estaban tan relajados como los mĂ­os, como si estuviera feliz.

Inmediatamente después de verlo decir exactamente lo mismo a Omega que acababa de decir, Arok se fue, sintiendo que estaba vomitando por haber respirado el mismo aire durante unos segundos mientras estaban juntos. Aun así, la mirada no dejaba de escanear a las personas. ¿Dónde demonios estås?. En sus manos juntas detrås de su cintura
Sin embargo, no fue visto durante varias horas. No podía dejarlo ir sin despedirme. Este banquete fue solo una excusa que inventé para encontrarme con él.

Eventualmente, Footman fue movilizado para encontrarlo. Caminaron en silencio por el salón de banquetes y llevaron a cabo las órdenes de su maestro. Poco después, un lacayo que había salido al jardín regresó e informó que se dirigía al camino de los cedros. La tez del Conde, que había estado tan fría e inexpresiva como un pedazo de mårmol hasta hace un momento, estaba coloreada de alegría, como si la tinta goteara sobre una gota de agua untada.

Arok caminĂł casi tan rĂĄpido como pudo hacia el camino de cedro. El camino iluminado por la luz azul de la luna se
iluminĂł con linternas naranjas debajo de cada ĂĄrbol, lo que se sumĂł a la atmĂłsfera sutil. Originalmente, este camino no debĂ­a estar decorado con nada, pero parecĂ­a que le gustaba el camino de cedro, por lo que deliberadamente
ordenó que lo iluminaran con linternas. Por supuesto, también había un lacayo que håbilmente desviaba a los invitados para evitar que nadie mås entrara. Arok respiró hondo, calmando los latidos de su corazón.

Su orgullo aĂșn no le permitĂ­a mostrar sus emociones y actuar como un perro que conociĂł a su dueño. Ya era consciente de que me estaba confundiendo un poco. SabĂ­a muy bien que era vergonzoso hacer un alboroto solo cuando la otra persona no mostraba palabras o acciones significativas. Al mismo tiempo, tambiĂ©n habĂ­a
una sensación de resentimiento hacia el oponente que lo ponía tan ansioso. ¿No sería posible fingir ser amistoso allí de vez en cuando?. Incluso cuando todos lo halagaban, que tenía riqueza, fama y autoridad, no mostró interés. no.
Fingí no darme cuenta. Si realmente no estaba interesado en nada, ¿por qué respondió a su invitación? Seguro que tendrås algunos favores.

Agarré deliberadamente la invitación que se le envió y salí. Pensé en hacer una pequeña broma usando la invitación como excusa, en caso de que volviera a ser incómodo como antes. ¿Vas a aceptarlo si lo escribes de tu puño y letra así? ¿Qué tal regalar tinta y un bolígrafo para tu próximo cumpleaños?

Por supuesto, teniendo en cuenta la mala situaciĂłn de su bolsillo, conocĂ­a los productos y la artesanĂ­a a un precio razonable. El astuto mayordomo le darĂ­a el abrigo y le darĂ­a una pista. QuerĂ­a sentarme a su lado en la cena de mi
cumpleaños, para la que faltaba un mes. La luz parpadeó a través de las paredes de los cedros que separaban el jardín de rosas no muy lejos.Un joven  reflexionó.

Arok deliberadamente redujo la velocidad de sus pasos mientras intentaba endurecer su expresiĂłn ligeramente
relajada. Fue para evitar que otros les notifiquen su acercamiento. Quería ver su expresión natural. Tal como respondiste cuando te pregunté por qué tenías una expresión tan seria en el pasado, ¿por qué mantienes las cejas apretadas y frunces el ceño incluso cuando no hay nadie cerca? Verlo esperando a alguien con un gran físico y una
expresión seria parecía un espectåculo interesante a su manera. Arok lo soltó suavemente, sintiendo los guijarros a través de sus suaves zapatos de cuero.

El cuerpo alto reflejado en la tenue luz era claramente visible. La distancia se cerrĂł rĂĄpidamente, y ahora solo un ĂĄrbol con
innumerables hojas pequeñas se interponía entre ellos. Estaba murmurando para sí mismo. Cuando lo imaginé hablando solo con ojos serios, parecía que la risa se escaparía. Arok no pudo soportarlo mås, así que se apresuró alrededor del årbol para revelarse.

“Nos vemos por aquí, Klopp”.

Sorprendido por la apariciĂłn repentina, Klopp abriĂł un poco los ojos y girĂł la cabeza para mirar en esa direcciĂłn. En el momento en que nuestros ojos se encontraron, Arok no podĂ­a creerlo. Sus ojos profundos, que solo habĂ­an lanzado miradas agudas cada vez, estaban ligeramente arrugados y su boca que siempre estaba bien cerrada y apenas daba una respuesta necesaria, dibujaba una suave curva. Klopp se estaba riendo.

La postura de defensa que se habĂ­a puesto se derrumbĂł de una vez. El rostro mĂĄs bien blanco del Conde se volviĂł instantĂĄneamente de un rosa pĂĄlido. Ese hombre divertido y serio se riĂł. ÂżSerĂĄ por tu culpa? Arok logrĂł resistir el impulso de correr de inmediato y permanecer a su lado. Mi corazĂłn se hinchĂł. Tampoco era un sentimiento unilateral. No puede ser unilateral. Cualquier Omega en el mundo, incluso la mayorĂ­a de los Alfas, querĂ­an a
Arok Taywind. No habĂ­a forma de que un aristĂłcrata de bajo rango que no tenĂ­a mĂĄs antecedentes que una cabeza tan brillante y un cuerpo alto se rechazarĂ­a a sĂ­ mismo. Arok se acercĂł con una gran sonrisa, rebosante de alegrĂ­a
ante la idea de tenerlo por fin.

“Aarok.”

“Hice una invitaciĂłn como esta, pero no vi a nadie, asĂ­ que la encontrĂ©. ÂżRealmente tienes que enviar una invitaciĂłn escrita a mano como esta? Ni siquiera tienes un tĂ­tulo, pero Âżno tienes la nariz demasiado alta?

La expresión del hombre, que rara vez había estado sonriendo, volvió a ser seria. Mirando aA rok, me pregunté si tenía una enfermedad crónica que se estaba volviendo mås grave. Sin embargo, como acababa de confirmar que todo era suplantación, pensé que estaría bien quitarlo poco a poco con el tiempo. Arok se acercó a Klopp, invadiendo naturalmente los confines de su cortés espacio personal. Estaba pensando en preguntarle si estaba interesado en la Primera Edición de la Interpretación de la Declaración de Derechos, que había comprado recientemente con una gran suma de dinero.

Pero no fue así. Fue porque se dio cuenta demasiado tarde de que no estaba solo justo cuando estaba a punto de agarrar el brazo de Klopp sin perder la sonrisa. Mås allå, oscurecido por el gran cuerpo de Alpha, se encontraba un hombre pequeño con cabello rubio y ojos azules similares a Arok. Se sorprendió un poco cuando vio a Arok, pero lo
saludĂł de una manera bastante educada.

“Hola, Conde Taywind. Gracias por invitarme a la fiesta.”

Arok lo conocĂ­a. Era hijo de un pariente lejano al que solo habĂ­a visto una vez cuando muriĂł su padre, y era el hijo mayor del Vizconde Westport, primo de Arok. Su nombre es probablemente Rafael. No recuerdo haberlo invitado, pero parecĂ­a que estaba en la lista bĂĄsica de invitaciones del Conde a partir del funeral.

Como omega, se reclinó levemente con la mano en la cintura de Klopp. Ademås, los fuertes brazos del Alfa estaban envueltos alrededor de sus pequeños hombros. Fue solo después de mirarlos alternativamente que Arok se dio cuenta. La sonrisa de Klopp estaba dirigida al omega, no a sí mismo, y que lo que ahora fruncía el ceño no era
solo fingir, sino la verdad. En un instante, se disparĂł una insoportable sensaciĂłn de vergĂŒenza y desprecio. Arok los mirĂł a los dos alternativamente, murmurĂł y luego rĂĄpidamente se dio la vuelta. Aunque es el dueño de esta mansiĂłn, se escapĂł para evitar a los invitados.


Mi cabeza estaba llena de fantasĂ­as inalcanzables. Era un remanente de una persona que habĂ­a olvidado en algĂșn momento mientras rodaba por el frĂ­o suelo de piedra. La fantasĂ­a es tan hermosa como efĂ­mera que me hizo olvidar el tiempo. Se puso en cuclillas sobre sus rodillas y colocĂł sus manos cuidadosamente sobre sus rodillas. VolviĂł a apretar la mejilla contra el dorso de la mano. TratĂ© de imitar la sonrisa feliz del hombre que le dejĂł una huella inolvidable y del niño que heredĂł su sangre. Incluso en medio de tanta miseria, un sentimiento abrumador se escapĂł de mi corazĂłn. ÂżPodrĂ­a la vida volver a ser una bendiciĂłn? ÂżPuedo llevarlo a la luz de nuevo? Bajo ese camino de cedro, Âżlo volverĂ© a ver algĂșn dĂ­a? de nuevo algĂșn dĂ­a sĂ­. Asi que vivamos.

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